Sentado en la pequeña delegación de Seguridad Pública que se ubica en el mercado Guadalupano, en el centro de Reynosa, se puede encontrar al policía Daniel García, quien siempre se encuentra al pendiente de su herramienta de trabajo: el radio de comunicación.
El servidor público no muestra ningún aspecto que lo distinga de sus demás compañeros de la Secretaría de Seguridad Pública, excepto los lentes oscuros que utiliza desde que perdió la visión hace casi dos años.
Desde niño Daniel siempre soñó con ser policía, cuando cumplió 21 años su anhelo se hizo realidad.
“Mi ingreso fue el 24 de septiembre de 1984. Me integré a la corporación luego de hacer un curso corto pero efectivo y comencé a trabajar en esa época cuando el presidente era don Ernesto Gómez Lira”, recordó el gendarme.
Mientras rememora sus inicios en la corporación, el oficial de radio no descuida su trabajo. En la frecuencia se escuchan las claves de sus colegas monitoreando las zonas aledañas a la estación de policía.
Para quienes no están acostumbrados a trabajar con un aparato de radiocomunicación, interpretar los mensajes en clave o entender lo que sus compañeros le dicen por la frecuencia puede ser complicado, pero Daniel tiene dominado su oficio por lo que puede seguir platicando su historia.
Durante dos décadas patrulló las calles de Reynosa y fue testigo del acelerado crecimiento que tuvo la ciudad los últimos años, principalmente los delitos menores.
Cuando cumplió 21 años dentro de la corporación, que tuvo que hacer una pausa en su carrera de policía por motivos de salud.
“Empezaron mis problemas de salud y no había mucho apoyo de parte de la administración que estaba en ese tiempo. Me tuve que retirar en 2005, no sabía que tenía alta presión y esa fue la causa de mi ceguera“, explicó Daniel.
Por cinco años García Espino estuvo fuera de las filas de la policía. No fue un período fácil para él, pues además de haberse obligado a abandonar el trabajo donde se había desempeñado toda la vida, el no poder desempeñar ninguna otra actividad económica lo hizo caer en depresión.
“Básicamente no me dedicaba a nada, porque es muy difícil que te empleen. Al principio estuve trabajando en una agencia aduanal en la importación de vehículos pero realmente era un entretenimiento con bajo sueldo, en ese tiempo todavía podía ver. Hace dos años perdí totalmente la vista y ya no tuve actividad económica donde pudiera generar ingresos”, detalló el policía.
Como sucede con muchas de las personas que no nacen con discapacidad visual, sino que pierden la vista por algún accidente o enfermedad, Daniel García pensó que su vida productiva había terminado.
Pero el ánimo que su esposa y sus tres hijos le infundieron no le permitió quedarse inerte ante su situación y se decidió a pedir otra oportunidad para entrar a Seguridad Pública.
“Pedí el apoyo de la licenciada Ana Lidia Luévanos y ella me abrió la puerta para hablar con el alcalde Oscar Luebbert, quien me dio la oportunidad de ingresar nuevamente. Yo Quería regresar a Seguridad Pública porque pensé que aún podía seguir sirviendo”, aseveró el policía, quien lleva casi dos meses de vuelta en su antiguo empleo.
Como cualquier otro elemento de la corporación, García hace turnos completos atendiendo en el radio y el teléfono los llamados de la ciudadanía.
El estar de nuevo en la corporación donde soñó servir de niño, lo ha hecho renovar su semblante, incluso exhortó a otras personas con alguna discapacidad a no darse por vencidos y lograr sus objetivos.
“Al principio no pensé que podía ser útil, pero me animé a buscar el trabajo y aquí estoy, intentando servir. Cuando perdí la vista creí que no había más oportunidad para mí pero no fue así, espero seguir sirviendo, con esta actividad me siento muy bien, sé que no ha pasado mi vida productiva y estoy muy satisfecho”, recalcó con una sonrisa.
