
El año 2011 ha sido intenso en materia de criminalística, en el que el Estado de Tamaulipas ha sido un importante foco de noticias a nivel nacional con el hallazgo de fosas clandestinas en el municipio de San Fernando –el cual detonó una intensa búsqueda de personas desaparecidas procedentes de todo el país–, y con un número cada vez mayor de muertes relacionadas con la inseguridad.
En Reynosa, el número de personas que llegan a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) a solicitar información, a reclamar a sus seres queridos, o a que les tomen una muestra de ADN (porque no los han localizado) no deja de ser considerable.
Pedro Sosa López, jefe de la Unidad de Servicios Periciales y quien lleva ya 27 años dentro de la institución, explicó el procedimiento que se les da a los cadáveres que llegan al Servicio Médico Forense sin ser identificados.
“En los restos humanos que son levantados en la escena del crimen intervienen varios expertos, desde el médico forense, el perito en dactiloscopía, el perito en química forense, el perito en técnicas de campo, el perito en fotografía, y cuando el homicidio es por arma de fuego, el perito en balística forense.
“Todo este cúmulo de especialistas que cuentan con la profesión de criminología y algunos otros de diferentes disciplinas, hacen una función específica: especialmente en los casos de las personas que no han podido ser reconocidas, las huellas dactilares y la genética forense forman una parte fundamental para su identificación”, dijo.
Detalló que se hace un cotejo con las pistas médicas recabadas del difunto, con la credencial de elector o cualquier otro documento oficial para dar con la identidad.
Sin embargo, cuando no hay papeles o el fallecido se encuentra en un estado de descomposición muy avanzado, se recurre a la toma de ADN, la cual consiste en extraer una muestra de sangre de la víctima para determinar el perfil genético.
“El ácido desoxirribonucleico, el término técnico de esta muestra, está compuesto por una serie de contenidos numéricos, que van a identificar cada uno de los caracteres de la persona, para precisamente personalizar el cuerpo e individualizarlo”.
“Una vez que ya se tiene el perfil genético de la víctima, se obtiene una muestra de un familiar directo, puede ser el papá o el hijo, para verificar una relación de parentesco de forma biológica, con lo cual establecemos la identidad de los restos humanos”, agregó.
La función pericial es un área técnico-científica que apoya en las etapas de la investigación al Ministerio Público y del proceso a los jueces, cuya finalidad es determinar la responsabilidad del indiciado o la inocencia. Para las familias de los múltiples desaparecidos del país, es además, la esperanza para encontrar a los suyos.
HAY UN BANCO DE DATOS
El jefe de Servicios Periciales mencionó que cuando un cadáver no ha sido identificado, el último recurso es enviarlo a la fosa común, que es un terreno proporcionado por el municipio en uno de sus panteones, pero esto no se hace sin antes poseer un registro del occiso.
“El antecedente es que nosotros tenemos ya en poder, lo que son huellas dactilares, fotografías, perfiles genéticos y algunos otros medios de identificación, y si en algún momento dado llega un familiar que tenga a una persona desaparecida, pues estamos nosotros en condiciones de hacer una investigación a fondo y si se encuentra en una fosa común, pues solicitar una exhumación y entregar los restos a sus seres queridos, a grandes rasgos éste el procedimiento”, indicó.
> ¿Esto quiere decir que la Procuraduría cuenta con un registro de pruebas de ADN y de dactiloscopía?
“Así es, existe un banco de datos que nosotros estamos alimentándolo constantemente por medio de perfiles genéticos, de fotografías, y de fichas dactilares de cada uno de los cuerpos”.
“Es un registro a nivel estatal que nutre cada una de las unidades de Servicios Periciales, cuya información va directamente al Laboratorio de Genética Forense, ubicado en la capital del Estado”, manifestó.
Sosa López afirmó que cuando no se ha dado con el paradero de una persona, se le puede buscar en ese banco, el cual arroja información de cualquier parte del Estado.
“Existe un programa en el que con esos caracteres genéticos al momento de hacer la búsqueda aparecen los datos genéticos en el sistema para establecer la relación de parentesco que pueda haber con la misma”, agregó.
No obstante, el funcionario dijo desconocer cuántos “no nombres” se encuentran inscritos en ese registro.
“La verdad ahorita no tengo el dato preciso, se nos disparó la cifra, nosotros hemos estado enviando a Ciudad Victoria una gran cantidad de muestras genéticas de cuerpos.
Así como mandamos de personas muertas, también las de los familiares que tienen a un ser querido perdido”.
El funcionario explicó que el trabajo de la Unidad de Servicios Periciales solamente comprende el levantamiento de pruebas, su preservación, el traslado y el embalaje de los cuerpos, por lo que el personal del Laboratorio de Genética Forense es el único autorizado para acceder a los datos arrojados por las investigaciones.
