
Para Rosa María Navarrete la vida depende de una intervención quirúrgica para extirparle su matriz y ponerle fin a sus días de sufrimiento.
Desde hace varios años esta mujer originaria de Acapulco comenzó a sentir molestias en la zona uterina. Los primeros diagnósticos arrojaron la presencia de un quiste de siete centímetros, el cual por falta de recursos económicos nunca le fue desarraigado.
A medida que transcurrió el tiempo los malestares en su vientre se profundizaron. Tendida sobre su cama cada menstruación se convirtió en un infierno, infierno del que aún no haya la salida.
Relata: “Necesito que me operen porque cada vez que se me viene esto de mi mes tengo hemorragias muy intensas, los dolores también por igual. No puedo mover bien mis piernas por lo mismo del dolor que me causa este mal”.
Sus manos adustas, por el filoso frío –bajo cero– que castigan la frontera, retuercen unas brasas para agarrar calor. Al amparo de un tejabán, donde su esposo, Carlos, realiza trabajos de herrería, Rosa María explicó que se suministra fuertes dosis de medicamentos para mitigar sus pesares, pero ni así logra librarse de ellos. El riesgo de que el tumor se reviente en sus entrañas la asedia a cada instante.
“Me debilito mucho, tengo que tomar un montón de vitaminas y betabel, mucho betabel. Me da miedo, pues dice el doctor que se me debe atender, porque se me puede desprender este edema que tengo y a lo mejor no llego ni al hospital”, mencionó angustiada.
Además debe gastar en pañales y suplementos alimenticios porque de lo contrario se le bajan las plaquetas, agudizando la anemia que ahora adolece.
“Yo uso Pampers de bebé y los empapo, bien empapados. Me cambio (durante la regla) tres veces al día porque me baja mucho coágulo”, indicó.
CON UNA MANO ENFRENTE Y LA OTRA ATRAS
Afectada por la miseria y la falta de seguridad social, cuando se enteró que corría peligro esta mujer buscó afiliarse al Seguro Popular, pero le dijeron que no era apta para tal beneficio, exclusivo para mujeres embarazadas y niños.
“Fui con mi esposo a aplicar para la atención médica dos veces y me dijeron que no me podían atender porque le daban preferencia a las madres en cinta y a los recién nacidos. Lamentablemente no tenemos los medios para afrontar este problema y necesito ver si hay la posibilidad de que se me ayude para lo de mi operación, para que me quiten mi matriz y se me acabe todo este dolor que tengo”, declaró.
El trabajo de su cónyuge le da apenas para lo más básico. Jamás ha logrado reunir los 15 mil pesos que le cobran en una clínica de baja categoría por intervenir a su mujer. El temor de que fallezca por esta causa, confiesa, pasa frecuentemente por su cabeza.
“Lo de ella es algo peligroso, algo crítico, porque lleva un nódulo en su interior. Es una cosa muy dolorosa. En sus períodos se le vienen unos sangrados muy fuertes. La verdad sí, de repente eso es lo que viene a mi mente, que de repente (Rosa María) me llegue a faltar y es lo único que tengo”, comentó Carlos.
LA FE MUERE AL ULTIMO
El vapor que emana de su respiración no puede ocultar las lágrimas de saber que se encuentra enferma; sin embargo, la mujer de atezada piel no pierde las esperanzas de recuperar su salud.
Consciente de que cuidarse es lo más importante, guarda reposo la mayor parte del tiempo, pero inevitablemente al menos dos días al mes sabe que sufrirá dolores semejantes a los de parto.
“Es algo que no se lo deseo a ninguna mujer sobre la tierra. A veces siento claudicar”, agregó.
Consultado sobre este asunto Alfonso Sáenz Salinas, jefe de la Cuarta Jurisdicción Sanitaria de Reynosa –mediante Hora Cero–, prometió ayudar a Rosa María a obtener la atención hospitalaria que tanto necesita.
“La recomendación es que acuda con nosotros, que venga para platicar con ella y ya sea por medio del Seguro Popular o si no tiene Seguro Popular como quiera estaremos en posibilidad de brindarle ayuda”, afirmó el entrevistado.
Mientras tanto, para Rosa María las horas y los minutos son eternos hasta estar segura que no sufrirá más de flujo de sangre y lo que lleva dentro no tiene rastros de cáncer.