Sus mismos compañeros y el comandante de la subdelegación, dan fe del desempeño de Daniel el cual dicen es más que eficiente. Incluso están de acuerdo con la reintegración de sus compañeros discapacitados al cuerpo de Seguridad Pública de la ciudad
“Es muy positivo que se tengan estos programas de reintegración porque el día de hoy todos estamos bien pero mañana no sabemos, si nos llega a pasar algo sabemos que tenemos una oportunidad para trabajar”, aseguró Carlos Ramírez, comandante de la subdelegación de policía del mercado Guadalupano.
Por su parte Daniel no pierde la oportunidad de animar a quienes sufren una discapacidad a no dejarse vencer por los obstáculos.
“A quienes han sufrido una discapacidad y piensan que no pueden seguir adelante yo les digo que aún hay oportunidad para todos, que busquen el modo porque aún tenemos mucho que dar”, finalizó.
CONTRA TODO PRONOSTICO
Al igual que Daniel García, José Guadalupe Martínez tiene toda una trayectoria en la corporación de Seguridad Pública con más de veinte años de servicio. El también ingresó en los años ochenta cuando apenas contaba con 18 años, sin embargo a diferencia del primero, para Lupito –como le conocen sus compañeros de la subdelegación–, no fue sencillo cumplir su meta de ser policía, por su discapacidad motora, adquirida por la polio.
Desde niño este hombre ha estado acostumbrado a las adversidades, primero al sobrevivir a una enfermedad que pudo haberle costado la vida y después al conseguir la meta que se planteó de niño: ser policía.
En varias ocasiones se presentó a las oficinas de la corporación para pedir una oportunidad que constantemente era rechazada.
Pero él no se daba por vencido y regresaba constantemente a pedir que se le abrieran las puertas.
Finalmente el interés del aspirante a policía convenció a las autoridades quienes le dieron un lugar en la dependencia como oficial de radio, labor que ha desempeñado desde hace veintidós años.
“Lo primero que hice fue aprenderme las claves. Aquí me desarrollé como oficial de radio para atender a la ciudadanía en el teléfono o radio y darle la atención a quien lo requiera”, apuntó el oficial.
Aunque desde que inició su carrera como policía ha trabajado atendiendo el radio, Lupito considera que su trabajo es tan valioso y arriesgado como sus compañeros que están en las calles, incluso que hace la misma función que haría cualquier otro policía.
“Mi trabajo es el mismo que lo que realizaría cualquier persona sin discapacidad y tiene el mismo riesgo, aunque estemos adentro o afuera de una oficina, todos somos policías”, recalcó.
Como oficial de radio la comunicación con sus compañeros es esencial, por ello aunque esté fuera de servicio siempre lleva su celular para reportar cualquier incidente que se presente o prevenir a sus compañeros de algún posible peligro.
“Trabajamos en equipo con los compañeros y somos como una segunda familia, porque la primera está en casa”, dice.
Han pasado muchas administraciones desde que entró a la corporación, pero Lupito se ha mantenido en su puesto gracias a su desempeño laboral y que siempre está dispuesto a servir.
“Al principio trabajaba doce horas y después del cambio de administración me pusieron en el turno de veinticuatro. Me preguntaron si podía y yo les dije: claro que puedo, porque para eso venimos, a trabajar”, expresó.
Además de servir como policía, Lupito también juega basquetbol sobre ruedas, donde tiene la oportunidad de convivir con otras personas con discapacidad motora y animarlos a lograr sus metas.
“Simplemente les digo que le echen ganas, que así como a mí me dieron oportunidad, ellos también pueden tener una, que no se dejen abatir por los problemas y busquen hacer lo que más les gusta”, recomendó.
Y es que para José Guadalupe desempeñarse como policía es todo un orgullo y uno de sus principales logros. Su trabajo le da satisfacción y le ayuda a convencer a las personas con discapacidad que no existen más obstáculos que los que ellos mismos se ponen.