
En el área de cuidados intensivos del sanatorio José Zertuche Ibarra, del Seguro Social, la trágica historia de un joven ha sido capaz de conmocionar hasta a los enfermos terminales.
Se trata de Carlos Isidro Castro, quien debió pasar su 19 aniversario hospitalizado a causa del accidente en el que perdió el brazo derecho y dos dedos de la mano izquierda cuando una máquina en la que trabajaba se los atrapó, el pasado 12 de febrero.
La paradoja es que apenas dos días antes había sido contratado en la maquiladora HD Electronic, localizada en el Parque Industrial Reynosa. Sin experiencia ni capacitación alguna, este joven de morena piel fue ubicado en una área sumamente peligrosa.
Repentinamente una prensa de metales lo atrapó del antebrazo, así que para intentar zafarse utilizó la otra mano que también resultó lesionada.
“¡Mis brazos, mis brazos!”, gritaba
desesperado Carlos, quien de inmediato fue socorrido por sus compañeros.
Cuenta: “Todo sucedió muy rápido, vi que estaba chorreando mucha sangre y pedí ayuda; traté de tranquilizarme aunque sabía que había perdido mi extremidad derecha y mis dedos.
“Luego llegaron los paramédicos de la Cruz Roja que trataban de detenerme la hemorragia. “Eres muy valiente”, me decían los periodistas mientras me tomaban fotos. Yo sólo imploraba que me curaran porque fue horrible esa sensación de estarme
desangrando”.
Con un optimismo que sorprende a propios y extraños, el joven explicó que hasta el momento de su intervención (para suturar las severas heridas) permaneció consciente.
“Me trajeron al Seguro, donde estuve en observación; me sacaron unas radiografías y entonces me operaron ¡Lástima de regalo que me di en mi cumpleaños! pero sólo Dios sabe por qué hace las cosas”, relató Carlos Isidro.
Manifestó que ha recibido el apoyo moral de su familia y amigos, motivo por el cual lucha para salir adelante pese a que no se resigna a vivir lisiado.
“Aún vienen a mi mente las horrendas imágenes del accidente, cuando me tironeaba la máquina, pero trato de no irme para abajo”, comentó.
Este joven, quien en sus ratos libres arbitraba partidos de futbol, dijo que existe la opción de que le abran el brazo por la mitad para luego utilizar unas tenazas; sin embargo, prefiere un prótesis que lo haga verse y sentirse mejor.
Ana Bertha Ayala, madre de Carlos, aún no entiende cómo su hijo no fue capacitado cuando ingresó a laborar a HD Electronics:
“No le dieron entrenamiento, nomás le soltaron el animal así… Yo lo único que pido son los beneficios para él y que esa empresa responda ante lo sucedido. Me siento muy mal como madre por lo que mi hijo está pasando, porque yo siempre he querido darle lo mejor”, afirmó.
En la identificación que lo acredita como obrero de producción, Carlos fue registrado con el número de nómina HD0681, a las órdenes de Lumijob, S. A. de C.V.
Ana Bertha la guarda con recelo, previendo cualquier informalidad que pudiera presentarse por el lado de los contratistas, aunque le han asegurado que el joven obrero recibirá una indemnización completa, cuyo monto aún desconoce.
Carlos mencionó que sus hermanos le obsequiaron unos zapatos deportivos, los cuales pronto espera estrenar.
“Me dicen que ya están los “spikes”, que sólo les falta el mono. Lo hacen para que me anime y se los agradezco bastante”, dijo el trabajador amputado.
“SUEÑOS GUAJIROS”
Las historias que hacen ver a las maquiladoras como un foco de incidentes no terminan:
Cuando a finales de los años 80 dejó su natal Tamiahua, Veracruz, para mitigar el hambre de sus dos hijos -laborando como operador de producción en las maquiladoras de Reynosa-, Eleuterio Rosas del Angel jamás imaginó que quedaría expuesto a la miseria y menosprecio de las mismas personas que le ofrecieron una mejor calidad de vida.
A sus 45 años de edad, este hombre padece física y psicológicamente la pérdida de dos dedos (corazón y anular) de la mano izquierda, que le fueron triturados por una máquina en mayo de 2003 cuando uno de sus compañeros la activó por error.
Desde entonces su vida laboral ha venido a menos y hoy nadie quiere contratarlo.
Aunque se le brindó apoyo económico recién ocurrido el incidente e inclusive semanas después regresó a su habitual puesto de operador de producción en la compañía Reylam, S. de R. L. de C. V., localizada en el Parque Industrial del Norte, comenzaron a discriminarlo y hace unos meses que lo dieron de baja.
Cuenta: “Esto que estoy viviendo es muy duro y no se lo deseo a nadie. De momento ya no les sirves y te marginan…
“Hoy no tengo trabajo porque así como me encuentro en ninguna fábrica me admiten. Además, la pensión del 41 por ciento que me asignó el Seguro Social (alrededor de 471 pesos semanales) ni siquiera me alcanza para mis gastos personales”, manifestó Eleuterio.
Entrevistado en su modesta vivienda al norte de la ciudad, este ex operador de producción relató con dolor el día que le marcó la vida:
“Me encontraba limpiando un dado que tienen las prensas mecánicas en una planta donde se manufacturan compresores de aire. El trabajo marchaba bien y parecía ser un día como cualquier otro, pero en cuestión de segundos todo cambió.
“Al acercarse mi jefe de grupo y hacer un movimiento en falso, echó a andar los controles que -a una velocidad aproximada de 300 kilómetros por hora- bajaron una plancha metálica y me agarró los dedos”, recordó Eleuterio.
