
Difundidas a través de mensajes de audio, WhatsApp y Facebook, las “Fake news” se propagan entre la sociedad con la rapidez de un virus, dando como resultado no sólo la desinformación, sino en el peor de los casos cobrando la vida de quienes son víctimas de estar en el lugar y momento equivocados.
José Espinosa sufre desde hace años de afectación en su vista y diversos padecimientos que merman su salud, por lo cual se le recomendó hacer ejercicio.
En un intento de recuperar su visión se ha sometido a múltiples operaciones que le obligan a usar lentes oscuros para proteger sus ojos. Toda su vida ha sido comerciante y hasta el invierno pasado su lugar de ejercicio era la plaza de la colonia Carlos Cantú donde es residente.
Sin embargo, debió de abandonar esta costumbre porque una vecina le informó a su esposa Antonia que alguien había publicado en la página de Facebook “Código Rojo” una foto de su marido, identificándolo como un “hombre sospechoso” que asediaba por los alrededores de esta colonia.
Poco familiarizado con las redes sociales, se enteró a través de las capturas de pantalla mostradas por su vecina que se le acusaba de ser un merodeador, lo que desató la furia de los usuarios que comentaban la publicación.
José, que al ir perdiendo la visión tiene pocas distracciones, tuvo que quedarse en su casa por temor a ser confundido con un malhechor. De poco sirvió que sus hijas intentaran contactar a la usuaria que hizo la denuncia para que se retractara.
“Mis hijas si estuvieron comunicándose a la página, buscaron en Facebook a la señora, ellas le mandaban mensajes donde le decían que para ellas era su héroe su primer amor y que no querían que mancharan la imagen de su papá”, relató Antonia.
Al final José decidió dejar su hábito del ejercicio por miedo a las consecuencias de dicha publicación.
“Se le quitó la costumbre de irse a la calle, ya no volvió a ir (a caminar) Ya le decíamos: ‘Mira gracias a Dios no pasó nada, porque en Código decía que la mujer había regresado a buscarlo y él ya no estaba. Teníamos miedo que como mi esposo se le quedaba viendo a la gente sin reconocerla, le fueran a hacer algo’, recordó Antonia.
EL NUEVO ‘TELEFONO DESCOMPUESTO’
El tema es complejo, las “fake news” no se dan en un medio de comunicación – o no deberían- sino más bien de “boca en boca” a través de las redes sociales que son usados como medios de difusión, uno de los principales el WhatsApp.
Así lo comentó Daniela Mendoza, periodista, catedrática de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y una de las fundadoras de la organización civil “Verificado”, que se dedica precisamente a la verificación de noticias en medios digitales.
“Una de las circunstancias por las que una persona cree en una información que le llega por WhatsApp es que a diferencia de los medios, quien te manda un mensaje es alguien conocido”, dijo.
Según Mendoza la desinformación opera con varios mecanismos: legitimar, minimizar, distraer, destruir o, incluso, puede ser producida por diferentes grupos de poder u organizaciones con un fin específico.
“La mayor parte de la desinformación está producida con el objetivo de apelar a las emociones primarias: el rechazo, la ira, la tristeza. Cuando recibimos algo que apela a esto, nuestra primera reacción es compartirlo con otras personas que empatice con nosotros o para protegerlas, prevenirlas e incluso brindarles algo que las va a hacer felices”, detalló.
La especialista en “fact cheking” señaló que la desinformación es un fenómeno que afecta a la sociedad en muchas maneras, especialmente en el ámbito emocional.
“Nos sentimos inseguros, a la defensiva, nos causa estrés y todas las cosas que suceden con el estrés a los seres humanos”, explicó.
La entrevistada refirió que la desinformación puede incluso influir en el ejercicio de los derechos civiles como el voto; al difundirse información falsa de cierto partido o candidato, las personas pueden modificar su elección o peor aún, abstenerse, con lo cual se destruye el voto pensante.
Existen también intereses económicos, por ejemplo: la difusión de los supuestos beneficios del dióxido de cloro para prevenir el Covid-19, provocó un aumento en la comercialización de este producto, aunque sus beneficios no están comprobados y puede causar daños a la salud.
No todos estos datos provienen de un grupo con un fin específico. Algunos de estos mensajes suelen ser para alertar sobre alguna situación fuera de lo común, un auto estacionado o un extraño circulando en el vecindario, en muchas ocasiones estos mensajes salen del grupo originario y se vuelven virales agregando nuevos datos, provocando el efecto del “teléfono descompuesto”.
