
Cuando se cumplen ocho años de su licitación (celebrada el 16 de diciembre de 2004), el puente peatonal ubicado en el cruce internacional Reynosa-Hidalgo en Reynosa, Tamaulipas, no sólo ha demostrado ser una obra inútil, sino muy cara.
Controvertido desde su edificación, este paso elevado representó una erogación de cuatro millones 706 mil 229 pesos con 92 centavos, según consta en documentos obtenidos por medio del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI).
De acuerdo al documento con el folio número 0610100144612, emitido por el Servicio de Administración Tributaria (SAT) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SCHP), con fecha del 19 de octubre de 2012, este puente fue construido por la empresa Gami Ingeniería e Instalaciones S.A. de C.V.
Las oficinas de esta empresa están en la calle Zapotecas número 17 de la colonia Santa Cruz Acatlán, en el municipio de Naucalpan en el Estado de México, de acuerdo a información contenida en el portal de transparencia del gobierno Federal Compranet.
Manuel Guillermo Muñozcano Castro aparece como el director general de esta firma, que ha hecho una gran cantidad de obra pública en todo el país.
Sin embargo, un par de proyectos sobresalen de los demás: la construcción de las nuevas instalaciones del Senado de la República en la avenida Reforma de la capital del país, y la línea 4 del Metrobús, que comunica el aeropuerto de la Ciudad de México con el Centro Histórico.
En el caso de las instalaciones de la Cámara Alta, aún hay una controversia por la calidad de las obras y el costo de las mismas.
Una nota publicada en El Universal, informó que el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos S.N.C (Banobras) reveló que el Senado de la República había gastado tres mil 53 millones de pesos en su nueva sede, 50 por ciento más de lo proyectado en un inicio del proyecto.
De acuerdo a crónicas en periódicos sociales, Muñozcano Castro es amante de la tauromaquia e incluso es copropietario de una ganadería de toros de lidia llamada Caparica.
Cabe señalar que el proyecto original de construcción de tanto el puente peatonal como el resto de las instalaciones de la Aduana de Reynosa, no fue realizado por Gami Ingeniería e Instalaciones, S.A. de C.V., sino por el despacho de arquitectos SCAP.
Esta firma, propiedad de Homero Hernández Tena, se encuentra en la calle Pachuca 135-4, de la colonia Hipódromo Condesa en la Ciudad de México, con los teléfonos (55) 5256 0706 y (55) 5553 1829.
Información contenida en su portal revela que el puente, como el resto de las obras, forman parte del programa “Aduana Modelo”, implementado por el entonces presidente de la República, Vicente Fox Quesada.
“Aduanas México encomendó a SCAP la tarea de proyectar lo que sería llamada ‘La Aduana Modelo’. Este magno proyecto se conforma por lo puertos fronterizos Reynosa I y II y Reynosa III, sumando entre ambos una superficie de 33 hectáreas”, cita la empresa en su portal de Internet.
En su página, los arquitectos comparten fotografías de tanto los dibujos como la maqueta que se presentó como parte de su propuesta para la llamada “Aduana Modelo”. Curiosamente en la proyección original de esta obra no estaba contemplado ningún puente peatonal.
CAMINAR EL DOBLE
Desde su edificación, este puente se ganó el rechazo de la ciudadanía que estaba acostumbrada a seguir una ruta para cruzar caminando el puente internacional Reynosa-Hidalgo.
Inicialmente, esta era la única vía para poder ingresar a las casetas de pago del paso peatonal, sin embargo, los tres niveles de casi 40 grados de inclinación, provocaron las protestas de personas discapacitadas y de la tercera edad.
Incluso reportes periodísticos dieron cuenta de algunas caídas y accidentes con saldo de peatones con lesiones leves.
Esto generó que las autoridades habilitaran un paso directo a las casetas que, supuestamente, era exclusivo para personas de la tercera edad y discapacitados, pero terminó siendo utilizado por toda la población.
De hecho en el acceso al puente hay un anuncio que revela que el paso inferior es exclusivo para este sector de la población. Nadie le hace caso.
El motivo por el que nadie usa el puente, es que al utilizarlo se camina el doble de distancia y se invierte el doble de tiempo que hacerlo por el paso inferior.
Con la ayuda de un podómetro, que es un aparato que sirve para medir los pasos, la distancia recorrida y el tiempo utilizado, se
observó que las personas que utilizan el puente lo cruzan en (un promedio) de dos minutos con 41 segundos.
La lectura del aparato revela que utilizar este cruce elevado requiere (en promedio), caminar 306 pasos para recorrer 240 metros.
En contraste, pasar por el paso inferior es mucho más rápido y menos cansado, pues la lectura ofrecida por el podómetro revela que aquí se necesitan 162 pasos para avanzar 130 metros con un tiempo (promedio), de un minuto con 18 segundos.
Quienes viven en Reynosa saben que caminar por el puente peatonal es mucho más cansado y lento que hacerlo por el paso tradicional, por ello han condenado a esta obra de más de cuatro millones de pesos a un evidente desuso.
¿VENDERLO?
Ante lo inútil que resulta este paso peatonal, existen opiniones de que el mismo debería de ser desmantelado y vendido como fierro viejo.
Sin embargo, para poder recuperar la inversión requerida, se necesitaría que el cruce elevado contara con –al menos– 294 toneladas de acero de primera calidad que
–en el mejor de los casos– se cotiza en 16 pesos el kilo.
Esto sin contar con los gastos que se requieren para desmantelarlo, quitarle todo el concreto (que le da mucho de su peso) y encontrar alguien que cuente con los recursos para pagar esta cantidad de acero.