“Si una persona tiene la necesidad de buscar a su familiar debe dirigirse a la unidad más cercana, donde se le atiende y se le canaliza”, abundó.
Mencionó que en el caso de San Fernando, que son 188 muertos oficiales, han arribado más de mil 500 familiares a realizarse las muestras científicas.
“En todo Tamaulipas se recaban muestras, nosotros hemos estado mandando; la semana pasada se envió un promedio de 100 muestras de personas no identificadas a la capital del Estado.
“Hace 15 días se mandaron otros 100, o sea, constantemente estamos enviando pruebas de ADN a la capital”, puntualizó.
El entrevistado comentó que en los dos últimos años se incrementó el muestreo en un promedio de tres mil casos, de las cuales dos terceras partes corresponden a 2011.
“A lo mejor hace tres años no teníamos la carga de trabajo que tenemos ahorita, se nos disparó de dos años para acá más o menos.
“Mientras que hace 10 años ni el aparato de ADN teníamos y ahorita se nos aumentó considerablemente por el mismo índice de criminalidad que se ha desarrollado”, aseveró.
Sosa López explicó que de esas personas que van a solicitar información muy pocas logran dar con sus familiares.
“Una vez que están en la fosa común pocos… la verdad no es muy usual que se identifiquen, pues si no vinieron a la semana, a los 15 días o al mes, pues menos vienen a los seis, ocho meses, pero sí nos han tocado los casos en los que tenemos que exhumar para sacar los restos de la persona que se identificó y entregarlos”, señaló.
LA FOSA COMUN
En lo que concierte a los cadáveres en los que trabaja la Unidad de Servicios Periciales de Reynosa, y que en un plazo de una semana no han sido reclamados por algún familiar o que fue imposible identificar, son enviados en grupos por personal del Servicio Médico Forense (Semefo) a la fosa común.
“Hace dos o tres días se fueron 22 cuerpos, es que cada mes se acumulan; ahorita tenemos ya 13 cuerpos de tres, cuatro días. Este fin de semana hubo 30 cuerpos, de los cuales 15 no están identificados.
“Las muestras digitales y los registros de ADN los tomamos rápido, eso no es ningún problema, en el mismo día y les damos un determinado tiempo en el Semefo a ver si puede llegar algún familiar para hacer el procedimiento de identificación. Puede ser una semana.
“En cuanto a la fosa común, tenemos un acuerdo con el municipio, que nos apoya aquí en el panteón del Sagrado Corazón”, refirió.
Este especialista citó que el aumento del número de personas fallecidas es notable.
“Es una situación que se ha incrementado últimamente y que nos sorprende como quiera, porque cada día nos damos cuenta de que son más y más y más y esto no termina”, expuso.
Para llevar un control de los cadáveres que son enviados a la fosa común, este experto dijo que antes son registrados.
“Es un libro donde sabemos cuántos cuerpos hay en cada fosa, cada uno de los cuales tiene una etiqueta, con sus datos.
Esto quiere decir que cada uno está ubicable, pero claro, llega una etapa en la que los mismos gases descomponen los cuerpos, desde lo que es la putrefacción a la larva cadavérica, por lo cual ya no los vamos a encontrar como cuando se inhumaron”, detalló.
Uno de los problemas con los que comúnmente se topa la procuraduría, es que no se cuenta con los recursos suficientes como para colocar a los occisos en tumbas separadas, por lo cual en una sepultura puede haber hasta 20 o 30 cadáveres.
“Para nosotros es imposible ponerlos uno en cada fosa porque no hay la infraestructura para hacerlo, entonces se asigna una fosa por parte del municipio y ahí se depositan los cuerpos”, especificó.
El titular de la Unidad de Servicios Periciales dijo que aproximadamente el 50 por ciento de los “no nombres” corresponden al fenómeno migratorio.
Muchos son personas que vienen, más que nada centroamericanos que no tienen el recurso y la familia no se da cuenta y nosotros hacemos la labor de investigación. En algunos logramos contactar a la familia y logrado que se los lleven, pero en otros definitivamente no”, lamentó.
En cuanto a la cifra de fallecidos que han sido llevados a la fosa común en el último año, el entrevistado explicó que se está realizando un estudio que va a abarcar desde cinco años a la fecha y que será dado a conocer en su momento.
Asimismo, mencionó que para facilitar los procedimientos de criminalística, están por dotarle a la unidad un laboratorio móvil que va a efectuar la función en la escena del crimen casi en un 50 por ciento de lo que se hace en el laboratorio. Mientras tanto, habrán de conformarse con los recursos con los que actualmente cuentan.