Al ser datos genéricos no se sabe el lugar ni la fecha de la emisión de los mensajes y siguen circulando por diferentes lugares incluso mucho tiempo después de su envío original haciendo imposible ubicar a su creador primario.
Para ilustrar el punto, la comunicadora comentó el caso de una broma entre amigos que tomó dimensiones desproporcionadas: la foto de “El taquero Caníbal”.
“Un chico que se tomó una foto con una bandeja de cueritos y su amigo le hizo un meme con la leyenda de “El más buscado”, y lo subió al Internet. Para el día siguiente ya había hasta denuncias penales en tres estados contra el que fue conocido como “El sicario de la barbacoa humana”, relató Mendoza.
Afortunadamente para el implicado, una periodista que lo conocía por su trabajo de elotero le ayudó desmentir la noticia, aunque ello no impidió que el ya conocido como “taquero caníbal” recibiera amenazas de muerte.
PANDEMIA DESINFORMATIVA
De la mano de la pandemia por el Covid-19 se viralizó mucha información falsa. Desde los remedios para prevenir o, peor, curar la enfermedad, hasta quienes decían que el virus no existía. Incluso se decía que en los hospitales se robaban el líquido de las rodillas o que el termómetro infrarrojo mataba las neuronas.
En este sentido hubo mucha gente que fue víctima de la falsa información comprando productos promovidos por estas noticias, como las tarjetas de dióxido de cloro o pagar por las constancias de cursos del coronavirus del IMSS.
Así, además del temor del contagio, las noticias falsas aumentaron el temor y la incertidumbre en la población durante la temporada más crítica de la cuarentena.
Pero no todas las noticias falsas fueron del coronavirus. Corrió la información que la lepra era una nueva amenaza de salud, una noticia que causó alarma entre la población y al ser verificada resultó falsa.
VACUNARSE CONTRA
LA DESINFORMACIÓN
Aunque para el Covid-19 no existe una vacuna aprobada, para el virus de la desinformación sí hay un antídoto: verificar. Para promover la autenticación de datos la Organización de las Naciones Unidas emprendió una campaña con tres puntos básicos para evitar la propagación de las noticias falsas.
Primero: Hacer una pausa. Antes de dejarse llevar por alguna emisión cuestionar de entrada la veracidad del mensaje recibido, si no es posible confirmarlo, no compartir. Segundo: verificar la fuente de la información.
Tercero: hacer una búsqueda de reversa en internet para conocer si esa noticia, mensaje o audio ya ha sido compartido en otros lugares.
Daniela Mendoza asegura que se debe cambiar la mentalidad de compartir “por si las dudas” a “por si las dudas, no la comparto”.
“Tenemos que cambiar el modo en el que percibimos (la información) para prevenir. Lo que estamos buscando es que sabemos que estamos expuestos a muchísima información que nos genera muchas emociones, tenemos que buscar el modo de no formar parte de la cadena de desinformación”, reiteró Mendoza.
LAS VÍCTIMAS
El peligro de las noticias falsas por medio de redes sociales no es una exageración. El virus de la desinformación ha cobrado vidas humanas. Al cierre de esta edición se informó del linchamiento de la abogada
Edmunda Adela Martínez Velazquez, quien fue asesinada a golpes por habitantes de la comunidad de Emilio Portes Gil perteneciente al municipio de San Nicolás Buenos Aires, Puebla.
La abogada y un acompañante, que hasta el momento se desconoce su identidad, fueron capturados por una multitud de locales quienes los acusaban de pertenecer a una banda de roba chicos y tráfico de órganos.
Días previos al linchamiento comenzó a circular un audio de WhatsApp advirtiendo a la ciudadanía de estos atracos. La pareja fue atada a un poste y golpeada por la muchedumbre, lo que quedó registrado en varios videos.
Y no es el único caso donde una noticia falsa provoca un linchamiento.
El 12 de noviembre del 2018 Ricardo Flores y Alberto Flores de 21 y 43 años respectivamente fueron linchados por pobladores de Acatlán, también en el estado de Puebla, acusándolos de igual manera de pertenecer a una banda de secuestradores que traficaba con órganos. Aunque los hombres habían sido detenidos por un delito del fuero común (beber alcohol en la vía pública) en redes sociales se dijo que estaban en la comisaría del poblado por un supuesto intento de secuestro. Este linchamiento también fue transmitido en vivo por Facebook Live.
