Desde hace poco más de 20 años, un grupo de voluntarios de la Iglesia Alianza Cristiana recorren las calles de Reynosa repartiendo alimentos calientes a las personas que lo necesitan. Han sido miles de kilómetros y platillos los que desde entonces han recorrido, cumpliendo con hechos los postulados de la Biblia.
Por mas de dos décadas la Iglesia Alianza Cristiana ha alimentado a personas que permanecen en los hospitales, casas del migrante, personas en situación de calle y cruceros concurridos por limpiavidrios.
Un grupo de voluntarios pertenecientes a esta congregación se han dado a la tarea de compartir el pan y la sal con los ciudadanos que más lo necesitan, sin importar que la temperatura sea mayor a los 38 grados centígrados.
Todo inició hace más de 20 años, cuando el ministerio se percató que en los distintos hospitales de la ciudad había decenas de personas esperando en el área de urgencias alguna noticia sobre el estado de salud de algún familiar, en una espera que podía durar semanas o hasta meses.
Recorriendo las calles de la ciudad también notaron el vaivén de los limpiavidrios en los cruceros de las principales avenidas de Reynosa.
El arribo de migrantes también conmovió al ministerio Alianza Cristiana, quienes decidieron juntar lo poco que tenían y, como cita la Biblia, multiplicar el pan para dar alimento a los que más necesitan.
“Esta obra de caridad comenzó hace más de 20 años, cuando nuestro pastor Mario y el pastor Rey notaron las necesidades de las personas que estaban en los hospitales.
“Fue precisamente aquí, en la clínica 15 del Seguro Social, donde llegamos a repartir comida desde hace más de 20 años y hasta la fecha gracias a nuestro padre Dios seguimos con esta labor caritativa, dando un platito de comida de parte de Cristo”, expresó Jorge García Hernández, miembro del ministerio.
MANOS A LA OBRA
Antes que el sol salga, los hermanos en Cristo ya están trabajando para preparar los alimentos que estarán entregando las próximas horas en diferentes puntos de Reynosa.
“A las cinco de la mañana nos levantamos porque acudimos a la oración y después comenzamos a preparar la comida, unos hermanos preparan el pollo, otros el guiso y otros preparan el agua, porque traemos agua de fruta natural”, añadió.
En sus inicios los voluntarios cocinaban en sus casas, en unas ollas llevaban la comida preparada y reunirse en la explanada de la Clínica 15 del Instituto Mexicano del Seguro Social, para repartir la comida en platos desechables.
“Había quien traía los frijoles, otros las tortillas, otros un guisado y nos reuníamos aquí bajo a la sombra de los arboles, donde dábamos de comer a los hermanos”, expresó García Hernández.
Hace cinco años la congregación adquirió su primer camión y lo adaptó como cocina móvil, en este vehículo reparten platillos recién cocinados de lunes a viernes de las 13:00 a las 15:00 horas, un horario que nunca es fijo pues depende cuántas personas encuentren en su ruta.
“Hoy en día tan sólo en la Clínica 15 se reparten entre 170 y 200 platillos diarios entre enfermos y familiares que pasan horas aquí cuidando a sus parientes”, explicó.
El misionero Jorge Hernández dijo que hay personas que vienen de los municipios de Miguel Alemán, San Fernando, Díaz Ordaz, Matamoros y Río Bravo, quienes también son invitados a disfrutar de los alimentos.
Debido al éxito de la actividad altruista, hasta la fecha son cuatro camiones habilitados como cocina para seguir apoyando a las personas, no sólo en los hospitales, sino en las calles, puentes internacionales y albergues.
Desde hace tres años decidieron extender el servicio comunitario en la explanada del Hospital de Especialidades número 270 del IMSS, ubicado sobre la carretera a San Fernando.
También acuden al Hospital Materno Infantil de Reynosa, donde alimentan a 200 personas aproximadamente, mientras que otro camión recorre los cruceros de las avenidas principales donde ayudan a los limpiavidrios.
Con la llegada de los migrantes, los misioneros llevan sus alimentos a los albergues Senda de Vida y Nuestra Señora de Guadalupe.
Jorge García, comentó que además de compartir los alimentos, también comparten la palabra de Dios, la esperanza y la fe.
“Antes de empezar la repartición de comida estamos elevando una oración para los necesitados, o quienes tengan un familiar enfermo para pedir a Dios por ellos”, enfatizó Jorge.
Las personas que están en la explanada del Hospital del Seguro Social, hacen fila para recibir el alimento y posteriormente pasan a recoger su vaso con agua de fruta natural.
Algunos con el rostro triste, con la cara cabizbaja, ocultando una alegría en su corazón reciben su plato de comida y se dirigen a buscar la sombra de un árbol para mitigar el sol.
“Estamos agradecidos con los hermanos, porque nos traen de comer, para ayudarnos”, dijo don Luis, quien lleva esperando respuesta de su familiar enfermo en el hospital.
“Son una bendición de Dios que estén aquí porque a veces uno no cuenta con los recursos necesarios para comprar la comida”.
En las temporadas de invierno, los misioneros también salen a repartir atole, café o chocolate caliente con piezas de pan, para las personas que se encuentran en los nosocomios mencionados y en la vía pública.
