
Las desfavorables condiciones económicas fueron el motivo principal para que Amadita Arredondo no estudiara la secundaria, al menos en su infancia y en sistema regular.
Proveniente de una numerosa familia (12 en total), las necesidades eran muchas y pocos los recursos para satisfacerlas, entre ellas las académicas, por lo que a falta de dinero, los sueños profesionales de Amadita fueron truncados, al menos hasta ese entonces.
Y a pesar de que han transcurrido varias décadas de esto, Amadita Arredondo la reconocida empresaria y política de Reynosa, por fin logró obtener su certificado de secundaria, y no le da pena al decirlo: “Lo obtuve en ITEA y gracias a los programas que se han estado implementando para disminuir el número de personas que no cuentan con la educación básica”.
La oriunda de Los Ramones, Nuevo León, emigró a esta ciudad a los 12 años de edad, cuando concluía su primaria, pero siempre estuvo consciente de que no estudiaría más, debido a las precarias condiciones económicas.
“Somos de una familia muy humilde, pero hemos logrado salir adelante gracias a que nuestros padres nos lo inculcaron, siempre trabajando. Y ahora que tuve la oportunidad de estudiar y me comentaron los beneficios de este programa, me inscribí para tener mis papeles en orden”.
Leer, escribir, resolver operaciones matemáticas elementales, fueron las que permitieron un buen desempeño en el ramo empresarial y esto desde hace 30 años en el giro gastronómico en comedores industriales.
Y habló de su mayor satisfacción tras recibir la anhelada certificación: “Es haber obtenido mi certificado, ese documento tan importante y sugiero a todas aquellas personas que no cursaron su educación básica que aprovecharan esta oportunidad y se logren superar”.
De la importancia del estudio, comentó: “Es algo muy importante, uno requiere actualmente de esos documentos”.
Y como patrona destacó la importancia de contar con dichos papeles: “Siempre pedimos secundaria, primaria, ya requerimos de personas preparadas independientemente del puesto”.
Pero ahí no acaban las aspiraciones académicas de la destacada empresaria: “Quiero seguir aprendiendo más y aunque hasta el momento, como mujer me siento realizada, me gusta la política y me siento orgullosa de mí misma porque también soy servidora pública del Gobierno del Estado”, dijo la coordinadora del programa Microcréditos en el Fondo Tamaulipas.
SER ABOGADA, SU SUEÑO
Como muchos niños, a sus 6 años de edad María Patricia Ortiz Dávila anhelaba ir a la escuela cargando una gran mochila sobre su espalda.
Pero más le emocionó ir al segundo nivel básico: la secundaria; tener diversos horarios, materias y maestros, tareas, recesos, festejar el Día del Estudiante (23 de mayo).
Sin embargo, el sueño se desvaneció cuando sus padres la mandaron a la academia comercial, orillados por la situación económica precaria por la que atravesaban.
A pesar de ello, la idea de obtener un certificado de secundaria aún persistía en Paty y 10 años más tarde, decidió retomar aquel sueño y cristalizarlo.
Gracias a su esfuerzo ha conseguido ser lo que hasta ahora: regidora priista y una de las más reconocidas conductoras de noticias en la radio de Reynosa.
“Certifiqué mi secundaria en el INEA (Instituto Nacional de Educación para Adultos), a mis 23 años; recurrí a él porque cuando niña, mis papás no tuvieron dinero para pagarme los estudios en la secundaria”, narró.
“Estábamos en una situación que no me permitía asistir a la escuela de manera regular; así que me enviaron a la academia comercial para que una vez concluida, trabajar y cubrir mis necesidades personales”, explicó Patricia Ortiz.
De ahí que a sus 15 años de edad comenzó a ser parte de la población económicamente activa y 5 años más tarde se casó, aunque su situación personal nunca la hizo olvidar el sueño académico.
“Seguí con la idea de continuar estudiando y hacer la secundaria pero lo pospuse en ese momento. Ya una vez que comencé a estudiar lo hace en ratos libres”, dijo la entrevistada.
