
El abandono de adultos mayores es un delito que ha aumentado en los últimos años en Reynosa, dejando en el olvido y desprotegidos a cientos de ancianos, informó el titular de la Procuraduría Municipal de Protección a la Familia y Asuntos Jurídicos del DIF, Carlos Eduardo García Juárez.
“El abandono de personas es un delito que está penado por el Estado de Tamaulipas, se configura para quienes teniendo familiares son abandonados y para la gente que tiene una cuestión mental o neurológica y no sabe ni de dónde viene o de donde es”, indicó.
El procurador señaló que gracias a las denuncias de hospitales o llamadas de la ciudadanía es como se han detectado a muchas de las personas de la tercera edad que son abandonadas.
Para apoyar a esta gente se busca a algún familiar o conocido y en caso de no encontrarlo se le canaliza a la Casa del Adulto Mayor.
“Cuando se nos notifica que encontraron abuelitos en estado de abandono se verifica la situación. Primero tenemos que asegurarnos que efectivamente no tengan familia, muchos de ellos dicen que viven solos y una vez que se detecta que no hay familiares y que se encuentra en condiciones muy difíciles, les hacemos espacio en la Casa del Adulto Mayor”, detalló.
García Juárez invitó a la ciudadanía a denunciar ante el Ministerio Público el abandono de personas de la tercera edad.
Aseguró que el índice de abandono de personas adultas se ha incrementado de manera considerable.
“Están creciendo las solicitudes de ingreso a los centros asistenciales llámese a la Casa del Adulto Mayor del DIF.
“Muchas de las solicitudes las hacen los hijos de estas personas, que es triste, pero hay que aclarar que este albergue es sólo para aquellas personas que viven en alto nivel de vulnerabilidad, quienes están completamente solos”, afirmó.
El procurador recordó que también existe la Casa del Indigente en la que pueden dar asilo a personas desamparadas.
“En muchas casos los ancianos que andan deambulado en la ciudad sin nadie que responda se convirtieron en indigentes. Hay una casa donde pueden recibir alimento y tener un techo donde dormir todas las noches y la mañana siguiente se les abre la puertas para que sigan haciendo su vida como la llevan”, explicó el procurador.
Añadió que hay casos en los que se canaliza a un indigente a la Casa del Adulto Mayor para su mayor comodidad.
“Hemos pasado personas que vivían en la Casa del Indigente a la Casa del Adulto Mayor, esto después de haber investigado si tienen familia o en las condiciones en las que vivían antes de entrar al refugio”, refirió.
DECENAS VIVEN SOLOS
En lo que va del año se ha registrado un incremento en el ingreso de adultos mayores sin familia al Hospital General de Reynosa, aseguró Patricia Hernández trabajadora social del centro médico.
“Desgraciadamente en el transcurso de estos meses hemos recibido varias personas que son de la tercera edad y que tristemente están sin familia”, expresó.
Hernández mencionó que a pesar de que estas personas no tienen quien responda por sus gastos y atenciones hospitalarias, el Departamento de Trabajo Social busca los medios para apoyarlos.
“Nosotros como trabajadoras sociales hacemos todo lo posible por sacar a nuestros pacientes adelante, tengan o no tengan familia nosotros vemos la manera de conseguirles los medicamentos y estudios pues buscamos recursos a través de fundaciones altruistas”, enfatizó.
La trabajadora social dijo que en el hospital reciben a más de diez adultos mayores por semana, de los cuales sólo una persona logra contactar a un familiar.
“Desde que llegan al hospital tratamos de encontrar a su familia pero es muy raro que eso pase, pues por lo regular es gente que ya vive en la calle y Protección Civil se encarga de traerlos si necesita atención médica.
“Algunos si corren con la suerte de que algún familiar se presenta, incluso ha ocurrido que vienen desde muy lejos, pero eso no es común, cuando llega a darse este resultado en trabajo social nos sentimos muy satisfechas por lo que se logró”, indicó.
MARGARITO NECESITA AYUDA
El pasado 25 de mayo, Margarito Sotelo Guajardo de 57 años de edad, ingresó al Hospital General de Reynosa gracias al apoyo de Fernando Calzada, encargado espiritual de la iglesia bautista “El Buen Pastor”.
Sotelo Guajardo padece anemia, diabetes, ceguera y es uno de las decenas de personas de edad avanzada que no tiene ningún familiar que se haga cargo de él.
Desde su lecho, el anciano relató que es originario de Torreón, Coahuila, pero desde hace cinco años reside en esta ciudad fronteriza luego de que ser deportado de los Estados Unidos.
Hace ocho meses los miembros de la congregación cristiana le abrieron las puertas a Margarito para intentar darle una mejor vida.