‘LEY OLIMPIA’ VS ‘FAKE NEWS’
El pasado 22 de octubre el Congreso de Tamaulipas aprobó las reformas al Código Penal del Estado, donde en el Artículo 390, capítulo tercero, se contempla el delito del ciberacoso.
Es responsable de este delito quien: “hostigue o amenace por medio de las Tecnologías de la Información y Comunicación, tales como redes sociales, mensajería instantánea, correo electrónico o cualquier otro medio digital y cause un daño en la dignidad personal o afecte la paz, la tranquilidad o la seguridad de las personas, mediante el envío de mensajes de texto, videos, impresiones gráficas, sonoras o fotografías”.
Dicha ley mejor conocida como “Ley Olimpia” por su promotora original, contempla penas de once meses a tres años de cárcel a quienes cometan este delito y multas de cincuenta a trescientos días del valor diario de la Unidad de Medida y Actualización; es decir, sanciones de cuatro a ocho años de prisión y multas de entre entre 86 mil 880 pesos hasta 173 mil 760 pesos.
En opinión de la abogada penalista Cintia Moreno Gil esto es un gran apoyo para quienes han sido víctimas de “fake news”, pues las injurias y difamación ya no existían en el código penal y con las reformas se podrían penalizar a los responsables de crear contenido falso las o distribuirlo en la red si afectan a un particular.
“No había manera de iniciar una investigación a menos que fuera una publicación en la cual se tuviera la certeza de quién publicaba y en donde se realizara una amenaza directa lo cual nunca me tocó. Normalmente las publicaciones se hacen de perfiles falsos”, dijo.
Agregó que en Tamaulipas la “Ley Olimpia” se extendió al agregar un artículo más, donde tanto hombres como mujeres encuadran para defender sus derechos ante un daño por información falsa difundida en Internet.
De aprobarse este artículo, el distribuir una noticia falsa también tendría una penalización.
“La ley contempla el delito a quien comparta, hostigue o amenace por medio de las tecnologías de la información y comunicación. Cualquier acción que a ti te cause daño en tu integridad personal, afecte tu paz, tu tranquilidad por el envío de mensajes de texto, de voz o fotografías se va a conocer como ciber acoso”, detalló la abogada.
Celebró que de aprobarse esta ley ya se podría investigar y castigar a los responsables.
“A mi despacho con mucha frecuencia nos llegan casos así ,que subieron una fotografía o que amenazaron y no teníamos ninguna herramienta para castigar, ni siquiera para investigar porque no había nada en el código penal que estableciera la existencia de un hecho que la ley penalizara”, explicó.
Reconoce que el meollo del asunto sería identificar al autor en cuestión algo difícil en las redes sociales, pero no imposible al hacer uso de la misma tecnología para rastrear su origen.
Por lo menos en los estados de Tamaulipas y Nuevo León los usuarios de redes sociales deberán hacer esa pausa obligada antes de compartir información que perjudique a un tercero, porque en ambas entidades se establecen penas para el ciberacoso.
Incluso en el estado vecino existe un precedente de una denuncia de difamación a través de las redes sociales interpuesta en abril del 2015 por José Luis Cepeda Dávila quien fue señalado a través de Facebook de ser un presunto ladrón de niños (como se detalló en la edición número 306 de Hora Cero Nuevo León) aunque la diferencia fue que en este caso se identificó a la autora de la publicación.
Por un lado se festeja la existencia de leyes que protejan de la difusión de contenido falso en el ciberespacio, sin embargo para Daniela Mendoza, más que leyes que penalicen, se requiere una sociedad educada para no propagar falsa información
“Yo sigo confiando más en la formación, en la capacitación por encima de la penalización. Debemos tomarnos una pausa y hacer un pequeño filtro, no consumir las cosas tan directamente. Si se toman cinco segundos antes de compartir va haber un cambio bastante importante en que no vamos a seguir contaminando el flujo de información”, opinó.
Lo cierto es que hasta que no se tome conciencia del peligro que significa ser un eslabón más en la cadena de desinformación no se podrá erradicar este problema de raíz y al igual que la nueva normalidad impuesta por el COVID-19 se tendrá que aprender a convivir con ella.