Las colonias de la zona Centro de la ciudad y cercanas a las riberas del río Bravo presentan una nueva fisonomía: miles de migrantes de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe han llegado hasta este sector de la frontera para alojarse en albergues, vecindades y hoteles. Detenidos por un atasco burocrático –que ya alcanza las proporciones de una crisis humanitaria–, hacen una cansada espera intentando conseguir el tan ansiado asilo de Estados Unidos.
Para los inmigrantes Reynosa, Tamaulipas, es el último punto hacia el “sueño americano” y es en sus límites donde se refleja una demora desesperada en busca de obtenerlo.
Las caravanas centroamericanas no fueron las únicas que paralizaron los servicios de inmigración estadounidenses. Hace seis meses comenzó a registrarse otro fenómeno que en el presente mes de julio ha alcanzado su momento más álgido y que ahora se extiende también de regreso a México.
Tan sólo en esta ciudad del noreste mexicano, existen alrededor de tres mil personas varadas (aunque el número podría ser mucho mayor), porque no han podido atravesar la frontera.
Son especialmente cubanos y venezolanos que piden al gobierno del presidente Donald Trump asilo humanitario, aunque los hay también centroamericanos y hasta de lugares tan remotos como Rusia, Bangladesh y Nigeria. Escapan de sus territorios, de la crisis política, de la violencia, del hambre y la miseria.
Hombres, mujeres con bebés en brazos, niños y ancianos, todos por igual han viajado miles de kilómetros, surcando cielos y mares, atravesado sinuosos caminos, peligrosos ríos y selvas, como la del Darién entre los límites de Colombia y Panamá, donde encontrar personas muertas forma parte del crudo recorrido.
“Yo salí por Guyana, tuve que pasar 11 países para poder llegar aquí hasta México. En la selva nos topamos con muchas personas fallecidas. Nosotros pasábamos y no podíamos hacer nada por ellos porque ya estaban fallecidos y teníamos que seguir la travesía.
“Muchos se deshidrataron por falta de alimento, por falta de agua. Otras se ahogaron en el río, porque no saben nadar”, relató a Hora Cero Lianet Arias, originaria de Cuba.
Las violentas pandillas, los asaltos de las policías, la deshidratación e infecciones, las mordeduras de reptiles y lo que implica viajar a pie, en carretera y en tren, son un riesgo que todos se toman.
“Los policías no nos dejaban pasar, nos golpeaban, nos daban palazos”, agregó la joven que ahora duerme en una casa de campaña del refugio Senda de Vida.
Mientras que Juan Miguel Oliva, uno de sus paisanos cuenta cómo él y sus connacionales es que han estado sufriendo esta crisis migratoria.
“Escapé de mi país desde el año anterior, el 8 de diciembre y he pasado por 13 países para poder llegar hasta aquí y no he podido todavía lograr mi ‘sueño americano’. En el camino hemos observado de todo:
“Personas que se han aprovechado de nuestro problema, de nuestra situación, nos han quitado dinero. A mí me rompieron el salvoconducto que me dio el pueblo de México cuando salí de Tapachula, Chiapas. La Policía Federal me lo rompió, como a muchos que se van a topar en el camino que les han roto los salvoconductos. Muchos tienen miedo de continuar aquí”, expresó.
SE AGOLPAN EN REYNOSA
Sin embargo, a pesar de haber ya pasado prácticamente lo peor y arribado a la frontera con Estados Unidos estos migrantes ahora se enfrentan con otro problema, porque las autoridades no los han dejado pasar. Se acogen a los tratados internacionales de libre tránsito, pero en la Unión Americana las autoridades ya no se dan abasto.
Saturado, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de ese país (ICE, por sus siglas en inglés) solamente está brindando asilo a muy pocas personas a comparación de las que llegan. Las cifras que otorga el gobierno de Donald Trump son inciertas.
A pesar de eso estos ciudadanos aseguran que diariamente despegan de La Habana hasta ocho aviones comerciales repletos de pasajeros hacia Centro y Sudamérica y desde ahí emprenden el recorrido al norte del continente. Pero para su sorpresa en Estados Unidos ya no quieren admitirlos.
“El caso de Cuba es especial porque ya hay un éxodo masivo y se está saliendo la gente porque las aerolíneas están virando vacías para allá. La gente está huyendo por causa de la hambruna, del hambre que hay en Cuba y el gobierno en vez de aliviarle la vida a la familia están apretándole la situación económica a la gente por el salario pésimo.
