FOTOS Y TEXTO JAIME JIMÉNEZ
Hace algunos ayeres lucían imponentes, elegantes, acogedoras. Casonas de arquitectura diversa, norestenses, americanas, de material o de madera.
Algunos edificios más recientes, setenteros, ochenteros y de años más recientes, albergaron departamentos y negocios prósperos.
Hoy, muchas fincas del centro de Reynosa, en el primer cuadro, están deshabitadas y en desuso.
¿Por qué se fueron? ¿Por qué las abandonaron? Los motivos deben ser diversos.
Lo cierto es que las huellas del tiempo se acumulan por la mayor parte de las céntricas calles de esta frontera, con casas invadidas por la maleza y uno que otro humano que gusta de las pintas y el graffiti.
Mudos testigos del tiempo, ahí están los inmuebles, como gritando “aquí estoy”. “Rescátame”.