
Evelyn Aimé, Carmen Karina y José Antonio son estudiantes del séptimo tetramestre en Procesos Industriales, de la carrera de Técnico Superior Universitario (TSU). Padecen sordera congénita, pero eso no ha sido un impedimento para que hayan llegado a la universidad, y de hecho, estén a un paso para empezar a hacer sus estadías en una empresa.
Su intérprete, Sol Karina Soto, ha jugado un rol fundamental para transmitirles toda la información que desde hace dos años reciben en clases y junto con ella, pudieron establecer un equipo de trabajo que ha sorprendido a propios y extraños.
En un principio, cuando empezaron a asistir a la escuela, reconocen que fue complicada la adaptación y compartir el aula con alumnos que no sufren ninguna discapacidad física, pero con el paso del tiempo rompieron la barrera del escepeticismo y hoy se perfilan para terminar el proyecto de “Inclusión” que posee la Universidad Tecnológica de Tamaulipas Norte (UTTN), gracias al cual los intérpretes de señas son becados en sus estudios a cambio de apoyar a los jóvenes con capacidades diferentes.
“A dos de las muchachas las conocía desde antes, desde cerca de cinco años en una escuela para sordos aquí en la ciudad y a Toño lo conocí aquí en la universidad. Para mí poderlos apoyar en su aprovechamiento académico ha sido todo un reto, un poco complicado.
“Al igual que todos ellos no sabíamos mucho de la industria de materias, de todo lo que se ve en el área en la especialidad de plásticos. Ha sido también para mí todo un proceso de aprendizaje, de adaptación, de enseñanza, y sobre todo ser el puente de información para ellos”, menciona.
LA QUIEREN MUCHO
La intérprete Sol se ha compenetrado con los tres estudiantes, tanto que se llevan como hermanos y comparten gran parte del tiempo que transcurren en la escuela.
> Me imagino que te quieren mucho.
“Sí (risas). Pero a veces también peleamos, y no estamos de acuerdo, es como una vida normal entre amigos y compañeros”, menciona, al mismo tiempo que les hace señas y todos se sonríen.
Entrevistados con la ayuda de Sol, Evelyn Aimé Hernández Lucio es la primera en responderle al reportero que cuando llegó a la universidad “no conocía nada” y fue un suceso para ella después de que decidió continuar sus estudios.
“A los 18 años yo terminé mi prepa, mi mamá quería que estudiara y yo le decía que me esperara. Deseaba estudiar la universidad, pero en ese tiempo no tenía intérprete, entonces conocí a Karina, por lo que supimos de la universidad.
“Se abrió el programa de ‘Inclusión’ y nos abrieron la oportunidad de seguir estudiando. Aquí era la elección de la carrera y nos decidimos por Procesos Industriales, y ya ahorita que nuestra especialidad es Plásticos yo puedo ver que se me ha hecho muy difícil, yo creo que como a todos, pero también tenemos mucho que estudiar, que esforzarnos.
“Pero también hemos visto que entre todos nos ayudamos, los profesores nos apoyan mucho y ahora puedo ver que esto ha sido para mí un gran paso, tan sólo estar en esta materia de Automatización que me gusta mucho, yo he podido ver cómo es el sentir la máquina, el ver la máquina, pues yo no escucho, no sé los ruidos que hacen, pero sí puedo sentir. Es una diferencia que entre mis compañeros y yo tengo que poner atención”, comparte.
> ¿Cómo te recibieron los demás alumnos y maestros?
“He recibido mucho apoyo. En un principio sí fue algo desconcertante en todos los aspectos, pero ahorita sí siento que me han apoyado.
“Yo creo que algo importante ha sido el solo hecho de que me den la oportunidad de estar aquí. Por todo lo demás hago mi vida normal, me conecto al Internet en mi celular, que es una gran herramienta. Tengo que estar buscando información para que yo pueda entender un poquito mejor y estar aquí me hace muy feliz”, comenta Evelyn Aimé.
EN RETROSPECTIVA
Por su parte, Carmen Karina Elizondo García, otra de las alumnas del séptimo tetramestre en Procesos Industriales de la UTTN, menciona cómo ha sido su experiencia de acudir a una institución de nivel superior.
“Cuando empezamos con lo de la uni, al igual que mis compañeros yo no conocía nada, la verdad me sentía un poco confundida, pero mi mamá me había estado apoyando bastante. Yo conocía a Sol Karina (su compañera traductora) y me invitó a conocer la universidad para ver si me gustaba y si creía que podía estudiar.