“¿Tú sabes lo que son 10 dólar (Sic) al mes, 225 pesos (cubanos) para mantener una familia?”, manifestó Yioandris Bolaños Vázquez, quien se graduó en Cuba como artista plástico y cuyos trabajos fueron censurados.
Por su parte, Juan Miguel Oliva, habla de la última norma emitida por el gobierno estadounidense de no brindar asilo a personas que hayan atravesado países intermedios.
“Ahora mismo con la ley que bajó nuestro presidente Donald Trump. Lo llamo nuestro presidente porque vamos a su país y es nuestro país, porque es donde podemos tener expresiones de libertad, ya que en Cuba no las tenemos.
“Eso tiene a la mayoría de nuestros compañeros asustados y eso está provocando que la gente se tire por el río”, lamentó.
Los migrantes viven en los refugios y en casas aledañas al río Bravo. Muchos buscan un trabajo en la ciudad para poder sostenerse, pues entre transportes, comidas y extorsiones, según detallaron, se han terminado el dinero que les quedaba.
Algunos aseguraron que por Reynosa el gobierno estadounidense nada más está brindando asilo a un par de personas en promedio por día. La desesperación los agobia.
NO PIERDEN LA FE
Roger Rodríguez Pavón es originario de Las Tunas, una localidad localizada a 700 kilómetros de La Habana, Cuba. Abandonó su tierra natal abrumado por las injusticias y la pobreza.
“En Cuba si uno mata una vaca te meten preso. O sea que vale más una vaca que un ser humano. Un ser humano lo matan y lo que le echan son cinco años o seis y matas una vaca y te meten 30 años”, dijo en relación a la alimentación que les es prohibida.
Y comentó que todo lo que los ciudadanos producen en sus actividades agropecuarias deben reportarlo a su gobierno, por lo que para los habitantes de la isla aspirar a tener una vida de calidad es prácticamente imposible. Manifestó que la situación allá es incluso peor de la época en la que gobernó Fidel Castro.
“Los que viven bien en Cuba son los jefes. Los Castro, el presidente nuevo que quedó (Miguel Díaz–Canel) que es un títere con cabeza que pusieron ahí”, agregó.
De su nación a Guyana el pasaje le costó a sus familiares en Estados Unidos mil dólares (alrededor de 18 mil pesos), una cantidad que para este chofer de transporte turístico es una pequeña fortuna.
“Yo al mes no llegaba a 30 dólares (unos 540 pesos). El mes completo trabajando, yendo a La Habana cinco veces, que eran mil 400 kilómetros ida y vuelta, más lo que caminaba”, relató Roger.
–¿Qué cosas que no había comido en Cuba ha logrado probar desde que salió de su país?
“Bueno acá he comido la carne de vaca a toda hora, ¡es deliciosa! En Panamá en el campamento donde estábamos llevaron una vaca y la mataron. Nosotros los cubanos decíamos, ¡eso no se puede matar! La policía que ahí estaba dijo, eso es allá en Cuba”.
Y reconoció Roger que cuando sus compatriotas en México van a los centros comerciales se alegran por los artículos que pueden comprar.
“Se emocionan porque en Cuba nunca lo hemos hecho. En Cuba no hay ni carritos”, expresó.
A solamente unos metros del río Bravo, que los separa de Estados Unidos para Roger Rodríguez Pavón entrar al vecino país podría ser una experiencia total. La abundancia puede ser un ‘shock’.
“Cuando lleguemos ahí será un cambio, como volver a nacer”, abundó.
–¿Cómo decirle al cerebro humano que pueda digerir todo este cambio, de no tener casi nada a tener mucho y no volverse loco?
“Es fuerte, es duro ¿cómo explicártelo?, porque cuando uno caiga a Estados Unidos el cambio será brusco. Yo en Cuba no llegaba a 30 dólares al mes. Y cuando llegas a Estados Unidos y veas que son 100 dólares que tú lo coges en una semana o en un día, es capaz que me da un infarto (risas) y no lo pueda ni disfrutar”, comentó el entrevistado ante las carcajadas de sus correligionarios.
La esperanza de este hombre de 47 años se centra en que el gobierno estadounidense le otorgue una visa humanitaria, comenzar una nueva vida y mantener en los recuerdos su peligrosa travesía viajando por países como Guyana, Brasil, Colombia, la selva en Panamá, las naciones de Centroamérica y México, así como el pasado de miseria y dolor que está dejando en su natal Cuba.
