Nunca como ahora la producción agrícola en el norte de Tamaulipas vive un momento crítico. La cantidad de lluvias que se registren en las próximas semanas determinará la cantidad de toneladas de granos por hectárea que los campesinos de la región obtendrán en este ciclo.
Si no llueve en los próximos días los productores rurales pueden cosechar hasta un 40 por ciento menos de lo que esperaban, lo que se traduce en menos ganancias económicas.
Y aunque los hombres del campo de la región están acostumbrados a lidiar con poca humedad en sus tierras, debido a las condiciones climáticas que existen en la zona, este año las reglas cambiaron y el mercado internacional de granos, regulado por la Bolsa de Valores norteamericana, está sufriendo con las presiones que ejerce sobre ella la producción y el precio del maíz amarillo.
Este grano, cuya producción es controlada por Estados Unidos, de pronto se convirtió en tema de “seguridad nacional” para la Unión Americana, quien lo necesita para la elaboración de etanol, un combustible ecológico que pretende reducir la dependencia norteamericana al petróleo.
Por increíble que parezca, las nuevas políticas ambientales del gobierno de Estados Unidos perjudican directamente a los campesinos de Reynosa, Río Bravo o Matamoros, cuya meta de producir, por lo menos, 2 millones 200 mil toneladas de grano dependen de las lluvias que se registren en los próximos días.
PRESIONES FORANEAS
Cristóbal Rosas Martínez, gerente general de Merco Grain y experto en temas agrícolas, explicó que las nuevas reglas en el juego del comercio internacional de granos comenzaron a aplicarse en 1982, cuando Estados Unidos comenzó a utilizar maíz amarillo y soya para la producción de etanol, el combustible base del biodiesel.
La idea del gobierno norteamericano es reducir la dependencia del país a los combustibles emanados del petróleo, además de elaborar carburantes más amigables con el medio ambiente.
Muy pronto la idea comenzó a convertirse en un arma de dos filos, pues aunque el biodiesel es un combustible ecológico, utiliza un grano que es utilizado como alimento.
De hecho, estudios revelan que con la cantidad de maíz que se utiliza para llenar un tanque de combustible elaborado con etanol, es posible alimentar a un niño durante un año.
Sin embargo esto no importó al gobierno de Estados Unidos, quien no sólo incrementó de 5 a 81 millones de toneladas métricas la producción de maíz amarillo destinado para elaborar etanol, sino que aprobó una ley que incrementa el porcentaje de este grano en la elaboración de biodiesel.
La primera fórmula para elaborar el carburante, marcaba que se utilizaría 4 por ciento de etanol por 96 por ciento de gasolina o diesel, sin embargo con la nueva ley la mezcla cambió y ahora se debe de utilizar 80 por ciento de gasolina o diesel y 20 por ciento de etanol.
Estas regulaciones provocaron que la producción de maíz amarillo en Estados Unidos, el país que ocupa el primer lugar en la cosecha de este grano en el mundo, de pronto se convirtiera en un tema de seguridad nacional para el gobierno de este país, quien conforme pasan los años incrementa la cantidad de maíz que va destinar para la elaboración de biodiesel.
En la actualidad, de las 332 millones de toneladas de maíz amarillo que se producen en la Unión Americana, 80 son destinadas para el etanol y estudios que se han realizado confirman que para el año 2010 esta cifra puede incrementarse hasta en un 500 por ciento.
El súbito frenesí por el maíz amarillo ha impactado directamente en el precio de este grano en los mercados internacionales, donde actualmente ocupa niveles históricos de precio.
“Hay un exceso de grano por la producción de Estados Unidos, sin embargo el precio sigue subiendo por el tema del etanol al grado de que puede llegar a niveles históricos”, aseguró Rosas Martínez.
De hecho algunos estudios sugieren que existe la posibilidad de que llegue el día en que Estados Unidos determine suspender sus exportaciones de maíz amarillo por su necesidad de etanol, lo que golpearía a países como México, cuya producción nacional no es suficiente para atender las necesidades de su población y depende de las importaciones.
Esto significaría que sectores productivos como el pecuario y el lechero tendrían menos alimento para sus animales, comenzarían a mermar su producción y el precio de la carne y sus derivados sufrirían incrementos considerables.
“En este escenario sólo los grandes corporativos sobrevivirían, aquellos que tienen los recursos para utilizar tecnologías de punta, por eso hoy más que nunca tiene una gran importancia que los agricultores modernicen sus sistemas de producción”, aseguró Rosas Martínez.
ESPERANDO LLUVIAS
Tradicionalmente el norte de Tamaulipas es una región productora de sorgo, un grano utilizado para la elaboración de alimento para el ganado. De las 800 mil toneladas que se siembran cada año en esta zona, 300 mil son de riego y 600 mil de temporal, o sea que dependen de las lluvias.
Gracias a las condiciones del mercado internacional de granos y la aplicación de políticas gubernamentales como la “agricultura por contrato”, se espera que este año el precio por tonelada de sorgo se fije entre los 2 mil 350 y los 2 mil 400 pesos.
La expectativa es que este año la región alcance una producción de 2 millones 200 mil toneladas de sorgo, mismos que ya están contratados entre los productores y sus clientes.
Sin embargo existe la posibilidad de que esta cifra no se alcance por las condiciones climatológicas que se han registrado en la zona y que determinan la cantidad de toneladas de sorgo por hectárea que se cosecharán.
Para entender esto hay que saber que los ciclos agrícolas en Tamaulipas se dividen en tres grandes etapas, la de preparación de tierras inicia en agosto y concluye en febrero, la de siembra y crecimiento de la planta que inicia en marzo y concluye en junio y la de cosecha y comercialización, que es entre los meses de junio y julio.
La genética del sorgo marca que entre marzo y abril la planta que es sembrada entra en un proceso llamado “diferenciación de hojas” que dura aproximadamente 15 días y donde la humedad que recibe incide directamente tanto en su tamaño como la cantidad de granos de produce.
Por lo tanto, si hay lluvias, la planta recibe la humedad suficiente que permitirá una producción de 2 millones 200 mil hectáreas, pero si esto no sucede en los próximos días, entonces esta cifra puede reducirse en un 40 por ciento.
Ahí reside la importancia de que haya precipitaciones en la zona en los próximos días, porque de ello dependerá si hay plantas grandes y frondosas o chaparras y pobres.
Rosas Martínez rechazó que la producción agrícola en la región esté en peligro, de hecho ha habido años de grandes sequías que han desplomado la producción a niveles mayores del 40 por ciento.
El problema es que las condiciones del mercado internacional están afectando directamente el precio de granos como el sorgo, por lo que los productores mexicanos necesitan seguir siendo competitivos.
Por ello, ahora se vuelve fundamental que los campesinos de la zona, acostumbrados a lidiar con la falta de humedad en sus tierras, mejoren sus procesos productivos utilizando semillas más efectivas, dependan menos de la lluvia gracias a la mejora de los sistemas de riego y utilicen nuevas tecnologías como los fertilizantes líquidos.
De no hacerlo, momentos críticos como los que se viven en estos momentos se van a seguir presentando, lo que representa un riesgo para los ingresos de los hombres del campo y la producción de granos en el norte de Tamaulipas.