“Somos una iglesia pequeña pero en lo que está en nuestras posibilidades lo apoyaremos”, dijo Calzada
Señaló que Margarito les ha dicho que tiene dos hijos de nombres Cristina y David Sotelo quienes radican en Alamo, Texas, pero debido a que no cuentan con documentos legales para permanecer en la unión americana, no han visitado a su padre.
“Margarito tiene a su familia en los Estados Unidos, pero ellos no tienen papeles, por eso no pueden venir a verlo, sin embargo procuran mandarle 20 dólares (poco más de 300 pesos) cada semana”, dijo.
El hombre de 57 años apenas puede pronunciar una frase completa debido a su estado de salud, pero siempre recuerda decir los nombres de sus hijos a quienes dejó de ver desde que eran unos adolescentes.
Calzada se ha convertido en el ángel de la guarda de Margarito, quien lo único que desea es volver a encontrarse con su familia.
“Como aquí no hay nadie que responda por él, yo le he querido hacer, hace tiempo yo tuve un accidente y mucha gente me dio la mano, así que ahora es mi turno, tengo que hacerlo por mi prójimo y lo que hago, lo hago de corazón pues hasta donde Dios me permita yo le voy a dar la mano, yo le prometí que no lo iba a abandonar”, expresó.
El pastor hace un llamado a los familiares de Margarito para que no lo olviden pues es hoy cuando más los necesita.
“No es posible que este hombre que tiene dos hijos se encuentre solo y lo más triste y difícil es que se encuentra enfermo”, agregó.
PORFIRIO QUIERE
VER A SU FAMILIA
Hace 23 años Porfirio González Cantero, de 75 años de edad y originario de Cuernavaca, Morelos, fue deportado de Estados Unidos después de permanecer por casi tres décadas en un poblado en el Estado de Kentucky. Desde entonces vive completamente solo.
Aseguró que nunca trató de regresar a su ciudad de origen ya que le gustó Reynosa y decidió quedarse a vivir en la frontera.
“Me gusto aquí porque al final estoy en mi país y eso me dio harto gusto, ya ni me fuí para mi pueblo en Morelos”, platicó.
Recordó que en Estados Unidos trabajaba en el campo, algo que le gustaba mucho.
“Cuando estuve en el otro lado trabajé en las parcelas cosechando tabaco y era un muy buen trabajo, lo mejor era que me pagaban un billetote pues en una semana ganaba hasta 900 dólares y cuando llegué aquí ni los 60 dólares me pagaban”, expresó.
Actualmente González Cantero se dedica a recolectar latas para venderlas y poder sobrevivir, pero en varias ocasiones ha sufrido accidentes que lo han llevado a ser internado en un centro médico.
Las heridas en sus manos y brazos son notorias, una de sus orejas esta rasgada a la mitad, e incluso ha ido perdiendo la vista en uno de sus ojos pero aún así continua deambulando en las calles con su carriola que le ayuda a transportar los botes que recoge.
“Me corté mi oreja cuando andaba pintando una pared porque me ganché con un alambre y me jaló muy fuerte”, explicó.
Las trabajadoras sociales del Hospital General de Reynosa hacen una atenta solicitud a la población para localizar a los familiares de González Cantero, pues es uno de tantos pacientes que no tienen el apoyo de un ser querido.
El hombre de edad avanzada luce desolado y con deseos de volver a ver a sus cuatro hijos, quienes siguen en el Estado de Kentucky, por lo que pide que lo ayuden a reencontrarse con su familia.
Indicó que sus hijos se llaman Juan, Víctor, Edith y Paola Fabiola González Balderas.
“Mi familia no tienen papeles y no saben dónde vivo, pero tengo cuatro hijos y los extraño mucho me moriría de gusto de verlos aunque siento que lo pueden tomar como burla de mí porque pueden decirme que cuando estaba joven no me acordaba de ellos y ahora que estoy viejo necesito que me cuiden.
“Pero por otra parte ellos saben que cuando se fueron para Estados Unidos yo les di escuela y todos tienen estudios gracias a este burrito y este burrito no sabe ni leer”, expresó con lágrimas en los ojos.
Lo que inició como un “sueño americano” hoy ha dejado en la soledad a este hombre, que lo único que deseaba era juntar dinero para montar su propio negocio en Cuernavaca.
“Quería regresarme para juntar dinero para poner un negocito pero luego empecé a caer enfermo y caí en el vicio del alcohol por la tristeza de que no sabía si vería de nuevo a mis hijos”, compartió desconsolado.
Así como la historia de Margarito y Porfirio existen decenas de casos similares en los albergues y centros hospitalarios de Reynosa, los cuales en su mayoría no tienen el final feliz que tanto esperan sus protagonistas.