Debatiéndose entre la vida y la muerte Julio César Leal Piña e Iris Janeth Dorado Gómez han sabido sortear los obstáculos que se atravesaron en su camino poco después de haberse casado. La unidad como pareja y la comprensión mutua les ha asegurado una nueva oportunidad con la que son inmensamente felices.
Él la conoció cuando Iris Janeth era alumna de preparatoria. Julio César solía juntarse con su tío, fue entonces cuando ella comenzó a llamarle la atención, pero era un chico tímido. No fue sino hasta luego de mucho tiempo, durante una ceremonia del grito de la Independencia de México, cuando los jóvenes platicaron por primera vez y empezaron a frecuentarse.
Originarios de la fronteriza ciudad de Reynosa, Tamaulipas, sin saberlo los todavía amigos estaban por iniciar una de las más sorprendentes y hermosas historias de amor.
Poco tiempo después se hicieron novios y al año siguiente decidieron unir sus vidas para siempre, cuando un 18 de mayo de 2011 se dieron el sí.
Como todos los esposos, llenos de ilusiones, la joven pareja se encontraba en total plenitud, hasta que de manera inesperada algo cambió para siempre el rumbo de sus vidas.
“Cuando ella y yo teníamos dos años de
casados comencé a sentirme mal, pero no sabía que era. Tenía muchas dolencias, malestares musculares y temperaturas. Me hicieron estudio tras estudio y fuimos a ver varios doctores, entonces un médico me dijo que padecía insuficiencia renal y me quedé impactado, no podía creerlo”, relató Julio César.
Describió que él no ingería bebidas alcohólicas, mucho menos llevaba una mala vida, pero verse de repente en medio de una situación tan delicada lo orilló a pensar reiteradas veces en la muerte.
“Me dieron la orden para ir al Seguro Social (IMSS) y ahí me dejaron internado 22 días, la primera vez. Me dijeron que necesitaba diálisis peritonial. Me la pusieron por 15 días y me dieron de alta, pero no me funcionó.
“Me levantaba del cuarto a la cocina y se me bajaba la presión, me descompasaba todo. Regresé al Seguro. Me pusieron el catéter de rescate para hemodiálisis. Estaba en ‘shock’. Mucha gente te dice que la hemodiálisis es mala, que pronto uno acaba y se muere; sin embargo, fuimos saliendo adelante y gracias a Dios aquí estamos, contra todos los pronósticos”, expresó.
Las prioridades de este matrimonio cambiaron de manera radical. Julio César tenía que ir tres veces a la semana a recibir el tratamiento de hemodiálisis, tres horas al día, los lunes, miércoles y viernes a partir de las 6:00 de la mañana.
Desde que empezó a desmejorarse, hasta que lo tuvieron que internar, pasó un periodo de dos meses y su esposa, preocupada, reconoció que sentía que el mundo se le venía encima.
“A mí se me estaban reventando, las toxinas salían como puntos negros en la piel. Me salían por todo el cuerpo. Yo llegué con 520 grados de toxicidad, me dejaron internado y gracias a Dios todos en el Seguro me trataron muy bien”, recordó.
INFINITAS GRACIAS
Por su parte, Iris Janeth, dijo que no tiene palabras para agradecer al personal del Instituto Mexicano del Seguro Social por la oportunidad que les dieron de ser dos personas sanas y estar aquí para contarlo.
“Muchos se quejan de un mal servicio, pero nosotros creemos que como se trate a las personas es como nos van a atender. Siempre debemos de llevarnos bien, de pedir las cosas como debe de ser, con respeto, educación, porque así como nosotros somos humanos ellos (los profesionales de la salud) también.
“Con las enfermeras y con todos nos llevamos de maravilla. Hasta la fecha tenemos una muy
bonita amistad, más que nada en agradecimiento por la forma en la que nos cuidaron. Siempre, siempre, siempre fueron muy lindas personas y hasta ahorita seguimos en contacto”, manifestó.
Lo que para algunos es un martirio, Julio César e Iris Janeth lo tomaron como su salvación, porque se aferraron al apoyo del Instituto de principio a fin.
