
Aunque el trastorno de crecimiento se desarrolla desde la niñez, esta condición suele ser de impacto en la vida adulta de las personas que lo padecen. Sin embargo, dentro de la adversidad, existe una puerta de superación en donde la ‘baja estatura’ no es un impedimento para salir adelante.
Por Clarissa Grimaldo y Roberto Rodríguez
El trastorno del crecimiento, acondroplasia o ‘enanismo’, conocido por ser una condición en la que un niño se encuentra por debajo de un rango promedio de crecimiento, suele tener diversas causas genéticas o de salud, las cuales provocan que los afectados midan aproximadamente 1.20 metros o incluso menos.
Las personas que lo desarrollan, constantemente tienen que enfrentar burlas y otros tipos de abusos hacia su persona, por lo que se ven en la necesidad de aprender a vivir o bien, aprender a sobrellevar, este tipo de situaciones.
Esta condición entre la población de estatura baja se conmemora el 25 de octubre a nivel mundial, y existe el Día Mundial de las Personas de Talla Baja; en México, desde el año 2014 se instituyó el 23 de octubre como el Día Nacional de las Personas de Talla Baja.
Jairo Reyes Saucedo, oriundo de Ciudad Victoria, Tamaulipas, decidió contar para Hora Cero Tamaulipas, lo que ha sido de su vida con el paso de los años, afrontando las diversas situaciones que se le han ido presentando a lo largo de su vida.
En su testimonio, expresó que desde una edad muy temprana tuvo que trabajar para ayudar a sus padres económicamente por lo que inició su vida laboral como empacador en un supermercado.
Jairo agrega que recuerda que dejó de crecer desde los siete años, aunque solía pensar que en algún momento su estatura aumentaría y se mantenía positivo, sin embargo, esto nunca sucedió.
“Recuerdo que me cuestionaba y pensaba que no era normal, sufría porque no encontraba respuestas, yo seguía creciendo de edad, pero mi altura no aumentaba”, comentó.
Debido a que en su hogar también sufría de burlas y maltratos, decidió huir para no volver más, lo que lo llevó al Lienzo Charro ‘Tamatán’, en Ciudad Victoria, donde conoció a una persona que lo acogió, y le ayudó con estudios y a salir de la situación en la que se encontraba.
Estando bajo la tutela de esa persona, decidió buscar trabajo y lo encontraría en un circo, donde descubrió una de sus grandes pasiones, ser payasito, por lo que estuvo trabajando mucho tiempo ahí.
“Me gustaba mucho ser payasito en el circo, el pintarme y hacer mi número era algo que disfrutaba como ninguna otra cosa”, dijo.
Luego de trabajar para el circo, con el que logró visitar otros Estados como Veracruz, Zacatecas y distintos municipios de Tamaulipas, llegó a visitar Aguascalientes, donde trabajó como ‘enanito torero’, arriesgando su vida en cada presentación.
Por otra parte, el entrevistado agregó que en ciertos puntos de su vida llegó a pensar en el suicidio como una solución a sus problemas; sin embargo, con el paso de los años y el apoyo de algunas personas de su circulo más cercano, logró asimilar su situación y aprendió a vivir con su baja estatura, sabiendo que es una persona que puede ser funcional.
EL IMPACTO PSICOLÓGICO
La lucha contra las críticas, humillaciones y el rechazo de una familia puede generar secuelas emocionales que se ven reflejadas en la adultez al momento de relacionarse con la sociedad; incluso, se puede manifestar en temas de autoestima y autopercepción, y ser personas que en un futuro desarrollen una tendencia a presentar inseguridades.
Desde la perspectiva de la psicología, Zaída Ivonne Mendoza, especialista en el área de salud mental, explicó que el rechazo tanto de la familia como de la sociedad, pueden influir en el sentir emocional de una persona que padezca una baja estatura patológica.
Cuando se habla de un rechazo familiar, la especialista explica que se trata de una herida que permanece abierta con el pasar de los años (más si no se canaliza en terapia), pues es una vivencia que se manifestará cada vez que el tema se reviva, así sea en conversaciones sociales en las que se cuestionen aspectos como la estatura o incluso al momento de conseguir un trabajo (cuando se cuestiona la funcionalidad para un puesto).
