Del 20 al 27 de abril se inmunizó con la vacuna CanSino a todo el que labora en una institución educativa pública o privada, en medio de un proceso ágil y sin contratiempos cuando la entidad se encontraba en semáforo verde federal, sin embargo, después cambió a amarillo, lo que dificultaría el regreso a clases presenciales.
Mucho se había hablado sobre la vacunación a maestros y era algo que se veía lejano, pues aún no se aplicaba la segunda dosis a los adultos mayores, sin embargo, tras la presión de asociaciones, instituciones y padres de familia que ansiaban que los niños volvieran a las aulas, el gobierno federal implementó una campaña de inoculación a trabajadores de la educación, tanto de instituciones públicas como privadas.
Tamaulipas fue de los primeros estados donde se llevó a cabo, junto con Veracruz, Coahuila, Chiapas y Nayarit; del 20 al 27 de abril no solo maestros, sino todo el personal que laboraba en una escuela hizo fila para ser inmunizado; en Reynosa la sede fue el Cuartel Militar, ubicado en la Octava Zona Militar.
En el se darían cita también los maestros de municipios vecinos: Río Bravo, Camargo, Miguel Alemán y Gustavo Díaz Ordaz.
En el estado, según la Secretaría de Educación de Tamaulipas, serían vacunados más de 90 mil trabajadores entre los que se encuentran “docentes, personal administrativo y de apoyo, de instituciones educativas públicas y particulares, de todos los niveles educativos y de todas las categorías y funciones”.
Se difundió un calendario en el que se marcaba el primer día, el martes 20 de abril para quienes su primer apellido empezara con las letras A y B, y así cada uno correspondía a determinado grupo de letras, sin embargo, a partir del segundo día fueron recibidos todos, sin importar la letra inicial.
Previamente se difundieron hasta tres calendarios que ubicaban las letras en diferentes días, lo que provocó la molestia de los docentes que calificaban la jornada como mal organizada.
Para poder recibir la vacuna CanSino, de origen chino, se debían presentar una serie de documentos: el expediente de vacunación contra el Virus SARS-CoV2, una identificación oficial, CURP y talón de pago; para el segundo día se agregó a la petición una carta de trabajo.
De igual manera, se notificó que, los docentes que ya hubieran sido vacunados en la etapa correspondiente a los adultos mayores de 60 años, no debían presentarse a la nueva jornada.
Las redes sociales rápidamente empezaron a inundarse con fotografías de los docentes que acudieron a vacunarse, algunos posaban con su comprobante, otros fotografiaron solo el documento y hubo aquellos que se tomaron un “selfie” haciendo fila.
Los compañeros les preguntaban sobre el largo de las filas, la agilidad en el trámite o si habían presentado algún problema y las respuestas eran las mismas: la “cola” era larga, muy larga, pero avanzaba rápido, y el proceso era ágil y sencillo.
MI EXPERIENCIA CON LA CANSINO
Además de periodista, desde hace algunos años me desempeño como catedrática universitaria, impartiendo materias relacionadas con mi profesión, lo cual me ha permitido conjugar ambas labores.
Según la información difundida por el gobierno federal, en diciembre del año pasado, por mi edad, me ubico dentro del grupo de menores de 40 años, último en recibir la vacuna contra el Covid-19, sin fecha aún para ello.
Sin embargo, mi papel como docente me permitió acceder a la vacuna el día 21 de abril.
En el Cuartel Militar me tocó una fila de aproximadamente unas 100 personas o más y rápidamente continuó creciendo.
Eran las 3:40 de la tarde y los rayos solares calaban con fuerza; algunos nos cubríamos con la carpeta que contenía los documentos solicitados, otros bajaron de sus autos los parasoles, los precavidos llevaron sombrillas y hubo quienes se resignaron a retirarse de ahí con un bronceado citadino y solo se protegían cuando la fila avanzaba y les tocaba estar bajo la sombra de un árbol.
A pesar de lo impresionante de la fila y de que parecía que nunca llegaría a mi destino, finalmente luego de hora y media llegué a la puerta de acceso, en donde nos dijeron el orden en el que debíamos llevar los documentos,
nos aplicaron gel antibacterial y se advirtió sobre la prohibición para tomar fotografías, videos o hacer uso del celular por ser una zona militar.
