
La Shoáh es el título que recibe uno de los movimientos más espeluznantes dirigidos contra el ser humano, conocido universalmente como el Holocausto Hebreo.
Promovida por el imperio nazi, que proclamó la hegemonía de la raza aria sobre cualquier otra, esta doctrina terrorista contempló el exterminio total de la población judía en Europa en la primera mitad del Siglo XX.
A más de seis décadas de distancia, el mundo conmemora la tragedia y en Reynosa no fue la excepción. La asociación Amisrael y la Universidad del Valle de México (UVM) presentaron una serie de conferencias y documentales en remembranza a las víctimas judías en los campos de concentración alemanes.
Catedráticos, académicos e israelitas invitados de honor, pudieron ver en pantalla impactantes escenas sobre este acontecimiento triste para la historia del pueblo hebreo, acontecimiento que dio pie a la creación del Estado de Israel en 1948 con la votación de las Naciones Unidas.
Adolfo Hitler fue el mayor promotor de la Shoáh, el responsable de ordenar el genocidio de más de seis millones de judíos en los campos de concentración y “ghettos” de Alemania, Polonia, Austria, Lituania, Letonia, Ucrania, Hungría, Rumania, Croacia y otros países ocupados durante su dictadura.
Una ideología teutona milenaria citaba que “el judío” constituía “el origen de todos los males”, tales como el comunismo, cuyo padre fue Carlos Marx, de ascendencia semita.
Este bloque económico (adoptado por la Antigua Unión Soviética) representaba precisamente una amenaza para los intereses nacionalistas de la Alemania nazi.
Como el país estaba sumergido en una crisis geopolítica, financiera y social, debido a la dependencia de préstamos extranjeros, la inflación y la pérdida de territorios, el motivo más rápido –pero también el más equivocado– que encontraron Hitler y compañía para incentivar la economía y la industria armamentista fue despojar a los judíos de sus florecientes negocios: bancos, fábricas, hoteles, tiendas y de paso, echarles la culpa de sus desgracias.
La sociedad alemana, que técnicamente era la más preparada del continente, consintió los planes de desposeimiento encabezados por su gobierno contra los hebreos, que para 1919 (veinte años antes del Holocausto) se calculaban en medio millón de personas.
Los acusaron además de enriquecerse en tiempos de guerra y de ser subversivos, pues algunos de los más notables personajes en la política eran judíos comunistas, opositores al Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nsdap), el cual sugirió un programa para separarlos de la vida social porque su etnia profesaba el “judaísmo” y los germanos, un “cristianismo constructivo” antagonista.
Fue así que las campañas y sentimientos antisemitas se recrudecieron entre la población, oponiéndose a las doctrinas igualitarias del Socialismo.
Por tal motivo no solamente los judíos fueron privados de su libertad, sino también otros grupos humanos como los prisioneros de guerra soviéticos, los gitanos, los polacos étnicos; los pueblos eslavos, los discapacitados, los comunistas, los disidentes políticos y religiosos; los testigos de Jehová y los homosexuales. En total se calcula que hubo más de 12 millones de personas asesinadas bajo el régimen nazi.
LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS
El 9 de noviembre de 1938 es conocida como la fecha en que tuvo comienzo la persecución judía en Alemania, cuando en un acto de violencia su población arremetió contra los negocios y sinagogas judías de todo el país. Como resultado de la embestida 90 personas resultaron asesinadas aquella noche y más de 30 mil fueron arrestadas y confinadas en campos de concentración.
Los acontecimientos en Austria no eran menos terribles y las 94 sinagogas de Viena fueron destruidas. Muchos periódicos condenaron el suceso y algunos países optaron mejor por romper sus relaciones diplomáticas con el Estado teutón, bautizado como El Tercer Reich.
Aún así dos meses después Hitler pronunció un discurso en el cual afirmó que los judíos debían ser aniquilados, palabras que concretaron el camino hacia el Holocausto.
Posteriormente Polonia fue invadida, trayendo consigo el nacimiento de la Segunda Guerra Mundial y la humillación de cientos de miles de habitantes judíos-polacos en esa nación, a quienes frecuentemente se les arrancaban la barba en actos públicos.
Por tal razón, cerca de siete mil personas murieron en los primeros tres meses y, para antes de iniciar la década de los 40, ya estaban establecidos por todo el país los “ghettos”, los cuales eran áreas amuralladas y aisladas de las ciudades.
