
Una joven migrante narró el viacrucis que sufrió para darle un mejor futuro a su hijo, que vio la luz por primera vez en Reynosa, Tamaulipas.
Saidy Fabiola Herrera Guillén, una madre hondureña de apenas 20 años de edad, decidió salir de su natal Tocoa Colón, Honduras, con el firme propósito de darle una nueva calidad de vida a su madre y a su recién nacido.
Al ver la difícil situación en su tierra natal y con cerca de dos meses de embarazo Saidy tomó la determinación de abandonar el país, acompañada de su gemela Sindy Fabiola, para buscar un mejor futuro, en el norte del continente.
El 25 de marzo las hermanas Herrera Guillén se despidieron de sus familiares y partieron tras el anhelado sueño americano.
La joven relató cómo fue el angustiante periplo: “Mi meta principal era llegar a los Estados Unidos como casi todo mundo y lo único que pensaba era conseguir un buen trabajo, tener mi casa, un negocio, sacar adelante a mi madre y a mi hijo.
“Llegamos a Guatemala el día 26 y ahí el coyote nos quedó mal. Nos robó el dinero y los teléfonos, y yo sola con mi hermana”, recordó.
La ruta hacia el norte continuó luego que una tía de Saidy Fabiola contrató a otra persona para que los guiara, hasta que tocaron tierras mexicanas. Fueron cinco días los que estuvieron en el sureño estado de Chiapas.
Con el transcurso de los días el bebé continuó creciendo en su vientre, hasta que lograron arribar a la Ciudad de México y luego a su vez llegar a Monterrey, Nuevo León.
El guía, como ella le llama, los condujo hasta la frontera para ser exactos al municipio de Camargo Tamaulipas y allí empezó lo más crudo del viacrucis, porque las hermanas fueron plagiadas por un grupo delincuencial:
“Nos tuvieron dos meses secuestrados, éramos veintiséis personas las que estábamos en una bodega”, relató asustada la joven madre.
“A ti no te vamos a hacer nada me decían los hombres que nos tenían presas, pero a mi hermana la tocaban, sufrió mucho acoso, era como un objeto para ellos. Nos daban de comer huevo, tortillas y frijoles. Sindy Fabiola no comía por darme el alimento a mí”, siguió narrando con impotencia y lagrimas en los ojos.
Un solo baño era ocupado por 26 indocumentados centroamericanos donde le daban prioridad a las mujeres, quienes estuvieron dos semanas sin bañarse.
“Los que tenían dinero los cruzaban rápido pero nosotras no podíamos porque no contamos con recursos. Yo le pedía a mi mamá que nos ayudara pero no puede, le hablé a mi papá llorando y dijo que no tenia dinero”, lamentó.
LOGRAN VER LA LUZ DEL DÍA
No existe un borrador mágico que les suprima los dolores de la vida, pero la felicidad para esta joven madre volvió cuando una madrugada elementos de la Policía Estatal Acreditable (PEA) montaron un operativo y entraron a la bodega donde estaban secuestrados.
“Recuerdo que fue el día sábado los estatales irrumpieron en esas instalaciones y nos rescataron. Yo lloraba de alegría, a la vez me arrepiento”, expresó.
Ya que el grupo de migrantes fue rescatado el personal del Instituto Nacional de Migración (INM) canalizó a las personas a un centro médico para que las valoraran,
principalmente a Saidy Fabiola, quien para ese entonces ya contaba con aproximadamente ocho meses de gestación.
Mientras que su hermana, Sindy Fabiola de 20 años de edad, fue deportada a su natal Tocoa Colón, Honduras, donde se reencontró con su madre.
La primera, fue llevada al albergue Senda de Vida el 21 de agosto del 2019.
Semanas después las contracciones del embarazo llegaron y fueron paramédicos de la Cruz Roja de la delegación Reynosa quienes la trasladaron en una ambulancia al Hospital Materno Infantil.
“Estuve tres días con dolores. Yo pedía que me hicieran cesárea y como no querían me regresé al refugio. Pero la Cruz Roja me llevó de nuevo”, explicó.
Finalmente el pequeño Thiago Alessandro Herrera Guillén vio la luz de este mundo el día 27 de septiembre del presente y regresó en brazos de su madre al albergue Senda de Vida.
“En la casa del migrante ya me acostumbre aunque al principio no me gustaba estar aquí, estoy en contacto con los de migración para que me ayuden a arreglar mis papeles.
“Pese a que el bebé de Saidy Fabiola nació como mexicano ella sigue con el propósito de llegar a los Estados Unidos, pero se encuentra en la espera de su hermana gemela y la madre de ellas para después alcanzar el sueño americano.
“El personal de migración me esta ayudando a arreglar los papeles de mi hijo, pero yo sigo con la meta de arribar a la Unión Americana para darle un mejor futuro a mi hijo y apoyar a mi mamá”, recalcó la joven madre.
Y a su natal Honduras, por lo pronto, no piensa volver hasta que mejore su economía.
“Allá depende de donde uno viva. Si quieres un buen trabajo necesitas tener un título, pero eso estaba fuera de mi alcance, es por eso que nosotros venimos a trabajar para salir adelante y ayudar a mi mamá”, confesó.
EL SUYO NO ES UN CASO AISLADO
En lo que va del año en el refugio Senda de Vida se han recibido mujeres migrantes que vienen con más de siete meses de embarazo y son alrededor de quince madres extranjeras que han dado a luz estando en Reynosa, Tamaulipas.
Algunas son canalizadas al Hospital Materno Infantil y otras al General, mencionó el director del albergue, el pastor cristiano Héctor Silva.
Por su parte, el Instituto Tamaulipeco para los Migrantes (ITM) señaló que las mujeres pueden permanecer en México y aplicar a la ciudadanía, luego que les nace un hijo en territorio nacional.
El trámite se establece de acuerdo con el articulo 30 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y debe cumplirse mediante la Secretaría de Relaciones Exteriores, que en Reynosa tiene representación.
De acuerdo con la información de la SRE el proceso es que los padres migrantes obtengan la residencia, después deben tramitar naturalización cuyos gestiones oscilan en 9 meses aproximadamente. Además deben vivir 2 años en México y todo el juicio tiene un costo de casi 8 mil pesos. v