Mariana sufrió un desafortunado suceso cuando, tras haber dado a luz le fue extirpado su aparato reproductor por un padecimiento poco conocido; los especialistas afirman que no había otra opción: era eso o que muriera…
Por JOSÉ MANUEL MEZA
El 18 de febrero del año en curso la señora Mariana Borjas Cruz dio a luz a un bebé en el Hospital Materno Infantil de Reynosa. Todo parecía estar en orden. Ella se sometió a un control prenatal con sus ultrasonidos de rutina y, al tener las semanas cumplidas, el emocionante momento había llegado…
Sin embargo, para esta mujer, quien era madre por segunda ocasión, la alegría se convirtió en terror, cuando comenzó a observar que después del nacimiento de su hijo le retiraron a ella pedazos de tejido del interior de su organismo.
Después vino una abrumadora debilidad, fue dormida con anestesia y cuando despertó estaba en el área de cuidados intensivos. Las enfermeras le dijeron que su bebé estaba bien, que ella estuvo a punto de morir, pero que se recuperaría.
Con el paso de los días Mariana no entendía a ciencia cierta lo que le había ocurrido. No era la primera vez que traía un ser al mundo y esta ocasión las cosas habían sido diferentes.
Su familia estaba consternada. Los especialistas del Hospital Materno Infantil habían decidido extraerle su aparato reproductor femenino. Ella se sintió defraudada y acusó negligencia médica ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (Codhet).
A partir de ese momento comenzó una guerra mediática entre la paciente y el nosocomio. El prestigio de la doctora Gabriela Álvarez quedó expuesto y un grupo que aglutina a 13 mil médicos en el país salió en su defensa.
EL POLÉMICO ALUMBRAMIENTO
De acuerdo con las versión del hospital sí participó un grupo de pasantes en el parto de la señora Mariana. Éste colaboró durante los trabajos; sin embargo, cuando intentó retirar la placenta se dio cuenta que algo no andaba bien, pues se había adherido a las paredes del útero, lo cual produjo una hemorragia.
Fue entonces que se solicitó la asistencia de la doctora Álvarez, quien al valorar la condición de la paciente determinó que debía de intervenirla inmediatamente para retirarle la matriz, de lo contrario moriría.
No obstante, ella y su familia quedaron insatisfechos con este resultado y expusieron lo que consideraban era una negligencia médica.
“A las 39 semanas empecé con los dolores, pero fue a la 41 cuando ya no aguantaba. Se me rompió la fuente y mi bebé nació por parto natural.
“No sé qué paso, si se les complicó. Yo me empecé a desangrar. Ellos me metían toda su mano y el antebrazo por mi vagina. No sé qué me estaban buscando, porque yo vi que sacaban pedazos.
“Les pregunté qué sucedía, porque me estaba doliendo mucho, pues sentía que me desgarraban por dentro. Mi primer bebé fue también por parto natural, pero no había experimentado eso. Gritaba, la verdad, y me dijeron que me pondrían algo para el dolor”, relata.
Mariana explicó que casi no veía, pues estaba perdiendo tanta sangre y comenzó a experimentar falta de fuerza en su organismo.
“Me dijeron, fírmale aquí. Me dieron un papel que yo no vi ni leí ni me di cuenta en dónde firmé. Me inyectaron, pero ya no supe nada, porque me durmieron. Transcurrió día y medio y desperté en terapia intensiva. Me sentía bien débil, me estaban poniendo sangre con oxígeno y suero.
“Con mi mano me sentí lo que es mi abdomen y estaba vendada. Les pregunté qué me habían hecho, qué había pasado, porque se suponía que mi bebé venía de manera natural y no por operación.
“Te sacamos la matriz y el ovario izquierdo, me dijeron. Yo espantada me quedé llorando. Les pregunté por qué, si se supone que todo iba bien y en mis ultrasonidos no había ninguna anormalidad. No entendía cómo se había complicado mi parto si mi hijo nació de manera normal”, agregó.
Esta madre añadió que su esposo también debió firmar la autorización para que la intervinieran y lo urgieron a conseguir unidades de sangre.
“Pusimos una queja ante la Codhet. Si me atendieron unos pasantes no entiendo por qué tienen a gente ahí que no es apta para atendernos”, consideró.
