Sin importar las bajas temperaturas que acompañan las noches de enero, en el lienzo charro “Los Tamaulipecos” los ánimos suben conforme los jinetes galopan en su tarea de cortar el ganado en menos de un minuto. La adrenalina se siente en el público espectador, que no presta atención a las bajas temperaturas y se desgarganta dando instrucciones a los jinetes del ruedo cómo si estos pudieran escuchar a cada uno de los aficionados.
En el ruedo se encuentran dos jinetes, uno tiene la tarea de servir de “portero”, mientras el otro arrea los becerros intentando que se acomoden del cero al diez.
“¡Es el cero, el cero!”, vocifera uno del público al jinete que tiene como reto meter a diez becerros en su corral por orden numérico.
Mientras tanto los montadores no se quedan atrás en cuanto a gritos y adrenalina, espoleando su caballo hacia ambos lados intentan evitar que algún becerro que no corresponda, se meta antes que los demás. En el lienzo se escucha la alarma, señal que sólo faltan unos cuantos segundos para terminar el tiempo; en ese momento un animal marcado con el número ocho se cuela por el hueco que quedó detrás del jinete que cuidaba el corral y el juez tiene que marcar el foul al equipo participante que no podrá seguir participando hasta la siguiente ronda.
El torneo de Cortadores de Ganado, organizado por la Asociación de Caballos Cortadores de México, A. C. se encuentra en su máximo apogeo, equipos de ciudades como Nuevo Laredo, Ciudad Victoria y Reynosa se hacen presentes en una competencia que reúne a los mejores exponentes de esta especialidad en el Estado, quienes tienen que demostrar pericia y habilidad en el manejo de los equinos para poder llevarse el título de ganadores.
En el lienzo, público y participantes toman un descanso y platican de los caballos, comentan que esta vez la suerte no ayudó al jinete o cómo es que el montador no distinguió el ocho del cero. A la voz de los jueces los caballos se preparan, la competencia se reanuda y se llama al ruedo al equipo de Ciudad Victoria quienes haciendo gala del estilo western le dan un toque de coquetería al rudo deporte ecuestre.
Y es que las integrantes de este singular equipo vienen preparadas para destacar en el ruedo con sus texanas negras adornadas con chaquiras y un lucido vestuario verde con el que adornaron hasta sus corceles.
La pareja está conformada por Cecilia Canales y Nara de Luna, quienes con toda gracia y entereza entran a la arena para acomodar los becerros y en el momento indicado por el juez empiezan a cortar y se adueñan del ruedo.
Canales funge de “portera”, y lanza agudos gritos que ahuyentan a los becerros los cuales huyendo de la cortadora que los arrea con su equino, intentan cruzar el corral, pero Canales no se los permite, a los diez segundos ya metieron el cero y el uno; sin embargo, sin poder evitarlo el siete se cuela detrás de la montadora que cuida la entrada del corral y el foul se marca inmediatamente por los jueces.
Las competidoras hacen una mueca de molestia pero hay que aceptar que a pesar de su pericia con los equinos, no pudieron evitar el becerro y salen a esperar el siguiente turno, en lo que la siguiente pareja de vaqueros se presenta en el ruedo.
Aunque la suerte no les favoreció en su primera participación, la pareja que conformaron Cecilia Canales de Malibrán y Nara de Luna, no es subestimada por el público ni por los demás competidores, pues ambas son cortadoras muy audaces que se han desenvuelto con toda naturalidad en el sorteo de ganado.
Incluso, Canales ya fue campeona en una de las competencias organizada por la Asociación de Caballos Cortadores de Tamaulipas.
Pero no son las únicas, dentro de los equipos participantes hubo por lo menos seis competidoras quienes a la par de sus contrincantes varones pelearon con conseguir el primer lugar de la competencia.
DE ESCARAMUZAS A CORTADORAS
En el intermedio antes de entrar al ruedo, las competidoras del equipo verde, se reúnen para revisar sus caballos, intercambiar consejos y observar al resto de los participantes que siguen su lucha por meter el ganado a su corral en tiempo récord. Ambas son de la capital del Estado y tienen en común además del amor por los caballos, el haber practicado el arte ecuestre desde muy chicas como escaramuzas charras, una disciplina que además les hizo nacer el amor por todas las variantes de la charrería.
Al ser escaramuzas no sólo debían cuidar una alegre y vistosa apariencia que le diera color a este deporte, sino también debían de participar de las suertes propias de la charrería demostrando su destreza y valentía con el caballo.
Desde hace seis meses se formó el equipo de sorteadoras de ganado a iniciativa de Edmundo Lozano y Nara de Luna, quienes son asiduos promotores de los deportes ecuestres. Nara de Luna fue la encargada de reclutar a cada una y no batalló mucho ya que todas se conocían y eran amigas.
Aunque la actividad de escaramuza la desarrollaron en épocas de infancia y adolescencia, las seis integrantes nunca dejaron de montar a caballo hasta que fueron invitadas por Edmundo Lozano para formar parte del equipo de cortadores de ganado de Ciudad Victoria, donde un cuarteto de cortadoras se dispuso a practicar para participar en las competencias estatales.
Así lo platica Cecilia Canales, quien con pocos meses en esta actividad, ya se ha convertido en toda una campeona.
“En esta actividad tengo desde septiembre, aunque me encanta montar a caballo y lo he hecho desde chica, había dejado de practicar, así que cuando me invitaron a participar me gustó la idea y practicamos muy duro todos los días”, comenta sonriente.