“Gracias al Seguro estoy aquí, porque todo mi tratamiento, mi cirugía, mi hemodiálisis todo me lo cubrió el Seguro, y en todo momento mi esposa estuvo conmigo; mi mamá, mi papá, mi familia, todos, amigos”, dijo el paciente agradecido.
Aún así para ella es muy difícil olvidar lo que su esposo –actualmente de 38 años de edad– experimentó cuando sus riñones, sin previo aviso, dejaron de funcionar.
“Fue algo nuevo y durísimo para nosotros, que ni quiera sabíamos qué era, sino ya hasta después cuando empezó a pasar el tiempo, que estuvimos en el hospital. Las enfermeras nos iban diciendo el proceso que él iba a llevar. Una vez que estaba en hemodiálisis no fue fácil, porque fueron tres años que estuvo ahí a partir de julio del 2013.
“Tres años que a él le dieron bronquios, tres años que tuvo problemas con el corazón. Se le bajaba de más la presión terminando las sesiones de hemodiálisis, fueron tres años de muchas angustias y de sustos que teníamos que irnos de urgencia al Seguro.
“Pero siempre recibió muy buena atención de parte de todos los doctores de todas las áreas. No es por halagarlos, pero es que la verdad se merecen nuestro respeto, porque en todo tiempo estuvieron al pendiente de nosotros. Fueron cosas que nosotros jamás nos imaginamos que íbamos a pasar”, expresó Iris Janeth con sus ojos llorosos.
AMOR SIN LÍMITES
Y es que debe quererse mucho a una persona para decidir donarle un riñón y tener además fortuna para conseguir ser compatibles a un transplante. Iris Yanete ofrece ser donante de un riñón.
“Yo le decía a mi esposa que no quería arriesgarla, porque tenía miedo que algo malo le pasara. Le comentaba que estaría con ella hasta que Dios quisiera, pero me convenció de seguir adelante con el proceso, no me abandonó y gracias a Dios salimos adelante”, declaró Julio César.
Y es que su cónyuge es la persona que día y noche estuvo con él y la que continúa muy a su pendiente, así como él ahora lo hace con ella.
“Me dolía mucho verlo sufrir. No quería mirarlo así y quería que fuera como recién nos conocimos, pero experimentamos un milagro, porque todo se nos fue acomodando. Había varios aparatos que no funcionaban, pero cuando me hicieron los estudios ya estaban habilitados. Permanecí una semana internada y todo salió muy bien.
“Un sábado nos avisaron que debíamos irnos a Monterrey para la prueba de compatibilidad, pero ahí mismo nos dijeron que nos íbamos a quedar para la cirugía, sin llevar nada, más que los papeles. Con lo que llevábamos puesto. Nos dejaron internados un lunes y el 14 de marzo de 2016 nos mandaron a quirófano”, relataron.
Momentos antes del procedimiento quirúrgico los pusieron juntos en el mismo piso de hospital, donde en todo momento confesaron que se encomendaron a Dios. “Ella pidiendo a su manera y yo a la mía que todo saliera bien”, agregó.
A las 4:00 de la tarde ingresaron primero a Iris Janeth, quién volvió en sí hasta las 11:00 de la noche, siete horas después. Le habían retirado exitosamente su riñón derecho.
“No sentí tanto dolor, nada más lo de una cirugía por laparoscopía. Eso sí tuve que llevar una dieta muy estricta por varios meses. A veces me dan punzadas donde no tengo el órgano”, refirió.
Mientras que a Julio César, cuando los médicos lo intervinieron confirmaron las pruebas clínicas, que sus riñones no alcanzaron a desarrollarse, por lo que no fue necesario extirparlos.
“Me duraron hasta los treinta y tantos años porque no llevaba una mala calidad de vida. No estaban del tamaño de un riñón normal, pero tampoco tenían infección. Después de la cirugía duré tres meses aislado completamente. Sólo entraban a mi recámara a llevarme la comida.
