Las súplicas al cielo fueron escuchadas para una familia originaria del municipio de Tezontepec de Aldama, Hidalgo, que recuperó a uno de sus miembros, al que ya daba por muerto.
En el año 1999, Angel Hernández García emigró hacia Estados Unidos en busca del “sueño americano”, pero en 2005 la comunicación se cortó y ya nadie se supo de su paradero.
A partir de entonces comenzaron los ruegos, las llamadas y visitas a los consulados, las embajadas y organizaciones de los derechos humanos para rastrear pistas de su familiar perdido, pero a medida que transcurrían los años menores eran las esperanzas de hallarlo con vida.
En su hogar se resignaban a pensar hasta lo peor, que algún accidente le había ocurrido o quizá que habría sido asesinado, pues en el domicilio que Angel dio de Houston, Texas, desde hace mucho no sabían nada de él.
“Movimos mar y tierra para dar con mi hermano; con ayuda de las autoridades, amigos y conocidos colocamos su fotografía en Internet, enviamos correos, viajamos al otro lado, pero todos nuestros esfuerzos fueron en vano”, comentó Francisca Hernández, hermana de Angel.
VOLVER A LA VIDA
Sin embargo, el pasado 21 de julio una repentina llamada puso fin a meses de angustia, cuando supieron que Angel se encontraba alojado en el refugio para indocumentados Senda de Vida de Reynosa, vivo, pero enfermo de sus facultades mentales.
No fue sino hasta en un momento de lucidez cuando el mismo deportado dio señas de sus padres y del lugar donde habitan.
“¡Me fueron a avisar a mi trabajo que mijo estaba vivo! Dejé mis tiliches (de albañilería) y me fui pa’ la casa a que me explicaran donde estaba mi muchacho”, relató don Atenógenes, el hombre que le dio la vida.
Fue uno de los hermanos de Angel, quien tomó los datos del albergue, aunque al principio creía que se trataba de una broma o una extorsión telefónica.
Pero aún así los Hernández García emprendieron el viaje hacia la frontera, un viaje que a los padres del joven extraviado les devolvió la alegría.
“Esa noche nadie en la casa pudo dormir al haber recibido noticias de mi hermano. Lo que hicimos fue pensar en cómo estar a su lado lo más pronto posible”, afirmó Francisca. Mientras tanto los encargados en la casa de deportados e indigentes ya los aguardaban.
Y tras 15 horas de camino el anhelado reencuentro tuvo lugar: al cruzar el umbral y mirar a Angel ahí, sobre un asiento de plástico y con la mirada perdida, inmediatamente su familia corrió a abrazarlo y besarlo, aunque él no respondió como se lo imaginaban.
“Tenemos sentimientos encontrados, de mucha felicidad porque volvemos a estar a lado de mi hermano, pero a la vez de tristeza, pues sabemos que no se encuentra bien de su mente, no quiere hablar ni platicarnos lo que le pasa”, manifestó la joven.
SUEÑO TRUNCADO
Según describen sus parientes cuando “se le metió en la cabeza” dejar su tierra natal para ir en pos de progreso y fortuna, Angel gozaba de plenas facultades intelectuales.
Dicen que incluso, estuvo enlistado en las filas del ejército, pero desertó porque no le satisfacía clasificarse como militar de oficio.
Es por ello que viendo las necesidades en su lugar de origen y la falta de oportunidades, el entonces joven de 16 años dejó su México para experimentar nuevas formas de vida y de trabajo en el norte.
“El nos enviaba fotografías de los lugares donde se encontraba laborando. De hecho telefoneaba muy seguido para decirnos que estaba bien hasta hace cuatro años”, agregó su lloroso padre.
Con el acta de nacimiento de Angel en las manos, don Atenógenes agradeció al cielo y a las personas que lo cuidaron, alimentaron y le dieron un techo durante todo este tiempo.
“No tenemos con qué pagarles todos los favores que nos hicieron en proteger a mi hijo. Deseo infinitamente que Dios los bendiga”, imploró.
No obstante, los Hernández García ahora quieren llegar hasta las últimas consecuencias y saber qué es lo que realmente le sucedió a su familiar.
Les indigna que las autoridades de Migración de Estados Unidos lo hayan dejado así nada más en el puente internacional a sabiendas de su situación psicológica.
“Sentimos coraje por la manera en que se encuentra. Creo que a los agentes de la migra les faltó ser más benévolos con él. Como que fueron inhumanos al abandonarlo en esas condiciones, sin canalizarlo con el gobierno mexicano”, lamentó su primo Jaime Hernández, quien también hizo el viaje.
Taciturno, Angel fue despedido por la gente que veló por él y le aseó, pues al principio “pasaba el tiempo acostado y no se duchaba por cuenta propia”, según explicó el reverendo Héctor Silva.
De esta manera, el afortunado deportado regresó a su natal Tezontepec de Aldama, en compañía de los suyos y donde ya le sacaron cita con el neurólogo, porque su familia tiene fe de que volverá a ser el mismo de antes, el mismo que un día estuvo en el ejército y quien por desgracia al intentar ir por un sueño cada vez más difícil de alcanzar perdió su salud mental.
Según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos se calcula que entre 750 mil y un millón de indocumentados de habla hispana ingresan cada año a ese país.
Actualmente radican en territorio estadounidense 31.7 millones de latinoamericanos, lo que representa el 11.7 por ciento de la población total.
La mandaron por azúcar
y no supo volver a su casa
En el refugio Senda de Vida de Reynosa, localizado sobre la calle Emiliano Zapata en la zona Centro de Reynosa, Angel no era el único extraviado, porque hasta ese sitio, rotulado por leyendas que promueven la fe de Dios, arribó hace tres meses Tomasa a secas. Ni siquiera sabe cómo se apellida.
“Según detallaron los activistas sociales, llegó con un kilo de azúcar buscando su casa. De sus padres no recuerda nada y desconoce el nombre, la calle y la colonia donde radican.
Sonriente, la mujer de blanca piel sostiene una escoba y talla el piso multitud de veces.
Quienes están a su cargo, dicen, es muy acomedida e higiénica. No da problemas porque le gusta el orden.
No obstante, en entrevista Tomasa comentó que jamás desea volver a su casa, pues en el albergue Senda de Vida se siente muy contenta y feliz, situación que a los organizadores les halaga, pero a la vez les preocupa, pues seguramente sus seres queridos la están pasando mal sin ella. Solicitaron el apoyo de las autoridades y el público para localizar a su familia.
Si usted cuenta con información que ayude a ubicar a los padres, los hermanos o el domicilio de Tomasa, favor comunicarse al teléfono de Hora Cero 929 7585 o del refugio Senda de Vida 922 5581.