“Nosotros venimos y la intérprete estuvo explicándome todo eso, de qué carrera tenía que elegir y entonces la acompañé para ver lo que me estaba diciendo. Y yo no estaba segura si
decidir por la universidad o no. Tenía muchas dudas y miedo, y de un día para otro decidí que sí, sin importar qué tan difícil o pesado sería, pero en el fondo sabía que iba a contar con el apoyo de los demás”, relata por medio de señas.
> ¿Cómo fueron tus primeros días de clases con los demás estudiantes, cuando veían que tenías una intérprete, y cómo lo asimilaste?
“En mis primeros días incluso me enfermé, me dio como dengue de la presión y estuve en el hospital, de los nervios que estaba experimentando. Había cosas que me atemorizaban, pero que superé porque siempre quise ser una persona normal.
“El hecho de poder ser normal, que pueda aprender y que tengan la paciencia para enseñarme ha sido una motivación que me tiene aquí. Y también lo más importante es que yo quiero trabajar en una maquiladora. Lo que yo he aprendido lo quiero practicar allá, quiero laborar al igual que todos mis compañeros. Por eso agradezco el apoyo que me dan mis maestros, quienes me aconsejan, pues yo pregunto y nos explican”, ilustra.
Carmen Karina, al igual que sus demás
compañeros agradeció a la Universidad Tecnológica la oportunidad que les ha dado con el programa de “Inclusión”.
VENCER EL MIEDO
José Antonio Avila De la Cruz, al igual que Evelyn Aimé y Carmen Karina padece sordera de nacimiento y tampoco habla. Cuenta que antes de entrar a la universidad se encontraba trabajando en una maquiladora con su padre y un día les invitaron de un instituto para sordos donde les dijeron acerca del programa de “Inclusión”.
Así que asistieron a la presentación, donde conoció a la interprete Sol, aunque al comienzo no entendía mucho.
“Me empezó a explicar, me daba un poquito de pena, de miedo y tenía muchas dudas. Y me decidí. En un principio fue muy pesado, porque tenía que trabajar y venir a la escuela, así que elegí por la universidad, porque no podía hacer las dos cosas al mismo tiempo.
“Evelyn estuvo ayudándome, Carmen también y Sol, para que pudiéramos seguir estudiando. Y yo tomé la decisión, porque sabía que en un futuro iba a estar laborando y al ver todo lo que nos están enseñando, y que la intérprete me esté explicando todo, sí era muy difícil y estresante.
“Pensaba que debía tranquilizarme, porque debido a eso me podía enfermar, porque tenía nervios y a veces me mareaba. Mi traductora me decía, –cálmate–, es normal, da presión estar frente a las clases (con los demás alumnos), así que tuve que aprender todo ese proceso, por ejemplo de matemáticas, mantenimiento y de la materia de automatización”, refiere.
Toño, como se refieren a él sus compañeros, detalla por medio de Sol que ha sido “muy padre” su experiencia de estar en la escuela y que la carrera de Procesos Industriales le fascina, especialmente la materia de Automatización.
“Ver por ejemplo como el maestro Regino le mueve las máquinas y las arregla me encanta. Yo traigo mi herramienta porque quiero aprender, y yo admiro mucho a mi maestro porque sabe bastante, y quiero ser como él y estar en un futuro trabajando”, manifiesta.
> ¿Qué sienten ser de las primeras camadas de jóvenes del programa de “Inclusión” en cruzar esta escuela?
“Es emocionante, porque somos los primeros, y más por la responsabilidad que tenemos de ser el ejemplo de otros sordos, porque en realidad otros no tienen la oportunidad de estudiar la universidad, y debemos estar al pendiente de lo que hacemos, porque somos una muestra de muchos que vienen atrás”, agrega.
> ¿Y qué pasa cuando no viene la intérprete?
“(Risas) No sabemos nada, sólo estamos viendo ahí. Necesitamos que siempre esté presente. Pero a final de cuentas es la idea, que cuando esté trabajando tendré que ver la manera de comunicarme y trabajar sin intérprete. Para nosotros es una ventaja el saber leer y escribir y eso te ayuda mucho”, comenta Toño.
