Parece difícil imaginar que un insecto tan diminuto pueda contener a las destructoras larvas que arruinan extensivas cantidades de cosechas cada año.
Pues esto es posible gracias al trabajo de investigadores mexicanos, que se han preocupado por fomentar el uso de la biotecnología en el aprovechamiento de los recursos agropecuarios.
El objetivo es crear en cautiverio una concentrada colonia de microorganismos –de la familia de las avispas cotesia rubecula y cotesia flavipes–, que minan de forma natural las intensiones de los gusanos que se comen y taladran los granos de elotes y el sorgo, rama en la que Tamaulipas es líder en producción nacional.
El catedrático Erick De Luna Santillana, químico bacteriólogo por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), es uno de los colaboradores del Laboratorio de Biomedicina Molecular del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en Reynosa.
“Nos fuimos delimitando a la microbiología industrial y de suelo, al uso de los pesticidas para llevar a cabo el control de insectos plaga.
“Dentro del laboratorio manejamos varias líneas de investigación. La más fuerte y la que lo ha fortificado más es la del análisis de la oncocercosis (que es una enfermedad infecciosa crónica originada por un gusano llamado Onchocerca Volvulus y transmitida por varias especies de jejenes. La infestación parasitaria ocasiona lesiones potencialmente severas en la piel y ojos, llegando a ser la segunda razón más importante de ceguera en el mundo)”, detalló.
El especialista mencionó que “de año y medio para acá el laboratorio fue modificado y cambió de nombre”. Anteriormente era el “Laboratorio Animal 2 y tenía solamente una línea de estudio del baculovirus”, que son microbios que transmiten dichas avispitas invertebradas para llevar a cabo el control de plagas.
“En lo que a mí corresponde, estoy apoyando al director del laboratorio en investigación, trabajando para llevar a cabo la búsqueda de genes que están relacionados con una aplicación de carácter biotecnológico que obstaculice el efecto negativo de los insectos plaga”, dijo De Luna Santillana.
El científico originario del Estado de Coahuila habló de la importancia de su especialidad.
“Estas avispas son unos parasitoides, esto quiere decir que son enemigas naturales de otros insectos. Lo que hacen es inyectar los huevecillos sobre los insectos plaga, entonces las avispitas crías se desarrollan en el interior de éstos.
“Pero ¿qué está permitiendo que estas avispitas se puedan desarrollar dentro del organismo de los bichos plagas?, que hay un virus que vive en simbiosis con estas avispitas y al momento de inyectar los huevecillos transmiten este virus, que tiene una función mucho muy especial y específica en este sistema, que debilita el sistema inmunológico del insecto plaga”, desmenuzó el entrevistado.
GESTACION Y MODO DE APLICACION
El también master en microbiología con formación actual en doctorado, explicó que estos insectos están ya identificados, entonces lo que se trata es de traspasar ese gen a otro sistema biológico para crear un agente de control más tóxico para llevar a cabo el exterminio de las plagas.
“La ventaja que da este sistema es que su tiempo de acción es más corto. Los agentes de control biológico que se están usando en la actualidad son efectivos y casi se podría decir que llevan un orden del control del 90 al 100 por ciento, pero la desventaja que tienen es que son un poquito más lentos.
“El productor, el agricultor en el campo, lo que quiere ver es el resultado rápido, por eso estamos buscando implantar estos nuevos genes para que los tiempos de acción se vuelvan más cortos”, sopesó.
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“A nivel local, a nivel regional las plagas más importantes son las que atacan a las gramíneas, lo que es el maíz, los zacates forrajeros, el sorgo y todo el material para la cría de ganado. Por ejemplo, en la región de El Mante, donde producen caña de azúcar, algunas se comen todo el follaje y otras taladran el ápice, disminuyendo la calidad del producto o mermando la productividad”, mencionó De Luna Santillana.
El experto subrayó que por eso se emplea la “avispita”, que es catalogada como un insecto benéfico.