Con ella coincide Dafne Herrera de Cárdenas, otra de las integrantes del equipo que montó por primera vez a los siete años y prácticamente tiene 15 años dentro del deporte ecuestre.
Las escaramuzas, dicen, tienen movimientos muy distintos a los que se realizan como cortadoras de ganado.
“Es difícil porque en la escaramuza mueves la mano y cadera y en cortando ganado, mueves poco más la mano y debes estar muy atenta, tener todos los sentidos puestos en el deporte, porque en un segundo puedes perderlo todo.
Hay mucha diferencia, empezando en cómo se monta, en escaramuza montas en albarda (de lado), así que tenemos que usar menos las piernas. La verdad que tenemos un excelente maestro, yo monté desde los siete años hasta los veinte en escaramuza y he aprendido a manejar más al caballo con las piernas y como se debe a un caballo”, comenta Herrera.
Otra de las integrantes del equipo, Cecilia Zámano, confiesa que hasta hace poco había participado en las dos actividades ecuestres, pero la emoción que vive en cada competencia han hecho que se incline más hacia el sorteo de ganado.
EMOCIONES A GALOPE
La adrenalina es la causa por la cual las montadoras se han enamorado del sorteo de ganado. Este ingrediente que no puede faltar en ninguna competencia, ya sea en las gradas apoyando al equipo favorito o dentro del ruedo, donde los participantes deben demostrar su pericia, audacia y rapidez para arrear todo el ganado.
Ninguna competencia es igual para ellas, porque además de intercambiar parejas (a veces son hombres con mujeres) los factores se combinan para que el juego sea distinto. La habilidad como jinete, la conjugación del equipo y hasta la suerte, pueden determinar al ganador.
La campeona del equipo de Ciudad Victoria, Cecilia Canales apunta: “En cada entrada son diferentes compañeros y los becerros nunca se acomodan dos veces de la misma manera. No sabemos cómo tendremos el juego, a veces se acomodan muy rápido y es fácil estarlos arreando, otras veces no, y también tiene que ver el compañero de equipo que tengas. Todo tiene que ver para ganar, la suerte y la técnica, realmente tienes que saber, pero si las habilidades se combinan con la técnica, que mejor”.
Y si la emoción se vive en una práctica ordinaria, es mucho mayor en las competencias donde participan sorteadores de ganado con mucho más experiencia que ellas. Pero el equipo no se desanima, se ensilla en el caballo y hace lo mejor que puede, aunque eso sí, admiten que para integrarse a los roles deben de practicar sin cansancio, en especial para un encuentro estatal.
“Para venir a asistir al encuentro en Reynosa, comenzamos a practicar desde enero hasta un día antes del evento. Practicamos el manejo de caballo y las piernas, a veces nos ponen tanques con conos para adiestrarnos en parar el caballo, voltearlo, ejercicios de ese tipo, manejo de piernas y manejo de riendas y lo mismo hacemos cuando practicamos con becerros”, platica la líder de las sorteadoras.
Pero la adrenalina y el valor no son lo único que se desarrolla en estas competencias, también el trabajo de equipo, pues cada una apoya a su compañera y comparten la alegría cuando alguna resulta ganadora como en el caso de Cecilia Canales quien obtuvo el segundo lugar en la competencia de Reynosa.
“Tuve la suerte de que en esta competencia quedara en segundo lugar. Metimos nueve becerros que en este momento son becerros nuevos y están difíciles, la verdad practicamos diario todas y a veces tiene la suerte uno u otro pero el que gane mientras sea del equipo estamos felices”, mencionó la cortadora.
UN DEPORTE PARA TODOS
Si antes las amigas se reunían para salir a comer o ir de compras, ahora se juntan para practicar este deporte ecuestre que no es exclusivo del género masculino. Y aunque todavía no sea muy popular en las mujeres, cualquier persona que monte a caballo lo puede practicar, incluso los niños.
Nara de Luna comenta: “Es un deporte de hombres y mujeres y totalmente familiar, en él pueden entrar los niños de ocho años para arriba, que es la edad donde ya pueden montar mejor. Hace poco hubo una competencia en Estados Unidos donde el primer lugar lo ganó un niño de once años”, refirió.
Familias completas acuden a ver a los sorteadores, y no es raro que al final de una competencia los niños se acerquen con los participantes para acariciar al caballo y felicitar al jinete, incluso para abrazar este deporte que ya se ha vuelto uno de los más populares en ferias y lienzos charros de todo Tamaulipas.
Pero lo mejor de esta actividad, según platican las montadoras, es cuando se practica en parejas o en familia.
“Combinarlo con la pareja te une mucho, es muy bonito convivir con tu pareja en el sorteo de ganado”, aseguran.
Como es un deporte familiar no es raro ver que los esposos estén fuera del corral lanzando porras a las señoras, de igual forma que lo hacen ellas cuando toca el turno del esposo.
Las montadoras de Ciudad Victoria no son las únicas que se aventaron al ruedo a sortear ganado, desde Nuevo Laredo, apoyadas por su familia como el caso el caso de Laura Pérez, que mientras cortaba ganado era animada por las ovaciones de su padre, Ignacio Pérez “¡Esa es mi’ja!”, se jacta cada vez que la joven mete un becerro al corral.
“Ahorita somos dos mujeres que estamos echándole ganas, la mayoría de los competidores son hombres pero nosotras no nos quedamos atrás”, afirma sonriente la montadora.
A diferencia de las competidoras de Ciudad Victoria ella nunca fue escaramuza, pero se enamoró del deporte ecuestre desde que se subió al caballo y ha demostrado que en destreza y habilidad, también iguala a sus compañeras.