“Soy madre de familia divorciada, mantengo a mis dos hijas, económica y emocionalmente; y precisamente eso, tener que cubrir las necesidades familiares te obliga a dejar para otro momento tu preparación académica”, argumentó Ortiz Dávila.
Pero una vez concluida la secundaria, cinco años más tarde Paty decidió retomar los libros. De ahí que hizo la preparatoria abierta.
“El deseo y la voluntad de salir adelante, así como la curiosidad por aprender algo nuevo cada día. Siempre hay manera de hacerlo cuando se tiene la voluntad. Es vencer los temores de que no vas a poder o que te estás haciendo viejo y que no haz podido cumplir tus ambiciones”.
Con dos trabajos y estudiando los fines de semana, es como ha logrado ser lo que hasta ahora, una reconocida locutora en Reynosa y parte del cabildo en el Ayuntamiento de esta ciudad.
Y los retos personales para esta emprendedora mujer aún no acaban, pues ha decido hacer ahora una carrera profesional: licenciado en Derecho, un proyecto que nuevamente se verá aplazado y que sin duda alguna lo ejecutará.
Entre tanto, debe seguir atendiendo su hogar y pagar el estudio de sus hijas, ya que estudian en la preparatoria y universidad.
“Es un proyecto personal, un deseo de continuar preparándome y aprovechar lo que la vida me da y espero alcanzar esa meta que me he trazado”.
En cuanto a su mayor satisfacción, respondió: “Lo más satisfactorio es cuando recibes el documento y dices: “Este es el resultado de mi esfuerzo. Esa es la mayor satisfacción, saber que cumpliste la meta”.
ESTUDIAR PARA EDUCAR
Algo similar ocurrió con Graciela Salinas Alanís, originaria de La Lajita, Nuevo León. Llegó a los 13 años edad a esta ciudad fronteriza debido a que su papá era ferrocarrilero y constantemente lo cambiaban de plaza.
Igualmente, las condiciones económicas truncaron el sueño de Graciela, quien desde niña soñaba con ser maestra y logró, no sólo eso, pues actualmente da clases de Geografía en una de las escuelas públicas más importantes de Reynosa de nivel secundaria.
A sus 17 años fue madre, pero siempre tuvo la idea de ser alguien en la vida y sacar adelante a sus hijos. Fue a sus 20 años cuando inició con los cursos en el ITEA.
“Todos los fines de semana iba al Instituto Colón, ahí tomaba mis clases. Batallé un poco por la solvencia económica que no era muy buena, más me quise superar para ofrecerle algo a mis hijos y ser alguien”, manifestó orgullosa la mentora.
“Siempre traje en mente seguir estudiando porque tenía ganas de salir adelante, esa visión la tuve siempre, desde niña”.
Y prosiguió: “Desatendí a mis hijos y esposo pero sabía que era por una buena causa, que valía la pena. Concluí en un año y cuando recibí mi certificado sentí una satisfacción enorme, el puente para continuar mis estudios y la plataforma de mi proyecto profesional”.
Tras concluir la secundaria, continuó con la media superior y con doble certificación, ya que hizo la preparatoria abierta y también se graduó de la Héctor Espinoza.
“Terminé y me fui a Ciudad Victoria, a la Normal Superior y me recibí de la Licenciatura en Ciencias Sociales, estudié junto con mi marido, ambos hicimos la docencia en los cursos de verano”.
Para esto, sus dos hijos ya eran adolescentes de 11 y 15 años de edad: “Se quedaron solitos, pero siempre estuvimos al pendiente de ellos con llamadas, y les agradezco por su apoyo y comprensión”.
Asimismo, la educadora dijo alegrarse por seguir estudiando, ya que ha sido el impulso para que sus descendientes hicieran los mismo.
Pero ahí no bastó su tarea: estudió el Diplomado en Orientación Familia, Maestría en Desarrollo Humano con énfasis en orientación familiar y lo que falta: el doctorado, el grado más alto académicamente.