Al entrar pasamos por un túnel sanitizante, y fuimos llamados a un primer filtro, donde se teclearon nuestros datos, si laborabas en una escuela pública tu nombre aparecía en el registro, si no, debías hacer una nueva fila y esperar a ser llamado para agregar tus datos.
La espera fue muy corta y tras aportar mi información, en pocos segundos me encontraba sentada, ante otro profesor, entregando ahora sí, mis documentos solicitados.
Todos los que se encontraban apoyando en el registro eran maestros de diversas instituciones, de diferentes edades; la primera que me atendió era una mujer joven que me dijo: “yo también trabajé en la UMAN cuando empecé en esto. Era una chamaca”, comentó luego de preguntarme en qué escuela laboraba.
El siguiente fue una maestro mayor, que lucía muy concentrado ante lo que estaba haciendo, aún con el movimiento que se vivía en el lugar, quien en todo momento fue muy amable.
“¿Qué cree maestro?, ¿qué cree?”, se ha ganado su vacuna, “¡vamos a darle un aplauso al maestro!”, gritaba uno de los que atendía a otro docente, y el resto respondió entre gritos y aplaudiendo “¡Bravooo!”, como si de un premio se tratase.
Aunque al final, si lo pensamos, más que un premio, es la oportunidad de estar un poco más protegido para hacer frente a este virus, que se ha llevado la vida de muchos; es la oportunidad de acceder a una vacuna para la cual, la mayoría aún tendrá que esperar un buen tiempo.
Después de ese filtro había que hacer una nueva fila bajo una carpa, junto a unas sillas y después, finalmente, éramos llamados a la zona de vacunación, donde ya se encontraban enfermeras y enfermeros acompañados por militares.
“¿Es diabética?, ¿hipertensa?, ¿alérgica a algún medicamento?, ¿está embarazada o en lactancia?”, fueron algunas de las preguntas realizadas y que fueron respondidas negativamente; para después, recibir un piquete en el brazo izquierdo y ser mandada a la zona de recuperación, donde había que permanecer por treinta minutos.
Ahí se nos indicó que podíamos comer cualquier alimento, pero no tomar alcohol por cinco días y, ante cualquier molestia tomar paracetamol.
En el transcurso de la tarde, empecé a sentir algo de cansancio y por la noche, tenía un dolor corporal y de cabeza intenso, casi 39 grados de temperatura y congestión nasal.
El malestar permaneció por día y medio y no fui la única, pues compañeros de otras escuelas y municipios manifestaron molestias similares, aunque en mi institución solo yo presenté un cuadro de este tipo.
Algunos docentes se quejaron de que no les advirteron sobre las posibles reacciones, ni el medicamento a tomar en caso de ello; mientras que a otros se les dieron indicaciones diferentes a las que yo recibí: les pidieron no comer mariscos o carne de puerco y les dijeron que podían tomar cualquier medicamento para aminorar los síntomas en caso de tenerlos.
Esto provocó cierto grado de desinformación y dudas sobre las indicaciones que debían seguirse tras ser vacunados.
CAMBIO DE SEMÁFORO
El día 27 de abril finalizó la jornada de vacunación a trabajadores de la educación, en la cual se aplicaron 15 mil 465 dosis en esta ciudad, informó Guillermo de Anda Rodríguez, director del Tecnológico de Reynosa y responsable del programa de vacunación, designado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) en coordinación con la Secretaría de Educación de Tamaulipas (SET).
“Con la inoculación de todo el personal docente de escuelas públicas y privadas, está cada día más cerca el regreso a clases, por ello no debemos bajar la guardia aún y cuando estemos vacunados, lo mejor es seguir cuidándonos para cuidar a nuestras familias y amigos”, expresó de Anda Rodríguez.
Sin embargo, poco antes de que finalizara la vacunación a docentes, los indicadores de la Secretaría de Salud federal ubicaron a Tamaulipas en semáforo amarillo, tras el aumento de casos Covid, luego de haber permanecido cuatro semanas en semáforo verde.
Esto podría representar un cambio en la estrategia de arranque de clases programada para el 15 de mayo, ya que, uno de los aspectos necesarios es que la entidad esté en semáforo verde.