
“Mi hijo se vino a Reynosa a conocer y a trabajar para hacerme mi casita”, dijo Eulalia Tomás del Angel, una afligida madre que hasta el momento no encuentra a su hijo Víctor Pérez Tomás, de 17 años de edad, y que trabajaba para una empresa local.
“Como nosotros somos humildes, él (Víctor) me dijo: ‘Mamá me voy a ir a Reynosa para hacer tu casa’; pero ahorita no lo encuentro”, comentó la madre sin poder contener las lágrimas.
Hace poco más de un año, Víctor se vino a esta frontera siguiendo a sus hermanas con el firme propósito de encontrar un empleo, y pese a que era una persona muy joven, su máximo anhelo era darle una mejor vida a su familia.
“El quería trabajar mucho para que yo viviera mejor, además tenía más de un año que no lo veía; hace dos meses que yo llegué aquí (a Reynosa) y me recibió muy contento, porque decía que ya tenía a su madre aquí; me dijo: ‘Mamá tú ya no te vas a regresar, tú te vas a quedar aquí conmigo’, pero yo no pensaba que esto iba a sucederle”, mencionó Eulalia, mientras las lágrimas corrían por su rostro.
“Yo lo que quiero es encontrarlo, aunque sea herido, pero quiero verlo”, dijo desesperada.
La mujer, aseguró que estas horas han sido las más largas de su vida; desde que supo la noticia de la explosión no ha podido dormir, pues está al pendiente de cualquier información que le puedan dar.
Hubo un momento en el que le pareció verlo llegar a su casa, sin embargo, fue solo su imaginación, dice.
“Las horas las he pasado terrible, en la noche ni siquiera pude dormir, a veces escuchaba que me hablaba y me decía: ‘Mamá ya llegué, ya vine mamá’; pero salí a la puerta y no era nadie”, narraba la mujer sin poder evitar el llanto.
Originarios de Naranjos, Veracruz, Eulalia aseguró que no descansará hasta tener información de su hijo.
“Yo le pido mucho a mi Dios que aparezca, es mi deseo como madre y lo que más quiero es encontrarlo”, puntualizó.
SOÑABA CON AYUDAR A SU FAMILIA
Desde muy pequeño Víctor siempre soñó con ayudar a su familia, por eso en la primera oportunidad que hubo de venirse a la frontera no lo pensó dos veces, dice doña Eulalia.
“Cuando mi hijo terminó la secundaria, allá en Naranjos, Veracruz, me dijo: ‘Sabes que mamá, yo me voy con mis hermanas a
Reynosa, a buscar trabajo, en lo que sea pero quiero ganar dinerito para hacer la casa’, y nosotros le dimos permiso”, refirió la mujer.
Al saber que tenía el consentimiento de sus padres, el joven tomó su ropa y llegó a Reynosa a vivir a casa de su abuela Alfreda.
No fue fácil para “acomodarse” pues batalló para encontrar trabajo como dice Eulalia, pero una vez que fue contratado, no cabía de felicidad; recuerda que lo primero que hizo fue llamarle a su madre y darle la noticia.
Al conocer poco del trabajo de su hijo, Eulalia señaló no saber a ciencia cierta que labor desempeñaba en la compañía para la cual trabajaba, él solo le informaba que hacia trabajos en Petróleos Mexicanos.
El tiempo pasó y Eulalia comenzó a extrañar a su hijo, por eso decidió venir a
Reynosa a visitarlo. La mujer cuenta que desde el momento en que la vio, el adolescente la recibió con un fuerte abrazo, como nunca antes lo había hecho, a pesar de que siempre fue un niño muy cariñoso.
“Víctor siempre ha sido conmigo muy amable, cariñoso y con todos se lleva. Cuando lo volví a ver, hace dos meses, mi hijo se deshacía en abrazos, estaba muy contento porque ya me tenía aquí, me pedía que ya no me regresara a Naranjos”, recordó.
Debido al sentimiento que le impedía hablar a Eulalia, Alfreda, abuela de Víctor, comentó que el adolescente siempre ha sido muy cariñoso con su familia, pero sobre todo, responsable.
“El siempre dijo que ya estaba grande para trabajar, que ya lo podía hacer. Quería sus centavitos para hacerle la casa a su familia, a sus padres, por esto trabajaba duro”, indicó.
Al ser un joven que aún no cumplía la mayoría de edad, la recuerda que en alguna ocasión lo regaño por haberse venido a esta ciudad.
“Yo le dije un día: ‘¿Y tu porque te viniste?’ Y me contestó: ‘Yo también me vine, abuela, porque quiero trabajar, no creas que no, porque yo también necesito dinero para hacerle la casa a mis papás, a mi mamá, por eso me vine con mis hermanas, y haber donde encuentro trabajo’”, mencionó la mujer.
Tanto fue la insistencia de Víctor que comenzó en la búsqueda de trabajo hasta que por fin encontró uno.
“Uno sinceramente nunca va a saber lo que va a pasar, mi nieto tenía las ganas de trabajar y lo hizo siempre pensando en su familia, él no pensaba en otra cosa más que ayudar a su madre, sacarla adelante era lo que más quería”, dijo con lágrimas en los ojos.
EN FEBRERO CUMPLIRA 18
En medio del dolor que la embarga al no saber nada de Víctor, Eulalia contó que su hijo ya pronto cumpliría su mayoría de edad, aniversario que tenían pensado celebrar, sin embargo, ante estos acontecimientos no saben que harán.
“Víctor ahorita tiene 17 años, para febrero 22 cumple 18, tengo cinco hijos más, él es el tercero, queríamos festejarlo, pero con esto que nos está pasando no sabemos qué vamos hacer; yo ahorita lo que quiero es que me den noticias de él, quiero encontrarlo”, comentó mientras la voz se le quiebra.
“Ahorita sólo le pido a Dios que me ayude a encontrarlo, porque mi desesperación de no saber nada de él es mucha. Me siento mal, yo sólo quiero encontrarlo, sólo quien ha pasado por esta situación puede entenderme”, señaló.
Pese a su condición humilde, Eulalia aseguró que siempre han sido felices, sobre todo Víctor, quien siempre sobresalió en su pueblo por ser alegre.
“Mi hijo siempre ha sido muy juguetón, cariñoso con todo mundo, eso se hablaba en mi pueblo. En la escuela igual, siempre fue muy respetuoso, estudioso, pero desgraciadamente no pudimos darles más estudios (a sus hijos) por esto tuvieron que venirse a trabajar para acá”, recordó.
Hasta el momento, doña Eulalia no ha podido encontrar a su hijo quien desapareció tras la explosión del 18 de septiembre.
Tal como lo pidieron las autoridades, ya se les practicó la prueba del ADN para conocer si entre las personas que aún no han sido identificadas se encuentra su hijo, sin embargo, los resultados no se sabrán pronto.