
Angel Gallardo Ariza, relojero desde hace 50 años, vive entre el tic tac de los guarda tiempos que arregla o está por componer.
Este oficio que aprendió en el Centro Relojero Suizo de la Ciudad de México, se ha convertido en su pasión y en una forma de obtener ingreso.
Atrás quedó su otro trabajo: la ganadería. Desde hace seis años decidió partir de Cuautla, Morelos para llegar a esta frontera y probar suerte en la relojería.
“Yo me vine con la certeza que iba a conseguir algo y sobre todo que ganaría prestigio. Lo he conseguido porque a nivel nacional no hay relojeros, hay puras personas que aprendieron mirando; yo estoy preparado y hasta fabrico piezas únicas para arreglarlos”, expresó.
Sobre la Calle Colón en el centro de esta ciudad se encuentra localizado su taller. Ahí ofrece su servicio, que asegura, sigue vigente.
“Hay gente quiere tener en buen estado su reloj o recuperar el que ya no funciona. No importa que sea de pared o de pulsera”, enunció.
Manifestó que arribó a esta ciudad “por la cercanía con la Unión Americana y la situación del dólar, porque mi servicio es único”.
“Todo lo que no se puede arreglar aquí en Reynosa, aquí se hace”, afirmó al considerar que tiene las herramientas más modernas y únicas para ajustar los relojes.
Aunque comenzó a trabajar en la Joyería Forever, al paso de los meses y ya instalado en la localidad, inició su propio negocio.
Como su objetivo es trabajar relojes de marcas prestigiadas- accesorios que generalmente tiene la gente adinerada- reconoce que no hay mucho mercado.
“Arreglo desde el reloj más barato hasta el más caro. Desde un marca equis hasta un Rolex o Cartier por mencionar algunos”, dijo.
Reconoció que a diario compone relojes convencionales y con técnicas ordinarias para entregarlos en horas.
“En los relojes de marca, de mayor complejidad en compostura, puedo tardar hasta tres días dependiendo el problema pero es trabajo garantizado y con técnicas modernas.
“Aquí se maneja de esto para arriba y es lo que me conviene. Yo vine por el trabajo de la clase media alta”, enfatizó.
Reveló que la limpieza de un Rolex la maneja en alrededor de 6 mil pesos pero el monto varía de acuerdo al problema del dispositivo mecánico-digital.
“Con eso yo gano lo de una quincena y eso lo obtengo de vez en cuando porque no muchos tienen este tipo de accesorio”, dijo.
Mencionó que más allá de alzar su nombre u oficio quiere hacer saber a sus posibles clientes que no es necesario viajar tan lejos o pagar millones de pesos para mejorar el funcionamiento de los relojes.
“Yo tengo la capacidad para ofrecer un servicio de calidad y de ese nivel aunque aquí no es tan elevado el costo y es en moneda nacional”, aseveró.
Hizo hincapié en que aquí no ha ganado mucho económicamente pero ha obtenido prestigio porque trabaja marcas de renombre.
“Arreglo de todo, si importa la ganancia pero trabajo es trabajo. Además si no tengo la pieza que se requiere, la fabrico; tengo el equipo para elaborarlas. Por eso le trabajo a otras joyerías y me buscan”, comentó.
A LA VANGUARDIA
Angel garantiza la asistencia que brinda con la preparación y actualización de su oficio. Ha realizado cursos en la capital del país en la técnica del tourbillon para estar a la vanguardia.
“Lo aprendí en horas y no en meses como se plantea porque en la práctica de tanto tiempo la aprendí pero durante el curso reafirmé lo que sabía y despejé algunas dudas”.
Explicó que es una técnica de relojería para compensar el desgaste que produce la gravedad en el agujero donde marcha el volante y la rueda de escape, sobre todo en los relojes de bolsillo.
“Consiste en un mecanismo que hace girar el volante y escape del reloj sobre su eje, normalmente una vez por minuto: es la técnica más avanzada que conozco”, confirmó.
Señaló que no abunda ese sistema en la ciudad pero es necesario para probar que ayuda a la marcha del reloj dañado.
“Quienes tienen un reloj Cartier, Bvulgari probablemente requieran de este servicio pero técnicamente hay otros relojes que necesiten este proceso: lo van a sacar todas las marcas”, auguró.
Dijo que en lo que va de este año sólo dos personas han llevado sus relojes de reconocida firma y han sido compuestos con esta modalidad.
Mientras el “gran trabajo” llega, continua su labor en esa mesa pequeña en la que pasa horas.
La luz blanca y lupa, son los principales utensilios para trabajar. El reloj la materia de labor sin importar marca, color o tamaño.
Destacó esto último porque al entrar al pequeño local llamarán su atención los diversos modelos de relojes que tiene.
Maneja de pared o mesa y pulsera. Estilo porfiriano, con péndulo, hasta uno de arena y de los más modernos.
“De todo un poco y la gente debe saber que todo tiene arreglo cuando se tiene la herramienta necesaria y si no, la hago; hay que ser ingeniosos para hacer las cosas y bien”, indicó.
Entre sus instrumentos cuenta con una cuchara que ha modificado y que utiliza para colocar el volante del reloj.
“Uno se las tiene que ingeniar y crear porque hay cosas que no se consiguen tan fácil. Sin embargo también tengo lo más equipado como este torno industrial”, apuntó.
Su dominio en el rubro queda claro porque no deja de hablar de lo que tiene y hace con las máquinas y materiales.
No deja de un lado la cuestión teórica al tener a la mano bibliografía al respecto para consultar en caso de alguna duda o para mostrarle a la gente que lo que explica es verídico.
El tiempo no va de la mano con su oficio. Las manecillas del o los relojes pueden marcar las 19: 00 horas y anunciar el cierre pero él hace caso omiso.
Se desvive por dejar bien el reloj que arregla para tenerlo listo al día de entrega. El tic tac suena y suena.
A seis años de radicar en Reynosa y dedicarse a la relojería tiene la certeza que hace lo que le gusta y aunque no sea tan remunerable como esperaba, oferta un servicio de calidad.
Con emoción recuerda que a su llegada a esta ciudad fronteriza tuvo el gusto de ser contratado por una de las relojerías más reconocidas: Joyería Forever.