
La escena se repetía: un automóvil se estacionaba y de él salían disparados dos o tres niños sonrientes quienes apresuraban a sus padres a terminar de sacar de la cajuela una bicicleta o unos patines.
El primer domingo del Parque Cultural Reynosa –ubicado en un predio de 40 hectáreas que se encuentra las riberas de la laguna La Escondida–, superó hasta los pronósticos más optimistas de las autoridades, pues cientos de familias llenaron las veredas y juegos infantiles de la más nueva atracción de esta frontera.
Eran tantas las personas que querían conocer este lugar, que los 350 cajones de estacionamiento resultaron insuficientes para albergar a todos los vehículos que llegaron.
Por todos los rincones del parque podían verse niños paseando en bicicleta, colgados de los juegos infantiles y hasta bañándose en unas pequeñas fuentes instaladas en algunas zonas del paseo.
Es más… hasta las mascotas estaban felices, pues no como hay restricciones para ellos, sus dueños pudieron sacarlos a pasear.
El comentario era generalizado: Reynosa y su gente necesitaban un espacio de este tipo y por eso, su domingo inaugural fue un verdadero éxito.
Ahora sólo falta que la gente cuide este paseo familiar pues, desgraciadamente, en algunas partes de la laguna (que ya no huele feo) flotaban vasos desechables, botellas de refresco o agua y bolsas de plástico.