Por su parte, su cónyuge, Luis, cuestionó para qué sirven entonces los estudios prenatales.
“Los médicos debieron solicitar que se hicera un ultrasonido duplex o una resonancia magnética. Son las formas en las que se detecta que una placenta viene así.
“Si un ultrasonido está completamente limpio no tienen porqué pedirlas, pero si viene con anomalías entonces se ordenan más estudios para que el médico sepa cómo va a intervenir a la señora, si es por parto normal o cesárea. Los médicos siempre se van a defender y van a decir que no había forma. Según el ultrasonido estaba perfecto. Nadie demandó a nadie, pero estamos molestos con el hospital.
“Quienes nos están asesorando nos explican que con el antecedente de que mi esposa tuvo un aborto en el hospital, los médicos debieron mandarle hacer un ultrasonido duplex o una resonancia magnética”, expresó.
UN MAL ENTENDIDO
En un hospital como el Materno Infantil, que registra hasta 500 nacimientos al mes en promedio, el flujo de personas ingresadas en el área de tococirugía es constante, lo cual incrementa el número de emergencias atendidas.
Ante el personal del centro médico ésta fue parte del trámite, pero para la paciente no. Ella se sintió vulnerada, ultrajada y agraviada, aunque según especialistas externos el problema estribó en la ausencia de un método o canal de comunicación más “sensible” para explicar del problema a su familia.
De acuerdo con Antonio Juárez, director de la empresa, Blindaje Médico Jurídico, este mal caso debe dejar una enseñanza.
“Creo que cada cosa deja una área de oportunidad. Se salvó una vida, pero podríamos estar hablando de una estadística más de muerte, porque tenemos un alto índice de mortalidad materna a nivel mundial.
“El embarazo es un proceso dinámico y cambiante en el que la mamá y el bebé pueden morir casi en cualquier momento. Se oye muy exagerado, pero el 20 por ciento de los embarazos se complican y fallecen”, expresó.
Referente al tema de la señora Mariana, lamentó que se hubiera dañado la imagen de la doctora como una presunta negligencia.
“Por eso hay una consternación a nivel nacional del gremio médico y se quiere evitar que se genere una guerra entre la médico y paciente.
“La presentación de la patología fue súbita, y la obligación del médico se limita a la correcta aplicación de las técnicas adecuadas al caso, siempre y cuando el paciente presente los datos.
“En su caso la paciente tiene un dictamen de patología donde se comprueba que padecía acretismo placentario. Si no se le hubiera hecho ese procedimiento habría muerto.
Esto lo señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Consideramos que la paciente debe estar muy confundida porque también esto es doloroso para ella”, detalló.
‘ESTABA EN JUEGO SU VIDA’
Gabriela Álvarez, la ginecóloga que intervino a Mariana, manifestó que actuó conforme a protocolo y no se trata de ninguna negligencia médica.
“En ese momento tomé las decisiones que tenía que tomar, porque no estaba en juego nada más su salud, sino su vida. Desgraciadamente teníamos muy poquito tiempo para actuar. Aún así hablamos con el esposo de la paciente para que él nos brindara la autorización por escrito del procedimiento que se le tenía que realizar.
“Sabemos que batallaron mucho con el entender que ella se encontraba tan grave. Yo estoy completamente segura y confiada que el procedimiento se tenía que hacer así, de lo contrario la paciente no lo estaría platicando hoy”, indicó.
Esta doctora, quien ha participado en una cantidad inumerable de partos desde que ingresó al Hospital Materno Infantil, según ella comentó, dijo categóricamente que en todos los casos las mujeres que sufren esa patología pierden su matriz.
“En México sí. No hay en nuestro país ningún caso documentado donde un acretismo haya podido permanecer en el útero.
“Lo que sucede es que la placenta se adhiere completamente a la matriz y no se logra despegar de manera automática, por lo que tiene que ser sometida a cirugía”, explicó ante los medios de comunicación.
Entre tanto, el representante de Blindaje Médico Jurídico manifestó que el procedimiento realizado por la doctora y la institución, fue el adecuado.
“Porque estamos hablando de salvar una vida. Que ella alcance una tranquilidad, que la comunidad sepa la otra versión. Era lo ideal”, dijo.