
Muertos en vida, los padres de Ana Karen González Félix, lo han sacrificado todo al intentar incansablemente dar con su paradero, hasta el grado de terminar pobres y enfermos. Hace más de una década la joven se perdió en el municipio de Reynosa y jamás volvieron a saber de ella, pero se aferran a un milagro que aún no llega.
Son casi once años de vivir con la angustia de día y de noche por no saber dónde está su querida hija. A la señora Maurilia Félix los terribles pensamientos de lo que a ésta le pudo haber pasado la torturan ferozmente y la corroen a cada instante, en el silencio cruel de su habitación.
Esta avejentada mujer –por causa del sufrimiento de tener a su primogénita desaparecida– confiesa que cuando oscurece conciliar el sueño es agobiante, con los recuerdos de aquella niña que engendró con amor, a la que cargó y durmió en los brazos; a la que alimentó, a la que llevó a la escuela, a la que le lavó diariamente el uniforme y a la que cada año miró ilusionada abrir sus regalos de Navidad y de aniversario.
Es completamente infeliz y ese significado, asegura, lo sabe solamente una madre o un padre que atraviesa por estas mismas circunstancias.
Ni la programación que aparece en ese televisor que tiene colgado en la pared puede ayudarle a olvidar un momento el dolor que se siente de no poder abrazar, acariciar ni hablarle a su niña Karen, que al momento de desaparecer tenía 23 años de edad.
En todos lados la recuerda, pero a pesar de su amargura Maurilia no reniega y le pide a Dios denodadamente que le regrese a su hija. Cada día ora y le implora misericordia.
En su larga espera por encontrar indicios esta mujer originaria del municipio de Río Bravo aprendió a ser empática con las víctimas de feminicidios y de personas desaparecidas, pero acepta que si ella pudiera juntar las lágrimas derramadas por su hija no terminaría.
Sin embargo, a pesar que ha pasado ya mucho desde que la vio por última vez se mantiene esperanzada en encontrar una pista que la lleve a encontrarla.
“Lamentablemente hace años no teníamos esta comunicación como la tenemos ahora con las redes sociales; ahorita estamos al día para cualquier búsqueda en el momento se actúa por medio de las redes y se nos facilita mucho. Eso nos ayuda y nunca está por demás aún con el tiempo que ha pasado yo estaré en esto hasta obtener una respuesta mientras Dios me lo permita”, explicó la desdichada mujer.
Cada vez que los colectivos de desaparecidos saben de algún hallazgo, esta madre busca también con diligencia. Ha excavado terrenos, se ha metido a brechas, se ha quemado la piel, torcido los pies y herido las manos escarbando. Así también ha entregado miles de folletos con los datos de su hija, por si alguien la ha visto o sabe algo.
Y esto es un deber que ahora prácticamente hace sola, pues ha sido tanta la pesadumbre y el desasosiego por la desaparición de su hija que su esposo se quedó esquizofrénico. La carga es mayúscula porque también tiene un paciente en casa.
LA ÚLTIMA LLAMADA
Doña Maurilia relató a Hora Cero que era el 30 de septiembre del año 2012 cuando Karen y ella sostuvieron sin imaginarlo el último contacto.
“En aquel entonces la situación no era fácil para tener un teléfono cada quien. Ella traía el suyo pero luego no le entraban los mensajes, no teníamos la facilidad de adquirir un equipo celular”, añadió.
La madre trabajaba en el otro lado de la frontera, en McAllen, Texas, ya que ayudaba con los gastos del hogar a su marido que en ese tiempo era técnico en bombas de lodo en una compañía que hacía trabajos para Petróleos Mexicanos (Pemex).
Regresó días después a su casa en el municipio de Río Bravo por la emergencia, porque recién se enteró que Karen no había vuelto a su hogar no dudo en salir a buscarla sin imaginar que sería un martirio hasta la fecha.
“Yo venía un día a la semana a la casa. Mi trabajo era absorbente; ella tenía a sus amistades en Reynosa y a una supuesta amiga –yo digo que no lo era– y coincidió que andaban buscando trabajo y bueno el tiempo nos dio la razón que no era una buena amistad”, señaló.
Cuando la buscaron en Reynosa, no la encontraron y la “amiga” dijo no saber nada de la joven de apenas 23 años de edad en ese entonces, una chica llena de vida, esperanza y con mucho futuro por vivir. El deseo por salir adelante la impulsó a querer ser independiente y conseguir su propio dinero.
Su familia cuenta que era muy trabajadora y que laboraba en una maquila, aunque su desaparición ocurrió en sus días como desempleada. Karen siempre soñó con tener un espacio para poner uñas acrílicas a otras mujeres. Así recuerda doña Mauri a su hija quien el pasado 18 de mayo habría cumplido 34 años de edad.
“No era fácil porque un curso de eso costaba mucho y la verdad mi otra hija estaba en la universidad y pues no teníamos suficientes recursos, por eso yo tenía que irme fuera a trabajar”, explicó.
INICIA LA DOLOROSA BÚSQUEDA
Luego de no saber del paradero Maurilia se trasladó de Río Bravo a Reynosa, pero no tuvo respuesta positiva y esperó más de 48 horas para poner una denuncia por desaparición.
“Dentro de mi desesperación no sabía con quién contactarme ni a quien pedirle ayuda. Para mí es el calvario más grande”, señaló.
