Las canciones que en la voz de “Beto” Quintanilla se convirtieron en un icono de la frontera, esta vez se escucharon casi sin público. A dos años de su fallecimiento a causa de un paro cardiaco, uno de los exponentes y compositores más populares de la música de corridos parece haberse esfumado de la mente de los miles de seguidores que acudieron a darle el último adiós.
Ante la presencia de su madre Evelia Iracheta, su esposa Blanca Alicia Reyes e hijos, se celebró una misa en su honor en el panteón Valle de la Paz de Reynosa, donde se esperaba a un mayor número de visitantes; no obstante, la ceremonia oficiada por el sacerdote Jesús García Macías lució desierta, sólo con la presencia de algunos de sus más fieles fans y, por supuesto, familiares.
El sepulcro de “Beto” Quintanilla -construido en acabados de granito- estuvo cubierto por una carpa azul donde se desarrolló el acto religioso. Varios arreglos florales y una fotografía del artista en el centro de la lápida le acompañaron esta ocasión.
“SIEMPRE SE LE ESTRAÑARA”
Tras recibir las palabras de aliento del ministro católico, la viuda del autor de “Pancho la Sota”, “Para cantar hay que ser gallo” y “Le compré la muerte a mi hijo”, entre otros temas, dijo sentirse triste sin la compañía de cónyuge.
“Es el segundo año de muchos difíciles que vienen para mí”, mencionó pensativa.
Por su lado, María Ludivina Quintanilla, hermana del desaparecido cantante, habló del vacío que dejó su muerte.
“Aquí estamos… aquí está mi mamá y venimos a acompañar a mi hermano un rato ahora que ya no está con nosotros.
“Sí esperábamos un poco más de gente, aunque la mayoría de nuestros familiares radican fuera y por caer esta fecha a mitad de semana seguramente se les complicó venir.
“Y pues de los amigos esperemos que lleguen más, casi por lo regular vienen un poquito tarde y como quiera a quienes nos acompañan les agradecemos bastante que estén aquí”, manifestó poco después de la misa.
Visiblemente afectada la madre de “Beto” Quintanilla no pronunció palabras y permaneció meditando
SUS INICIOS
Nacido en General Terán, Nuevo León -una pequeña comunidad ubicada al oriente del estado-, “El mero león del corrido” mostró desde niño habilidad para componer declamaciones, pero no fue sino hasta mediados de los años 70 cuando incursionó en el ambiente de la farándula.
“Beto” Quintanilla acumuló más de 25 años de trayectoria artística. Su estilo musical bronco y sin tapujos lo llevó a convertirse en una leyenda, siempre con su característico vestuario vaquero.
Su despedida, el 18 de marzo de 2007, produjo un fenómeno pocas veces visto en la frontera por la gran cantidad de personas que asistieron a su sepelio. Irónicamente tras su deceso se incrementaron las ventas de sus discos.
Entre los músicos con los que compartió el escenario destacan Los Tigres del Norte, los Cardenales de Nuevo León, Los Tucanes de Tijuana y muchos más. Su popularidad fue tal que integró en varias ocasiones el top ten de la revista Billboard en Español.
Mientras tanto, en el lugar que descansan sus restos, los pocos que se congregaron para conmemorar un aniversario luctuoso más, lo hicieron con gestos de fraternidad.