
Cada día en Reynosa, un promedio de cinco perros callejeros son enviados a un cuarto de concreto, donde una persona les colocará en en lomo y la cola, unas pinzas metálicas que están conectadas a un enchufe eléctrico y que harán pasar por sus cuerpos una descarga de 220 voltios que los matará.
Posteriormente, el cerebro de estos animalitos será extraído y enviado a un laboratorio donde será analizado por veterinarios en búsqueda de rastros de rabia.
Y aunque este procedimiento -conocido como electro-sensibilización-, puede parecer cruel, cumple con la Norma Oficial Mexicana y es aplicado por las autoridades del Centro Antirrábico de esta ciudad.
Al visitar las instalaciones de este organismo, dependiente de la Secretaría de Salud, es posible observar perros de todos los tamaños y razas encerrados en minúsculas jaulas donde esperan ser enviados a un cuarto de concreto donde se lleva a cabo el procedimiento.
El coordinador del Programa de Zoonosis de la IV Jurisdicción Sanitaria, Adán Reyes Guerrero, dio a conocer que en lo que va del año se han sacrificado más 800 perros que deambulan sin dueño por las calles de Reynosa.
Cada martes, personal del Centro Antirrábico acude a las colonias de esta frontera para capturar a decenas de perros que deambulan por las calles.
“Es variable el número de perros capturados en un día, van desde 30 a 45, depende de la que colonia a la que acudamos, pero donde más canes son capturados es en la periferia de la ciudad”, mencionó.
El funcionario dijo que en los últimos meses se ha agudizado este problema, pues la crisis económica ha provocado que los amos no puedan solventar la alimentación y cuidado de sus mascotas.
“En la ciudad transitan muchos perros que son desamparados por sus amos, estos ejemplares alguna vez tuvieron dueño pero desafortunadamente quedan a su suerte al ser desagrigados por sus dueños”, detalló.
En su intento por sobrevivir, los perros callejeros tiran los contenedores de basura tratando de encontrar restos de comida, lo que provoca la queja de los ciudadanos quienes piden la actuación del Centro Antirrábico.
De hecho, de las decenas de perros que son capturados, solamente un dos por ciento son reclamados por sus dueños y rescatados de ser sacrificados.
La mayoría de los perros que son recogidos están enfermos y abandonados a su suerte y muy pocos son los reclamados por sus dueños en las 48 horas que tienen antes de ser sacrificados.
Incluso otro de los motivos que provoca que los dueños de estos animales no acudan a rescatarlos es la multa que tienen que pagar.
Reyes Guerrero indicó que otro problema es que estos animales defecan en la vía pública, se enferman constantemente y no existe quien los atienda, por lo que se originan un grave problema de salud pública.
Y aunque existe un sistema de adopción en el que cualquier ciudadano puede hacerse cargo de algún ejemplar que hay en el centro, desafortunadamente las condiciones en las que se encuentran estos animales no lo hacen muy atractivos.
“Es necesario invertirle en vacunas y en tratamientos para mejorar la condición del animalito, pero pocas personas son las que llegan a concretar la adopción, normalmente quieren un perro sano e incluso de raza”, comentó.
Reyes Guerrero, afirmó que también se ha observado que debido a la falta de empleo, muchas familias deciden emigrar de Reynosa, pero se van dejando abandonadas a sus mascotas.
UN PROBLEMA DE SALUD
César Emiliano González Urbano, presidente de la Asociación Ciudadanos en Defensa de los Animales de Reynosa, aseguró que los perros callejeros representan un problema de salud pública, pues un animal de diez kilos provoca un kilo de excremento diariamente. Esto quiere decir que si cinco mil perritos son echados a la calle por sus dueños, la ciudad tendrá aproximadamente cinco toneladas de excremento.
“Muchos perros fueron abandonados por sus dueños por la situación económica y el desempleo, ya que los amos no cuentan con los recursos para mantenerlos”, mencionó.
Todo esto se convierte en un problema para la salud pública, pues la suciedad está expuesta al aire libre.
Y aunque muchos de los perritos sacrificados pueden tener una segunda oportunidad, existen muchos que no tienen salvación.
“Existen perros que no pueden ser readaptados por los antecedentes de mal trato, como cuando son víctimas de golpes, machetazos, bañados en gasolina para ser prendidos con fuego, quemaduras con ácido, entre otras cosas, por lo que es difícil readaptarlos por el grave daño psicológico que tienen.
“Sabemos que hay ejemplares que no pueden seguir viviendo, ya sea por un problema de salud o por las agresiones cometidas en contra de las personas”, indicó.
El representante del grupo consideró que la electro-sensibilización no es la manera adecuada de sacrificar a estos perros, aunque reconoció que el Centro antirrábico no tienen el personal capacitado o los medios para hacerlo de una manera más humana.
González Urbano señaló que necesitan recursos económicos para mejorar el método de sacrificio, aplicando al animal una anestesia general y después un medicamento que le provoque un paro cardio-respiratorio. Con este proceso, el perrito no sentiría ningún dolor.
“Lo que hacen con ellos es casi inhumano, aunque la Norma Oficial marque que se puede hacer de esa forma, está mal”, dijo González Urbano, quien agregó que así como el gobierno tiene recursos para muchas cosas, cómo es posible que no puedan invertir una parte para hacer estos sacrificios menos dolorosos.
Para muchas personas y asociaciones defensoras de los derechos de los animales, el método de sacrificio de los perros callejeros es inhumano, sin embargo el Reglamento para Animales Domésticos y de Granja de Reynosa, en su Artículo 25, señala que el sacrifico humanitario de animales solamente podrá realizarse con los métodos autorizados en la Norma Oficial Mexicana NOM-033-ZOO-1995, identificada como “Sacrificio humanitario de los animales domésticos y silvestres”.
Mientras tanto, cientos de mascotas que antes contaban con un hogar ahora están siendo abandonados por sus dueños por lo que se convierten en fuertes candidatos a que, un día, reciban un golpe eléctrico de 220 voltios que los mate… simplemente porque ya nadie los quiere.