El proyecto periodístico denominado “El Reto 03” fue no solamente un logro profesional que involucró a todo el equipo de Hora Cero, sino también una experiencia que hizo crecer como seres humanos a los integrantes de la redacción de Hora Cero, al exigirles trabajar en ambientes y condiciones desconocidas, sobre todo a los protagonistas de ese viaje: Gerardo Ramos Minor y un servidor.
Nacido de la frustración de no poder cubrir un evento tan importante como una guerra, debido al excesivo costo que representa, y bajo la premisa de demostrar que se puede hacer buen periodismo sin gastar una fortuna en el intento, “El Reto 03” constituyó una práctica innovadora en esta profesión.
Un restaurante de comida china en McAllen, Texas, fue el lugar donde se empezaron a barajar las ideas, desde las más descabelladas hasta las más prudentes.
Como dueño y director editorial de Hora Cero, respectivamente, Heriberto Deándar Robinson y Héctor Hugo Jiménez confiaron a los dos enviados especiales la responsabilidad de ofrecer a los lectores textos diferentes, historias nuevas, algo que no encontraran en la prensa tradicional.
Así, antes de que se popularizaran los diarios cibernéticos llamados “Blogs” o de que la película Diarios de motocicleta llegara a las pantallas, la lluvia de ideas dejó bien empapados a los involucrados en el proyecto periodístico con un objetivo cierto: si queríamos buenas historias debíamos ir a buscarlas.
OBJETIVO: TIERRA DE FUEGO
La pregunta fue simple y quizá por eso la respuesta llegó sin mucho pensar:
-Si se van de aventón rumbo al sur ¿hasta dónde llegarían?
-Hasta el fin del mundo.
Entonces quedó resuelta la cuestión: el viaje sería de Reynosa, Tamaulipas, hasta Tierra de Fuego, a la Patagonia, al extremo sur del planeta para darle la razón a Joan Manuel Serrat con eso de que “el sur también existe”.
Migración a la inversa pero bajo ciertas condiciones, pues a pesar de lo que hubiéramos deseado los reporteros, no se trataba de un viaje de placer.
En primer lugar lo obvio: reportajes de los temas relevantes en cada capital, el diario de viaje –que gracias al ingenio de César Estrada se redactó en Internet en un sistema entonces desconocido llamado “blog”– y entrevistas con los directores de los principales diarios para saber las situación que guarda el periodismo en cada nación y lo que pensaban acerca de la prensa mexicana y del entonces presidente, Vicente Fox.
Luego, el elemento extra: llevar a cabo el trabajo con el mínimo de recursos económicos, en las condiciones menos favorables, por lo que se decidió que los reporteros debían irse de “aventón”, buscando transporte gratis, y también hospedaje con los colegas o quien se ofreciera.
Por si las dudas, llevamos tienda de campaña y bolsa de dormir. Una agenda con apenas unos cuantos nombres de los conocidos de algunos amigos y sendas mochilas de 25 kilos de peso donde esperábamos llevar todo lo necesario para los próximos dos meses, que fue la expectativa que nos hicimos para llegar a nuestro destino.
Desde la redacción del periódico todo se veía de una forma. Muy pronto nos dimos cuenta que pasar de la teoría a la realidad era muy diferente. Nos volvimos expertos en el arte de improvisar.
12 PAISES
Una docena de ciudades capitales, doce redacciones de los principales periódicos de cada país y uno que otro canal de televisión hasta arribar a Ushuaia, la ciudad más austral del planeta, donde el territorio argentino y el mismo continente americano encuentran su fin, podría ser un recuento práctico de la odisea que empezó con el mes de mayo de 2003.
Ahí están las portadas, las ediciones, los reportajes, las entrevistas, las crónicas, las fotos y todos los mensajes de apoyo y ánimo de los lectores que fueron siguiendo la ruta al sur.
Sin embargo, “El Reto 03” fue mucho más que eso. Fue vivir durante 65 días con incertidumbre y adrenalina, con días muy alegres y otros bastante funestos, algunas jornadas estuvieron marcadas por el éxito al conseguir la entrevista o un lugar cómodo para pasar la noche y otras estuvieron llenas de frustración y malos augurios.
Lo mejor es que en cada una de esas jornadas aprendimos algo, ya sea del desconocido entorno que nos rodeaba –gente y lugares ajenos–, o de nosotros mismos porque las palabras convivencia, tolerancia y cooperación adquirieron en ese periplo todo su significado, tanto de quienes hicimos el recorrido como de quienes nos apoyaron desde nuestros hogares, desde la redacción y desde su generosidad: un dato útil, una palabra de aliento, un ofrecimiento a comer, el préstamo de una computadora para hacer nuestro trabajo, el aventón para llegar a la próxima capital y hasta las puertas de una casa para pasar la noche; la solidaridad de los colegas de oficio y de la gente que nos encontramos puesto que, sin ellos, indudablemente el resultado no hubiera sido tan satisfactorio.
A 10 años de iniciado el proyecto Hora Cero, no cabe duda que una de las huellas que dejó ya para marcar su historia en el periodismo es la realización de “El Reto 03”, una experiencia de trabajo, pero también de vida.