En Polonia, el mayor fue el de Varsovia, con una población que llegó a superar el medio millón de habitantes en un espacio de 3 kilómetros cuadrados. Más de la cuarta parte de su población murió en condiciones infrahumanas.
En tanto que el primer asesinato sistemático, mediante unidades móviles de gasificación, inició en diciembre de 1941; no obstante, la segregación judía se desarrolló en varias etapas.
Se ordenaron simultáneamente en Auschwitz –como un método de fulminación masiva– cantidades espantosas de fusilamientos, así como la transportación de los reclusos hebreos a las cámaras de gas (muchos de los cuales murieron en los trenes de carga), para luego llevar sus esqueléticos cuerpos a los hornos crematorios.
Cabe mencionar que una de esas masacres se registró en 1944 con un resultado de 400 mil judíos-húngaros ejecutados por los escuadrones nazis.
El mundo reaccionó ante las medidas de Hitler, aunque para muchos demasiado tarde. Reino Unido, Rusia, Francia y Estados Unidos conformaron un frente que finalmente terminó por desmoronar la supremacía del Ejército Alemán, rendido el 2 de febrero de 1943 en Stalingrado.
Las Fuerzas Aliadas avanzaron hasta Berlín. El “fuhrer” pensaba que el objetivo principal para la inminente ofensiva soviética era el sur, junto a Praga, por lo cual envió sus últimas reservas armadas a defender ese sector, pero el blanco del Ejército Rojo era la capital alemana, lugar que finalmente tomó el 24 de abril de 1945.
Momentos antes de ser aprehendido Hitler se trasladó a su búnker, donde se suicidó con su mujer Eva Braun, con quien contrajo matrimonio horas antes. Así, el pueblo judío vio terminado el reinado de quien fue su máximo verdugo.
Posteriormente las tropas estadounidenses y rusas tomaron control de los campos de concentración e hicieron prisioneros a los militares alemanes.
Al ver las condiciones en las que se encontraban los judíos, el mundo se conmocionó. El horror y muerte no dejó de sentirse aún finalizada la guerra. Europa estaba sumamente devastada cuando el conflicto armado más sangriento tuvo su fin.
De acuerdo a los testimonios de los sobrevivientes del Holocausto radicados en México, quienes ahora son personas de la tercera edad, muchos de sus compañeros murieron cuando fueron puestos en libertad, pues debido a las condiciones de desnutrición que padecían sus intestinos reventaron al ingerir la comida que les llevaron.
LA POSTGUERRA
Con la caída del régimen nazi vino otro problema para el pueblo hebreo sobreviviente, encontrar a sus familiares. La mayor de sus sorpresas fue que muchos se quedaron en la orfandad, sin padre, madre ni hermanos.
Predominaba entre los judíos un sentimiento desolador, al saberse solos sin nadie de sus seres queridos a quien mirar, con quien llorar. Desearon la muerte, dicen.
La mayoría no tenía a donde ir. Sus hogares fueron invadidos y saqueados.
Regresar a casa significaba un peligro, por el espíritu antisemita que se propagó en Alemania y los en países hitlerianos.
Irónicamente los judíos tuvieron que volver a los “ghettos” y campos de concentración ya no más como prisioneros, sino como inquilinos, pues las Fuerzas Aliadas no querían que intentaran asesinarlos afuera.
Se negoció un destino más seguro para todos ellos, fue así que después de interminables discusiones las Naciones Unidas votaron a favor de la instauración de un Estado Judío en territorio palestino, que en ese entonces estaba gobernado por los británicos.
El infierno para el pueblo hebreo no terminaba, porque muchos continuaron viviendo inhumanamente y la emigración a Israel pasó por tormentosos procesos.
Muchos de los sobrevivientes del Holocausto miraron hacia América y en México se establecieron algunos de ellos. Aquí hicieron una nueva vida, pero el espanto, el sufrimiento y la muerte que los asechó en Europa jamás podrá borrarse de su memoria.
Actualmente Israel se está convertida en la quinta potencia mundial. Resurgió de las cenizas y sobrevivió al nazismo. Hay quienes consideran que su reconstrucción no hubiera sido posible sin los ciudadanos judíos que escaparon de la Shoáh.
En ese sentido Bruno Harden Cooper, coordinador de Amisrael en Reynosa, destacó la fortaleza de esta nación y consideró la importancia de reflexionar sobre los crímenes cometidos a la humanidad por cuestiones étnicas y raciales.
La idea, dijo, es hacer consciencia para evitar que vuelva a presentarse un holocausto en cualquiera de las razas o pueblos del planeta.