
“Javi” no quería ir a trabajar el martes 18 de septiembre. Posiblemente el joven de 28 años de edad tenía algún presentimiento de que se podría registrar una tragedia en el Centro Receptor de Gas de la Región Burgos de Petróleos Mexicanos.
A Francisco Javier Hernández Martínez le dolía la garganta. Un día antes le había tocado descanso y ese martes iniciaría la semana laboral. A pesar de que Cristal Olvera Ramírez, su pareja desde hace dos años, le decía que no acudiera si realmente se sentía mal, él se preparó para acudir ya que iba a concluir un trabajo y recibir su pago.
Con un año y medio trabajando para la empresa Inorcosa, diariamente acudía hasta el kilómetro 19 de la carretera a Monterrey donde efectuaba, junto con sus compañeros, tareas de mantenimiento dentro de la planta procesadora de gas.
Al enterarse del accidente, Cristal buscó a su pareja durante días acudiendo al lugar del accidente, hospitales, al Servicio Médico Forense y la Procuraduría General de la República, con la idea de tener noticias buenas o malas del paradero del joven.
“Llamamos a varios hospitales en Monterrey, en la Ciudad de México y hasta en Estados Unidos, ya que en un inicio me decían que por las lesiones pudo ser llevado a un hospital en Galveston, Texas”, indicó.
La angustia de Cristal y de los padres de “Javi”, que viajaron cerca de 500 kilómetros desde Xicoténcatl, Tamaulipas, hasta esta frontera para buscar a su hijo, terminó el domingo 23 cuando un funcionario de la PGR le mostró las fotografías de diversos artículos que traían consigo los cadáveres.
“Las veces anteriores que acudí solamente me mostraban las fotos de las víctimas y entre ellos no lo identificaba, pero ese día me enseñaron las cosas que traían y fue cuando identifique el radio de ‘Javi’ y otras pertenencias”, señaló.
El viacrucis de cinco días concluyó ese día cuando les entregaron los restos de Francisco Javier, y acompañada de sus suegros y tres cuñados le dieron cristiana sepultura por la tarde.
Cristal narró que un día después de la explosión le habían sacado sangre a su suegra para hacer la prueba de ADN, sin embargo, les indicaron que podría tardar hasta un mes. No obstante, ahora la familia está más tranquila y resignada porque recuperaron el cuerpo de “Javi”.
Francisco Javier es el segundo de cuatro hermanos; nació en Xicoténcatl el 17 de febrero de 1984. Estudió los primeros semestres de la carrera médico veterinario, la cual dejó trunca.
El tenía sueños como cualquier otro muchacho de su edad y últimamente decía que quería estudiar ingeniería mecatrónica o mantenimiento, para conseguir un mejor trabajo y así ganar más dinero. Deseaba darle un mejor futuro a su hija.
“Estaba muy entusiasmado y juntando dinero para pagar la escuela. Quería obtener más recursos porque pensaba en el futuro de nuestra hija, por eso desde hace cuatro años laboraba por contratos en la Planta Criogénica de Gas de la Cuenca de Burgos”, mencionó.
Su motor de existencia desde hace seis meses era su pequeña hija, ya que Javier tenía la idea de que no podía tener hijos, por lo que esa pequeñita representaba para él un milagro de vida.
“Llegaba del trabajo y rápido se quitaba el overol, se lavaba las manos y cargaba a su bebé. Era muy cariñoso con ella, estaba enamoradísimo de su hija. Le decía: ‘eres mi vida, mi reina, mi amor, mi todo’. Todos los días le decía que la amaba”, recordó entre lágrimas.
Cristal abraza la fotografía de “Javi” contra su pecho para darse fuerzas y narra que ella y Javier tenían planes de casarse este año.
“Teníamos dos años viviendo juntos, y este año planeamos casarnos pero a causa de varias pérdidas de familiares cercanos habíamos pospuesto la fecha”, recordó.
Entre llanto mencionó que el 31 de diciembre de 2011 falleció su padre, posteriormente un tío a los 20 días del sepelio de su papá, meses después un primo y ahora su amor, Javier.
“Este año ha sido muy difícil. Lo mejor de mi vida es mi hija, es la que me ayudará a salir adelante y por ella tengo que hacerlo”, mencionó.
El trabajador de la empresa Inorcosa desde hace un año y seis meses era muy alegre, un buen hijo, hermano, padre y compañero.
Cristal dijo que siempre estaba sonriente, era muy cariñoso y juguetón. El era una buena persona siempre dispuesto a ayudarte y a verte feliz. “Y así lo recordare siempre y le diré a mi hija como era su padre”, concluyó.