“Es un parasitoide, un mecanismo de control biológico natural; osea, que estos organismos se crean en el laboratorio, van y se liberan al campo y ellos mismos se están reproduciendo.
“Para iniciar el control, tomamos a la cría a nivel de campo, la multiplicamos en el laboratorio y vamos y la liberamos. Si las condiciones son adecuadas este microorganismo nativo de la región logra colonizar y establecerse bien dentro del campo; sin embargo, cuando es un microorganismo exótico, de otras regiones, tenemos que estar monitoreando y viendo poblaciones”, afirmó.
El especialista del IPN añadió que las avispas cotesia rubecula y cotesia flavipes se liberan en cajas, se liberan los huevecillos en las zonas afectadas, emergen los adultos y ellos solos van y buscan sus enemigos.
LA NULIFICACION
De Luna Santillana ejemplificó que una vez que el insecto plaga es atacado por cualquier agente de control biológico, llámese parasitoide o bioinsecticida la eficiencia es muy amplia.
“Digamos que un pesticida químico mata a las larvas dañinas en cuestión de horas, en un día, pero un agente de control biológico disminuye a los insectos plaga en tres días cuando es muy tóxico. Como pueden ver el período es más largo, sin embargo, tiene un efecto de control biológico más prolongado sobre la plaga.
“La larva deja de alimentarse, porque no está muerta, pero está enferma. Esto quiere decir que el daño se disminuye y de ahí que hay un beneficio para los productores en el campo”, ilustró.
Cabe mencionar que el Instituto Politécnico Nacional brinda asesoría a quienes están interesados en “sacarle jugo” a los beneficios de la ciencia e incrementar sus ganancias.
“Esa es una de las bondades del control biológico, que además de ser buenos para el ecosistema y para la producción, trabajan muy específicamente, porque va directamente contra el insecto plaga que se quiere atacar y los pesticidas químicos mata a todos los insectos incluidos los benéficos”, destacó.
De Luna Santillana manifestó que ahora con la normatividad para cuestiones de exportación es más estricta. Quienes quieren mandar fuera del país sus productos tienen que ajustarse a dichas directrices.
“Esto ha favorecido el estudio y la aplicación del control biológico, porque sus efectos son amigables tanto para el humano como para el medio ambiente. Eso ha venido favoreciendo a que esta tecnología esté atravesando un boom”, subrayó.
El científico del IPN comentó que una de las ventajas de la ciencia en la que trabaja es que existen laboratorios que ya tienen los baculovirus o las avispitas, pero cuando se quiere implementar un sistema de control casero lo recomendable es ir al campo, localizar el insecto plaga, llevarlo al laboratorio y ver si de él emerge el parasitoide.
“El objetivo central como ejes externos del Instituto Politécnico Nacional es atender las demandas y las problemáticas locales, entonces nosotros nos acercamos a través del Departamento de Vinculación con los productores. Nosotros tratamos de darle una solución a sus problemas”, aseguró el catedrático, quien hizo mención que las grandes industrias transnacionales recomiendan asperjar medio kilogramo de producto por hectárea.
“Nosotros nos ajustamos a esos parámetros. Es cuando se trata de un insecticida a partir de una bacteria. Mientras que para el uso de parasitoides primero hay que establecer evaluaciones de daño para liberar diferentes proporciones de las avispitas, para determinar qué tratamiento es el óptimo para efectuar el control.
“Este gen del polinavirus lo queremos amplificar y extrapolarlo dentro del baculovirus (el virus natural que viene en el insecto benéfico), que es el agente de control biológico”, indicó.
Parece sencillo, pero estos desarrollos que llevan a cabo científicos mexicanos son precedidos por muchas horas de investigaciones, las cuales ya dan beneficios a gran escala.
Un caso de ello es el de algunos centros comerciales que también venden frutas orgánicas en las cuales se ha sustituido el uso de pesticidas químicos por biológicos.