“Las personas siguen manteniendo resentimiento sin importar el tiempo, porque cuando no reciben un acompañamiento parental completo desde la niñez, se quedan secuelas que ya como adulto se ven reflejadas al momento de involucrarse en la sociedad, sea en espacios laborales, sociales o educativos”, afirmó.
EL PODER DE LA PSICOLOGÍA
En cuanto a la parte médica del diagnóstico, es importante hacer equipo con especialistas para descartar una situación del tipo genético. Zaída Mendoza explica que aunque en algunas ocasiones los padres de la persona que sufre esta condición tienen una estatura promedio, en algunas ocasiones esta condición puede ser heredada incluso por un bisabuelo o tío lejano (esto si es un caso genético).
Por otro lado, dentro de la psicología existe un trastorno psicosomático identificado por su nombre: “enanismo psicógeno”, una enfermedad que se manifiesta a partir de los 5 y 10 años de edad, donde el paciente comienza a presentar problemas para el desarrollo de su crecimiento, conocido particularmente por ser un –proceso de estancamiento biológico–.
“La parte psicológica puede llegar a tener poder en el sentido de que, cuando la madre en el embarazo está pasando por situaciones desagradables en las que se vea provocado el estrés o la ansiedad, esto afectará al desarrollo del bebé”, subrayó.
Mendoza explicó que en este sentido se vive una situación de “limitación”, en la que en un futuro el niño o niña se quedará “estancado” en su crecimiento y por lo tanto no desarrollará adecuadamente su estatura en comparación con otros niños de su edad.
“Por otro lado, esto también pasa cuando en la infancia los niños tienden a verse involucrados en situaciones de estrés prolongadas, vemos que el desarrollo tanto mental como físico no se da de la misma manera con menores que crecen en un núcleo familiar estable, sea desde la parte afectiva o económica”, mencionó.
Las hormonas que liberan el estrés en el cuerpo, como la epinefrina y la noradrenalina, activan lo que se conoce como la respuesta de “lucha” o “huída”. En estos casos particulares, el corazón se acelera y el cuerpo desvía recursos de procesos que no son importantes. Por otro lado, la hormona del crecimiento (GH) se ve afectada por esta alteración.
Además de carecer de la hormona GH, los niños que padecen una baja estatura psicosocial presentan problemas gastrointestinales debido a las cantidades de epinefrina y norepinefrina que provocan que sus cuerpos padezcan de una digestión carente de nutrientes, lo que afecta aún más el crecimiento de los mismos.
Zaída Mendoza destacó la delicadeza y sensibilidad para abordar esta condición, pues es variable según sea el caso a tratar. La entrevistada recordó que en una conferencia, una joven se acercó a ella cuestionando por qué tenía esquizofrenia: “Yo en ese momento me quedé helada, porque yo puedo decir que la esquizofrenia tiene un factor genético o ambiental, pero en sí no puedo decir con certeza cuál es el caso en concreto, para ello es necesario trabajar el caso en análisis y de la mano con el equipo médico. Así pasa también con los trastornos de crecimiento”, recalcó.
UN MENSAJE A LA SOCIEDAD
Para la sociedad, el mensaje a destacar es simple: las personas que padezcan un trastorno del crecimiento deben ser igualmente respetadas.
Aunque en la actualidad se sigue trazando un camino continuo para la inclusión y el respeto, sigue faltando mucho para lograrlo.
“Hay que aceptar que todos podemos ser diferentes y que cada persona vive una realidad diversa, tenemos que aprender a respetar a los demás y a ser selectivos con los comentarios que hacemos, pues éstos pueden ser de gran impacto en las personas”, señaló la especialista.
Para concluir, la recomendación dirigida al público lector, es aceptar que existen diferentes libertades en torno a cómo los demás viven sus luchas, por lo que se debe fomentar el respeto y la inclusión en la localidad.