DESPLAZADOS Y PERSEGUIDOS POLÍTICOS
Cada migrante que se encuentra en los asilos humanitarios de la fronteriza ciudad de Reynosa, en el noreste de México, tiene una historia que contar.
Y para algunas personas abandonar sus países de origen es cuestión de vida o muerte. Así lo asegura un activista político y quien dice ser ex dirigente del Partido Republicano.
“Me llamo Billy Joe Landa Linares, soy opositor en Cuba. Huyo de la dictadura por las represiones que he tenido. El miedo que más tengo ahora, porque ya salí de la isla, es mi familia. Aquí tengo las pruebas contundentes para que el gobierno de los Castro y el gobierno de México vean los abusos que hace una dictadura en Cuba”, señaló.
Billy Joe, casi homónimo del cantante y compositor neoyorquino, muestra sus fotografías para denunciar el acoso de la policía política, de las actividades que realizaba en Cuba repartiendo información en contra del sistema y de los maltratos que le propinaron.
“Aquí están las placas de las golpizas que me han dado. Aquí le puedo enseñar las citaciones de la policía. Me detenían y son setenta y dos horas que no les tomo agua, no les como, porque yo no debería estar preso por decir la verdad a un gobierno que supuestamente para el mundo entero es tan perfecto”, manifestó.
Este migrante pertenece a la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios en la región de San Miguel Padrón en La Habana. Refirió que la Internet en su país es un derecho restringido y que no permite hacer publicaciones en contra de la dictadura. Como él ya había estado preso, aseguró que tuvo que ser muy astuto para poder huir al extranjero.
“Desde que salí del aeropuerto un oficial de la seguridad del Estado me dijo que para Cuba no virara más. Yo le dije que sí iba a virar, porque si en ese momento le decía que no, perdía mis 770 dólares y me detenían”, expuso.
CUANDO MIGRAR NO ES ELECCIÓN
Este disidente cubano está registrado en el Programa de Refugiados de las Naciones Unidas en Suiza. El 220531 es su número de solicitud. Su intención, dice, es presentar todos los documentos en una corte internacional de derechos humanos y pedir asistencia para sacar de La Habana a su familia, así como ayudar a otros compañeros de lucha castigados por el gobierno.
“Lo único que temo es por mi mujer y mis dos hijos, porque sé que ahora viene la represión sobre ellos. A mi hijo me lo citaron hace dos meses para el servicio militar, sabiendo que yo estoy en contra del sistema.
“Tuve que ir ahí y explicarles que él no le sirve al servicio militar ni al gobierno de los Castro y por eso no sé lo que pueda suceder, porque ya salí de Cuba”, mientras enseña una fotografía donde la policía acosa con perros a los protestantes. “Ese día estuve encarcelado un aproximado de 12 horas”, abundó.
Acampado junto a cientos de personas en el albergue Senda de Vida de Reynosa, a unos cuantos metros del río Bravo y de la Unión Americana, este migrante pidió al gobierno de Estados Unidos que mire sus necesidades, ya que la cantidad de asilos que ese país otorga cada día es muy baja.
“Están cruzando un aproximado de 30 a 40 personas al mes a Estados Unidos. Antes de ayer (14 de julio) cruzaron 20. Hace 16 días cruzaron 10.
“Todos los que estamos aquí hemos sufrido y estamos sufriendo. Si un día volvemos aquí va a ser de visita, para agradecerle a México la mano que nos dio en un momento determinado; sin embargo, yo vine de pasada por México, le agradezco mucho por dejarme pasar, pero no venimos a quedarnos”, remarcó.
Como él, cada migrante que se encuentra en los refugios de Reynosa, poseen una historia que contar, pero los une algo en común, todos mantienen la esperanza de ser recibidos en Estados Unidos y de lograr su “sueño americano”, aunque la espera sea eterna.
A TOPE REFUGIOS DE MIGRANTES EN REYNOSA
Los albergues de esta ciudad superan su capacidad, por lo que quienes buscan que Estados Unidos les otorgue un asilo humanitario solicitan la celeridad de los trámites. Predomina un desconcierto por el supuesto de que ya no los van a dejar entrar. Desesperados, muchos arriesgan su vida y cruzan ilegalmente el río Bravo, buscando entregarse a las autoridades.