Este hombre considera que los cursos de capacitación deben ser más extensos y rigurosos.
“Ultimamente han habido muchos accidentes en la fábrica donde trabajaba y fuera de ella no es la excepción. He tenido compañeros electrocutados, quemados en hornos, fracturados, amputados y cortados por las peligrosas láminas de acero que se manejan en las plantas de producción.
“Con este tipo de sucesos se incrementaron las medidas para prevenir desgracias; sin embargo, aún no son suficientes los 15 minutos de inducción que le dan a la gente nueva”, evaluó el entrevistado.
Mientras trenzaba los cinco dedos de su mano derecha con los tres que le quedaron de su izquierda, Eleuterio censuró las adustas políticas de trabajo que imperan en la mayoría de las factorías, así como la indiferencia de los sindicatos hacia sus agremiados.
“Durante los cinco años que laboré para Reylam jamás me dieron la posibilidad de ascender. Años antes estuve en TRW y fue los mismo; no hay la manera de crecer.
“Además los sindicatos no te protegen. Sólo sirven para ubicar a los inconformes que quieren protestar y después darlos de baja. Estos grupos los hay dentro y fuera de las fábricas”, matizó.
Por último, Eleuterio -quien en la actualidad gestiona con el IMSS el incremento de su pensión- agradeció la ayuda que le ha brindado su familia, con la cual se motiva cada día.
“Uno sale de su pueblo para superarse y tener mejor modo de vida, pero cuando las cosas no salen bien y suceden accidentes como el mío, es muy difícil levantarse. Afortunadamente yo he tenido el apoyo de mi esposa e hijos, aunque como quiera no es lo mismo…
FOCOS ROJOS
Como Carlos y Eleuterio, en Reynosa existe un número incalculable de trabajadores de maquiladoras que cada día despierta a la cruda realidad de estar amputados.
Según relató José Hernández, otro obrero lisiado, cuando sucede un accidente los heridos son persuadidos por sus patrones para internarlos en clínicas particulares, donde les aseguran recibirán los mejores tratamientos y posteriormente una jugosa indemnización.
De esta manera evitan que sus empleados acudan al Seguro Social y las empresas involucradas queden propensas a futuras sanciones económicas.
Sin embargo, muchos desconocen que no de atenderse en el IMSS (en un lapso de 24 horas), pierden cualquier derecho a ser remunerados.
Esto mismo le ocurrió a José, originario del puerto de Tampico, quien laborando para la empresa Motores Domésticos se rebanó un dedo y fue atendido a todo lujo mientras pasaba el escándalo.
Relata: “Se me internó en una clínica particular porque me dijeron que en el Seguro Social había demasiada gente y no me iban a dar buen cuidado médico. Durante mi estancia me trataron como rey e inclusive me aplicaron medicamentos caros, pero cuando quise solicitar una incapacidad económica en el IMSS ya era tarde. Entonces comenzaron los problemas y la compañía decidió despedirme”, comentó el trabajador afectado.
A partir de ahí, José Luis inició una peregrinación por al menos 10 empresas maquiladoras.
“Ingresé a TRW y pronto me di cuenta que el mayor problema para sus empleados son las tantas horas que los tienen trabajando. Nomás veía cómo se desmayaban las mujeres del cansancio.
“Luego estuve en Jabil planta 2, ahí observé que había mucho acoso sexual hacia las obreras. Las que no se dejaban hablar bonito por los supervisores se convertían en enemigas hasta que las hacían renunciar.
“Otra de las cosas que llamó mi atención de esa fábrica era que tenía como operadores de producción a licenciados, ingenieros y doctores, la mayoría provenientes de otros Estados”, agregó.
El espigado trabajador estuvo en la nómina de Manpower por 600 pesos a la semana, donde le quedaron a deber un fondo de ahorros y vales de despensa. Así saltó a Quality y su panorama no fue más alentador: durante los meses que ahí laboró tuvo que aceptar sueldos sin recibos de nómina.
Con mayor experiencia, el joven de 23 años interpuso una demanda ante la Junta de Conciliación y Arbitraje, donde un abogado de la Procuraduría de Defensa al Trabajador tomó su caso.
Aseguró que jamás hubo un fallo a su favor y la querella se quedó en el olvido. Finalmente José fue contratado en Nokia, donde encontró lo que buscaba después de un largo periplo.
Empresas peligrosas
Algunas maquiladoras catalogadas como riesgosas por sus propios empleados. Hora Cero hizo un recorrido por las calles de algunas plantas para sondear entre los obreros cómo perciben la seguridad en sus áreas laborales.
:: Kongsberg: existe un desmedido uso de plomo y se carece de equipo de seguridad (careta para soldar). De acuerdo a testimonios, algunos obreros han terminado escupiendo sangre o con enfisema pulmonar. Para evitar intoxicaciones les dan de desayunar leche.
:: US Marin: es dañina para la salud por las grandes cantidades de fibra de vidrio que predomina en el ambiente. En el interior de la planta la temperatura es muy alta y frecuentemente se presentan deshidrataciones.
:: Datacom: hay un elevado uso de solventes; los operadores de producción deben meter las manos a químicos y lubricantes.
:: Takata: los obreros laboran con navajas y frecuentemente resultan cortados.
:: ATW de México: de las más riesgosas por las piezas de acero proyectadas al aire y “el caldo hirviendo”, un químico que suelen vaciarse sus empleados.