Ante la pregunta simpática de qué pasa cuando hay una muchacha que le gusta, si le pide a la intérprete Sol que le ayude o él mismo le dice, entre mucha risa Antonio menciona que él sólo se hace entender, mientras sus compañeros se sonríen, pues se puso rojo…
Por último, el joven estudiante comenta que está a punto de graduarse y que ahora está meditando buscar una maquiladora o continuar en el siguiente nivel para conseguir su título de ingeniería.
Cabe destacar que en el mes de enero estos tres estudiantes harán sus estadías en una maquiladora donde puedan realizar sus prácticas profesionales y tengan la oportunidad de aplicar lo que han aprendido.
UN CAMBIO DE MENTALIDAD
Regino Nava, es el maestro de la materia Principios de Automatización. Aquí se aprende a controlar equipos, máquinas y cualquier cosa que se pueda mover sin la necesidad de que interactúe el hombre. Robots, puertas, máquinas y todo lo que se pueda automatizar.
Como académico expresa su sentir de poder tener alumnos con capacidades diferentes buscando integrarse al sector laboral.
“Para mí es muy importante porque yo tengo un hijo que también tiene un problema y me da mucho gusto que ellos salgan adelante y terminen su escuela.
“Es una alegría darles clases a ellos, porque se integran mucho. Mis alumnos en su forma de ser preguntan y por medio de su intérprete y puedo poner expectativas grandes en ellos. Yo les daría trabajo a los tres”, afirma.
SE INTEGRAN MAS ALUMNOS
Mientras tanto, en los primeros grados ya vienen más estudiantes, como es el caso de Sergio Alberto Martínez Martínez, quien padece sordera y se apoya con su intérprete Osiel David Guerrero Pérez, ambos estudiantes de TSU en Procesos Industriales para el área de Manufactura.
“Para Sergio Alberto es algo nuevo, porque es un apoyo el que se le está dando. Había estudiado la preparatoria, pero con la diferencia de que ahí no tenían intérprete. Y ahora en la universidad es algo muy diferente, porque en las clases es de manera instantánea la información que se le está dando.
“Le ha servido mucho, porque ya sabe cómo entender lo que se explica, no solamente verlo. Ahora se le dice en señas también y si tiene dudas directamente pregunta con los maestros”, explica el traductor.
Por medio de señas el joven con discapacidad auditiva comenta que quiere seguir acudiendo a la escuela para continuar con su aprendizaje, porque si no, su futuro es incierto.
“Esto me servirá mucho para poder trabajar, es por eso que me esfuerzo para aprender y quiero seguir así”, asegura Sergio Alberto.
> ¿Cuál ha sido la atención que ha recibido por parte de sus maestros y compañeros?
“Al principio no conocía a ninguno. La comunicación era evidentemente un problema, pero ahorita con Osiel que me interpreta, con algunos alumnos empezamos a relacionarnos. Me empiezan a intentar hablar y les enseño un poquito de señas.
“Por supuesto que sí recomendaría a otras personas con discapacidad venir a la universidad, al igual que yo y seguirse esforzando. Hay mucho más sordos que yo les animaría a venir aquí”, expresa.
Por su lado, para Osiel es ésta una experiencia muy humana y también la posibilidad de prepararse conjuntamente con Sergio Alberto.
“A mí se me hace algo muy bueno. En lo particular yo trabajo en una escuela para sordos (Isaías 55), y la realidad de ellos cuando asisten a otra escuela es dura, porque es como meter a una persona dentro de un lugar donde no conoce nada, y donde no sabe qué pasa a su alrededor sino nada más lo que ve.
“Entonces es una experiencia muy diferente, que es muy buena y gracias a Dios que la podemos aprovechar. Se le está facilitando a Sergio Alberto el canal de comunicación, que es lo más importante, porque si él viene y no entiende va a reprobar, a la primera semana se daría por vencido y no encontraría su lugar.
“En cambio, con esta oportunidad que la universidad le está dando él se siente mucho más seguro y le gusta estar viniendo. Se esfuerza cuando estamos fuera de la universidad. El me pregunta y me dice no entendí esto, la tarea cómo la vamos a hacer. Y ya está pensando en un futuro, qué va a hacer con su vida, sobre si egresa, entonces sus ingresos económicos van a ser mejores.
“Entonces aparte de que es algo muy
humano, a él lo está ayudando a madurar lo suficiente en su aspecto personal. Si pudiera haber más escuelas desde el jardín de niños, que se pudiera poner a una persona y estuviera con ellos de tiempo completo, desde educación básica, en mi opinión la población de sordos que estaría en universidad sería mucho mayor”, expresa el joven traductor.