Su esposo cayó enfermo después de la desaparición de su muchacha. Ahora padece de esquizofrenia y es atendido por el Seguro Social (IMSS).
En el año 2018, después de haber recorrido un sendero de amarga experiencia, antes de la pandemia de Covid-19 conoció a Edith González, dirigente del colectivo Amor por los Desaparecidos de Tamaulipas.
“Nos separamos cuatro compañeras y Edith nos invitó a que empezáramos con ella; en lo personal estoy satisfecha porque tenemos muchas actividades, ella es muy positiva y nos brinda mucho apoyo en cualquier trámite que se tenga que mover ante la Fiscalía”, explica doña Maurilia con el sentimiento a flor de piel.
Menciona que con las búsquedas y hallazgos de fosas clandestinas en esta frontera han “pisado callos sensibles” y descubierto sucesos que los delincuentes intentan ocultar. Por descubrir la verdad se integró al colectivo Amor Por los Desaparecidos en Tamaulipas.
Las madres buscadoras en su andar descubren lugares e información que ni las mismas autoridades lo han logrado hacer por falta de voluntad y muchas veces de apatía.
ALERTA CONTRA VÍCTIMAS
Los datos acumulados por el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) indican que el estado de la República dónde más incidencia de desapariciones de mujeres ha habido es Tamaulipas después de Jalisco.
Esta entidad tiene una tasa de registro de 19 mil 880 víctimas, lo que equivale a un 38.42 por ciento del total de las 289 mil 143 en todo el país, en un padrón actualizado hasta el 11 de julio de este año a las 11:52 horas.
Clasificándolas en personas desaparecidas son 96 mil 832, correspondiente a un 87.16 por ciento; mientras que aquellas no localizadas serían 14 mil 271 víctimas en un 12.84 por ciento.
Pero la cifra podrá ser mucho mayor, ya que existen afectados indirectos que no denuncian por temor a represalias y se desplazan a otros estados del país.
En tanto que los municipios con mayor número de casos en Tamaulipas son Matamoros, Nuevo Laredo, Reynosa, Ciudad Victoria y Tampico, en los cuales, según informes del RNPDNO, en esta entidad han registrado la desaparición de 13 mil: 7 mil 4 son hombres, 6 mil 154 mujeres.
UN RAYIYO DE ESPERANZA
En Reynosa se encuentran realizando una toma de muestras referenciales para crear una base de datos de perfil genético y documentación. Se están recibiendo a las personas que tengan un familiar desaparecido y se les hace una entrevista para llenar un documento con sus datos generales.
Posteriormente, el personal de la Comisión Nacional de Identificación Humana (CNIH) les hace la toma de muestra sanguínea.
En esta cabecera municipal, ha sido muy notable en cuanto a la brigada explicó Jaqueline Cruz, directora general de la Comisión Nacional de Identificación Humana (CNIH).
Es en el Auditorio Municipal, situado en la entrada de la colonia Vista Hermosa, donde se han colocado los módulos de atención para las personas que tienen un familiar desaparecido.
El día domingo 9, y el lunes 10 de este mes en curso se recabaron los datos a los afectados indirectos. Durante el primer día de la toma de pruebas se recibieron a 111 víctimas indirectas; mientras que en la segunda brigada fueron 94 muestras registradas.
En la ciudad de Matamoros se atendieron a 17 personas durante la primera toma de laboratorio y al día siguiente fueron 60; entre los dos municipios se recopilaron 282 pruebas de sangre para la actualización de la base de datos.
Asimismo, en todo el país llevan recabadas alrededor de 2 mil 500 muestras, las cuales se han tomado en estados como Colima, Sonora, Nayarit y la Ciudad de México.
BUSCAN IDENTIFICAR RESTOS ENCONTRADOS
Los representantes de la institución señalaron que están trabajando en coordinación con las fiscalías del país con la finalidad de reconocer a aquellos vestigios humanos que no han sido esclarecidos.
“Se está alimentando una base de datos nacional, y se están conjuntando esfuerzos con otras instituciones que forman parte de la red nacional como el Centro Regional que está en Coahuila y el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, entre las tres estamos regionalizando y alimentando una base de datos”, explicó Jaqueline Cruz.
Con estas actividades, dijo que se estará llevando a cabo el proceso de identificación de aquellos restos que están a cargo de las instituciones de las entidades federativas.
Finalmente recalcó que para hacer este proceso no se requiere ninguna denuncia ante la representación social.
“Esta actividad forma parte de la política pública para alimentar una base de datos coadyuvando con las fiscalías y la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) y es por eso que para venir a donar una muestra no se requiere denuncia y no se requiere ningún reporte.
Mientras tanto personas como doña Maurilia aún tienen muchas preguntas y respuestas por resolver.
Ella quiere que su historia sea dada a conocer porque pueden salvarse vidas. Si un potencial victimario lo entiende o alguna persona involucrada en drogas, secuestros, desaparición, violación, trata de personas y homicidio, sepa que no solamente se le infringe dolor a un ser humano, sino que toda la familia sufre también y que antes de obedecer a sus impulsos comprendan que recibir la atención voluntaria de una persona es lo justo y no tomarla por la fuerza, porque todos merecen volver con bien a casa. Desgraciadamente Ana Karen González Félix salió, pero no regresó.