Y es que en Reynosa, como a lo largo de la franja fronteriza del norte de México, miles de personas aguardan por un turno para que Estados Unidos les conceda ingresar de modo legítimo a su territorio.
“Y ahora con estas leyes que el presidente Donald Trump ha bajado lo que están haciendo es que la mayoría están estresados, porque muchos llevan más de tres meses en el albergue Senda de Vida de Reynosa y no vemos resultados. No vemos una posición en la que las personas se sientan agradecidos por un régimen que diga, llegamos y triunfamos.
“Nos anotamos y nos dan un número y ese número es el que nos lleva para el sueño que realmente queremos. Todo este personal que usted está viendo vive fuera es porque no hay capacidad”, externó el migrante oriundo de La Habana, Juan Miguel Oliva.
SU FUTURO ES INCIERTO
La espera para quienes deciden quedarse refugiados es muy larga, pero no todos caben en los albergues. Muchos se mantienen en la calle; quienes poseen los medios se hospedan en hoteles o se juntan para rentar las vecindades cercanas al puente internacional Reynosa–Hidalgo.
“Casi la mayoría está afuera, nosotros no podemos atender a todas las personas. Ahorita nosotros contamos con 450 personas. Es algo que nadie se lo esperaba, pensábamos en caravanas, pero no, esto fue diferente. En estos últimos seis meses yo te podría decir que han estado aquí entre unas siete mil a ocho mil personas”, aseguró Héctor Silva, director de Senda de Vida.
Según los testimonios los trámites de internación al vecino país del norte son tortuosos para los ciudadanos que permanecen dentro y fuera de los refugios que hay en el noreste mexicano.
“Muchos cubanos han llegado hasta la frontera y las mismas personas de migración estadounidense nos han expresado que todos los días piden gente y a nosotros que estamos en Senda de Vida no tenemos una respuesta concreta, porque aquí esperamos educadamente y ahí no llegamos nunca.
“Hace días fueron muchos compañeros cubanos hasta allá y los Estados Unidos les expresó que todos los días llamaban a cincuenta personas y ellos les dijeron –¿pero de dónde los sacan?– a lo que respondieron que que de Senda de Vida y eso es incierto”, comentó Oliva.
–¿Y qué es lo que piensan hacer mientras las autoridades resuelven su caso?. Los refugios están saturados ¿cómo le hacen para poder vivir?, ¿dónde se resguardan?
“Esperar, trabajar, hacer cualquier cosa. Los familiares que tenemos nos ayudan y si no, trabajar y buscar empleo. Ahora mismo nosotros vamos a salir donde rentar un hotel, un motel, una casa particular que alquilen o un local. En el piso, donde sea yo duermo, lo que nos hace falta es descansar, tener un techo donde tú cierras una puerta por la noche y puedas estar tranquilo, ¿me entiende?”, declaró Rafael Núñez, oriundo de Camagüey, Cuba.
LABOR HUMANITARIA
Con todo lo que implica una crisis humanitaria Senda de Vida tiene personal capacitado para brindar apoyo a las familias de migrantes que cruzan por este territorio, en busca de su “sueño americano”.
“Para nosotros es algo grande. Hay que tener en cuenta que al final de todo esto es ayudar, brindar el apoyo a aquellas personas que salen huyendo de sus países y que están aquí en nuestra ciudad.
“¿Y qué podemos hacer? brindarles lo que ellos necesitan que es comida ropa y dormitorio. Ahora sí que nosotros estaremos trabajando en el apoyo de todas estas familias”, dijo Héctor Silva.
Empero, el artista cubano Yioandris Bolaños Vázquez expresó que a raíz de que algunos refugios como Senda de Vida, Nuestra Señora de Guadalupe y el Auditorio Municipal están saturados, hay quienes han optado por conseguir un cuarto de renta y ponerse a trabajar en México, mientras su condición se resuelve.
Muchos son calificados profesionistas, ingenieros, doctores, maestros, pero aquí en la frontera mexicana consiguen empleos informales, especialmente de la construcción.
“Como no tenemos sustento estamos haciendo eso. Yo soy artista plástico. Todo el que está aquí tiene un oficio. Yo tengo el ánimo de trabajar y producir. No vengo aquí a estar sentado o echarme aire ni a estar de turista, yo vengo a sacrificarme para darle vida a mi familia”, destacó el hombre que dejó en su país a sus dos hijos.
“Uno que nació en el camino, lo conocí a través de fotos y el otro que tiene 12 años. Y en gran parte por ellos hice este viaje. Es una manera de mantener la familia de nosotros viva.
