Por Miguel Cavazos Guerrero
PRIMERO DE TRES
Mucha gente que quiere empezar un criadero, nos preguntan: ¿cómo le hacemos? En algunos otros casos, nos preguntan: ¿cómo nos recomiendan empezar? Algunos de manera más concisa nos preguntan ¿qué buscamos en un potrillo? o ¿cómo seleccionar nuestras yeguas de reemplazo y futuros garañones? Así que para responderlas decidí enfocar este escrito que me pidió una revista de ganadería local y compartírselas a ustedes con mucha humildad y cariño. Dividiré este escrito en dos partes, para no aburrirlos.
PRIMERA PARTE
El objetivo y la estrategia
En la ganadería desde hace casi un siglo se habla de las seis esenciales que son el conjunto de características que un criador debe de buscar en su ganado para que sea funcional.
Los que criamos caballos debemos de tener muy claro, antes que todo, nuestro objetivo, es decir: ¿A dónde queremos llegar?
Para con ello, definir nuestra estrategia (definida como el camino de menor resistencia desde donde estás hacia donde quieres llegar) pero para poder llegar ahí y saber que estamos en el camino correcto hay que tener muy claro cuáles son nuestras esenciales.
Con ello me refiero a las características que buscamos en un caballo para que sea funcional.
Es ahí donde muchos perdemos la brújula, porque lo que para mí puede ser importante, para otra persona que busca algo diferente puede ser completamente irrelevante.
Sin embargo, la mercadotecnia, la falta de criterio y el no tener claro nuestro objetivo hace que compremos lo que está de moda sin saber siquiera si nos va a funcionar para lo que estamos buscando.
Pongo un ejemplo nuestro
Cuando nosotros empezamos, fuimos un día a ver nuestros caballos con don Lupe Ríos (nuestro maestro y arrendador).
Él era un hombre sabio y con un tacto inmejorable para decir las cosas. Después de ver nuestro caballo, un grullo hermoso, emocionados le preguntamos que cómo lo veía. Con mucho tacto nos dijo: “Para pasear muchachas, no hay mejor”.
En efecto, el caballo terminó siendo un gran caballo de paseo del hijo del gobernador de aquel momento. Cumplió su objetivo. Muchos, a lo mejor criticaron el porqué estábamos invirtiéndole dinero a un caballo que no servía para calar. La respuesta era simple, nosotros no queríamos tener un caballo de cala. Nuestro objetivo era diferente.
Por eso, cuando alguien nos pide comprarnos un potrillo, la primera pregunta qué hacemos es: ¿Para qué quieres tu caballo?, ¿Hacia dónde quieres llegar con él?, ¿Quieres venderlo?, ¿Quiénes son tus clientes?, ¿Quieres competir con él?, ¿Para qué disciplinas?, ¿A qué nivel?
Por simples que puedan parecer estas preguntas, mucha gente no las hace y muchos vendedores con tal de venderte, dan las respuestas equivocadas o peor aun, no saben lo que están criando y ni siquiera tienen la respuesta.
Nos ha tocado que te dicen: “Fino con fino, da fino, así que no se preocupe; el potro le va a servir. Es hijo de x (que es el garañón más famoso de USA)”, pero esa respuesta no dice nada.
Lo único que hace es que lo que compras sea una moneda en el aire, que a la hora que llega al piso ya te costó mucho más del dinero que puedes recuperar si el potro no cumple con el objetivo deseado.
Es por eso que para tener claro el objetivo, es condición necesaria y relevante conocer muy bien las esenciales de tus garañones y tus yeguas. Porque al final del camino, la genética no es más que el punto de referencia. Es el pasado, el futuro en este negocio es completamente incierto. Lo que hace que al vender un potrillo, puedas con relativa certeza hablar acerca de lo que puede ser, es el conocimiento profundo de las esenciales de su descendencia.
Cuando uno habla de las esenciales es importante mencionar que estas características pueden ser muy variables, dependiendo el objetivo de cada persona. Partiendo de la máxima que no existe caballo perfecto.
Cuando a uno lo ciega el amor de dueño y piensa que su caballo es el mejor, pierde uno de vista cuáles son sus fortalezas y debilidades que son fundamentales para encontrar lo que los genetistas denominan como el “justo medio”, que es encontrar el equilibrio entre lo que se tiene y lo que sería ideal.
Un claro ejemplo de ello es: cuando criamos caballos de cala y nuestro garañón es muy parador, pero no tan bueno de movimientos. Meterle yeguas con muy buenos movimientos sería la solución más factible y así encontrar el equilibrio, es decir “el justo medio”.
Eso es lo que muchos hacemos, pero para mejorar sustancialmente es importante que seamos más profundos en nuestras esenciales (características de funcionalidad) y con ello que busquemos el justo medio en varias características que nos acerquen al caballo ideal.
EN EL PRÓXIMO NÚMERO:
Las 7 esenciales en un caballo