Osiel menciona no saber con exactitud el número de personas que padecen discapacidad auditiva en Reynosa; sin embargo, comenta que la población sordomuda si es considerable. Argumenta que no se llega a detectar un número apropiado por la falta de información que hay hacia padres de familia, ya que a muchos los dejan en sus casas.
“Como la sordera es una discapacidad que no se ve, es más complicado captar este segmento. Donde yo trabajo (en Isaías 55) tenemos alrededor de 53 personas con sordera, pero creo que ha de haber muchas más en la ciudad”, considera.
Al final, todos los alumnos con capacidades diferentes de la UTTN coinciden en que sí se puede cursar la universidad, porque ellos no ven en su problema físico un obstáculo, sino la motivación para hacer cualquier cosa como todos los demás y de esta forma, ser también un apoyo para la sociedad y sus familias.
Ya hay egresados
Cabe destacar que esta universidad se divide en dos niveles que son Técnico Superior Universitario y la ingeniería. Del primero hay un joven que ya se graduó en TSU de la carrera de Tecnologías de la Información con discapacidad auditiva, que se fue un año, trabajó, regresó y en este momento está estudiando su ingeniería.
“Y tenemos tres alumnos en la carrera de Procesos Industriales (Evelyn Aimé, Carmen Karina y José Antonio) que ya están próximos en concluir su carrera de Técnico Superior Universitario en Procesos Industriales. Mientras que en Administración hay una persona con discapacidad visual, y una chica de baja visión, a quienes básicamente estamos atendiendo, además de los de discapacidad motriz y como lo mencioné, el abanico se hace muy amplio cuando hablamos de discapacidad.
“Tenemos desde el ciego total al que tiene baja visión, al que posee nada más un ojo, y también trabajamos en la parte estética a que tengan sus ojos normales para que eso no afecte su autoestima”, describe la entrevistada.
Vale hacer mención que el trabajo de la “Inclusión” de personas con capacidades diferentes en Reynosa no lo hace sólo esta universidad según comenta Laura Guillermina.
“Aquí los profesores son ingenieros, no son maestros de educación especial ni psicólogos; sin embargo, formamos un comité de ‘Universidad Incluyente’ en el que participan las personas que nos podían ayudar, desde la identificación, la captación, la inclusión y el egreso, con la oportunidad de un empleo.
“En ese comité están las preparatorias, educación básica, el DIF (Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia) con sus centro de atención que es el CRI (Centro de Rehabilitación Integral); están las escuelas de bachillerato, porque aquí tenemos que reconocer que hay atención para las personas con discapacidad desde primaria, existe una estructura y un programa bien establecido.
“No obstante, a nivel bachillerato no había nada y estábamos nosotros como universidad. Entonces, cuando quisimos iniciar el proyecto con lo que nos encontramos es que no había alumnos. Lo que se hizo fue establecer esa alianza, porque abrimos y teníamos un alumno que llegó solito, pero no había la manera de captar más jóvenes porque había ese bache en preparatoria.
“Nos encontramos con que los alumnos terminaban su primaria, secundaria y ya no tenían para donde ir, solamente uno que otro en el que los papás eran muy proactivos”, comenta.
ESTAN VIENDO FRUTOS
Fue así que invitaron al comité a asociaciones como Isaías 55, Miradas de Esperanza, el Grupo Solidario y otras agrupaciones más que están tratando de hacer lo que la sociedad no les da: ayudar a que estos jóvenes tengan su preparatoria.
“La idea es que no estén ellos trabajando solos, cuando el sistema educativo les debe proporcionar todo lo necesario. Ese es justamente el objetivo, que en ese comité nos dimos cuenta que esto no es de una persona, y que cada quien tiene que hacer la parte que le corresponde.
“Entonces, lo que hicimos fue apoyar, ayudar y promover a las escuelas preparatorias para que fueran incluyentes. De esta manera el Cbtis 7 ya trabaja con esta modalidad, ellos tienen incluso una área especial. También está el Itace (Instituto Tamaulipecos de Capacitación para el empleo); está la Múgica, la Escandón, que están haciendo su esfuerzo”, señala.
A raíz de que esta unión y sinergia, es que ahora es posible en Reynosa que un alumno con discapacidad curse desde su educación básica hasta la superior.