“Cuba es ahora mismo una olla de presión a la que se le está dando candela y la válvula de escape somos nosotros. Tienen que limpiar un poco el país”, agregó.
Sin embargo, en las noticias han visto que Reynosa es una ciudad riesgosa, donde imperan los delitos del crimen organizado y los secuestros. Los migrantes, especialmente de Cuba y Venezuela, si es necesario transportarse por la localidad, lo hacen en grupo, nunca solos.
“La policía nos ha dicho que esta ciudad es muy peligrosa. A pesar de todo yo creo que ha sido México el país más peligroso que hemos visto”, sopesó por su parte Rafael Núñez.
Pero a pesar del temor que tienen de salir de los refugios o donde están alojados, cada vez se observa un mayor número de extranjeros (especialmente cubanos y venezolanos) que recorren otras partes de la ciudad en las que antes no se les veía.
Conforme transcurren los días en Reynosa sienten la confianza para acudir a sitios públicos, centros comerciales, plazas, tianguis y mercados.
COMPAÑEROS DE SUFRIMIENTO
Estando aquí en la frontera, cuando se topan en las calles se identifican. El acento los delata. Se saludan, platican y se unen, incluso, cuando han viajado miles y miles de kilómetros.
En el recorrido estos migrantes han padecido, pero también consiguieron estrechar fraternales amistades. Muchos son de regiones tan cercanas de Cuba, de las mismas ciudades, pero no se conocían. Muchos lo vinieron a hacer en otras regiones del continente y en Reynosa.
“Somos cubanos y los cubanos se ayudan también mutuamente. Algunos se aprovechan de otros, pero en general nos ayudamos casi todos. Estos que están aquí conmigo son conocidos, yo no vine con nadie. Hay unos amigos que conocí en el viaje en Nicaragua y andamos compartiendo como si fuéramos de toda la vida. En Cuba se hace eso mucho, tú compartes con cualquier persona. Si tú llegas a mi casa, o estoy almorzando y te comes un plato conmigo, aunque sean chícharos con arroz”, afirmó.
Uno de sus nuevos sueños ahora, confesó Rafael, es que si logran llegar a Estados Unidos y la vida los trata bien volverán a verse con más gusto.
“Muchos amigos del camino esperamos reunirnos y hacer una actividad para recordar los tiempos que pasamos mal”, mencionó.
Lo mismo aseguró Lianet, que quiere dejar atrás los recuerdos de muerte, abandono y escasez.
“Nos tocó ver por la selva que hubo personas que dejaron a sus niños muertos y a la mujer, porque ya no podían seguir, se morían ahí. Pero los cubanos al fin nos juntamos como si fuéramos una familia. Es gente que ni en la vida imaginamos que llegaríamos a conocer.
“Cuando terminemos nuestro recorrido a lo mejor nos volvemos a encontrar. Nosotros hicimos amistades con ellos y mantenemos todavía comunicación”, relató desde el albergue Senda de Vida.
Inevitablemente Lianet suelta las lágrimas cuando cuenta sus vivencias y asegura que al ver todas las noches las luces que brillan desde el otro lado del río Bravo, en Estados Unidos se le “rompe el corazón”.
“Recuerdo que en el Día de la Independencia se veían los juegos artificiales y los niños gritaban de alegría. ¿Que qué es lo que voy a hacer allá si me dan el asilo?, buscar un porvenir para mi familia.
“En Cuba tengo a mi papá, mis hermanos, mis tíos, mis abuelos, todos. Lucharé para brindarles una mejor vida a ellos también y si puedo sacarlos el día de mañana lo haré”, indicó con su rostro visiblemente empapado de llanto esta mujer cubana que para su fortuna ya ha conseguido trabajo en una tortillería.
Será el tiempo el que se encargue de atestiguar el futuro de ella, como el de su paisano Jorge Alberto Sánchez, quien tomó un empleo de barbero y de miles de personas más que han llegado a la frontera de Tamaulipas, algunas de los cuales han decidido no cruzarse de brazos y ponerse a laborar.
Aseguraron que su propósito no es quedarse aquí, pero al no poder resolver todavía su situación migratoria en Estados Unidos se dijeron agradecidos por el apoyo y los buenos gestos que está teniendo la comunidad de Reynosa, una ciudad en la que convivir con migrantes extranjeros se está convirtiendo en una estampa más cotidiana y normal.