“A ella la dieron de alta a los tres o cuatro días y a mí me dejaron 10 días hospitalizado y dos meses en aislamiento. Esto es porque nos bajan todas las defensas con inmunosupresores para que no combatieran al cuerpo extraño que estaba recibiendo”, describió.
UNA EXPERIENCIA Y UN ESTILO VIDA
Consciente de que su historia va más allá de lo común este matrimonio comparte ahora su testimonio de amor y esperanza con otros pacientes y sus seres cercanos, pero también cuál ha sido su modo para salir adelante de un transplante tan delicado.
“Lo principal en esta vida es tener salud, ya lo demás uno mismo se lo va ganando. Hay que saber valorar en las buenas y en las malas a nuestra familia y cuidar nuestro organismo para no enfermarnos.
“En el caso mío no puedo comer nada enlatado, nada de lácteos, embutidos, por los conservadores y nada de sal, poca azúcar, poca carne. Ella se alimenta de manera normal, pero ambos bebemos agua abundante”, ilustró este esposo.
Julio César toma 10 pastillas al día (tres a las 7:00 de la mañana, dos a las 9:00, una a la 1:00). En la noche igual (dos a las 7:30 y dos a las 9:00 p.m). Son diferentes medicamentos que debe de tomar de por vida para mantener medio bajas las defensas y evitar así un rechazo de injerto.
“Me ponen las vacunas de microorganismos muertos por lo mismo. Y sí soy proclive a enfermarme de gripa, por ejemplo, por lo mismo que las defensas las tengo bajas”, mencionó.
Los doctores le dicen que todo está muy bien y cada tres o cuatro meses le efectúan estudios, pero prácticamente puede hacer su vida normal, al igual que su esposa.
Ambos sonríen cuando su pequeña mascota, Fiona, hace travesuras en la sala de su domicilio de la colonia Puertas del Sol. Se nota que son un matrimonio feliz con muchos sueños e ilusiones.
De hecho, Iris Janeth comentó que se encuentran haciendo planes para poderse embarazar, pero están planificando por el tipo de cuidados que deben de tener. Los doctores le retiraron el riñón derecho, por ser el lugar que los bebés más buscan cuando están en el útero.
En tanto Julio César le agradece públicamente a su mujer por haberlo salvado, acción que ha hecho aún más fuerte el vínculo de amor que se tienen el uno por el otro.
“Ella me regaló vida y no tengo palabras para poder expresar todo lo que siento en mi corazón hacia mi esposa. Le estamos echando muchas ganas y seguimos adelante gracias también a todas las personas que nos topamos en el camino; a las enfermeras del IMSS y la gente de Trabajo Social nuestro agradecimiento por sus cuidados, por cómo nos trataron, porque nos echaron la mano y aún ahorita nos siguen echando la mano”, manifestó el feliz marido.
Reconocieron que ambos suelen aconsejar a quienes los rodean a comprender y valorar mejor la vida. En su mensaje siempre está el de fomentar el respeto entre la pareja y la familia.
Julio César e Iris Janeth cumplirán en marzo cuatro años de haber sido transplantados y, en mayo, nueve de contraer nupcias. La gente que los conoce siempre les celebra su gran compromiso y les felicita.
A decir verdad él vive con una parte de ella dentro de su organismo y los dos se entregan con un respeto ejemplar, comprobando que su amor, efectivamente, no tiene límites.
Los aprecian mucho
Flor Martínez, jefa del departamento de Trabajo Social del Hospital de Zona Número 15 del IMSS en Reynosa, aseguró que desde que Julio César ingresó al programa de diálisis y hemodiálisis siempre ha sido un paciente ejemplar, al igual que su esposa, que lo ha apoyado en todo momento.
“Ella es una chica siempre muy trabajadora, que continuamente ha estado al pendiente de él, de su necesidad y alimentación. Así como también de sus medicamentos al pie de la letra.
“Siempre son muy apegados al tratamiento, lo cual es muy importante. Cuando empezaron su protocolo para el transplante renal, su esposa fue una de las primeras personas que aceptó ser su donante.
“Recuerdo que ella con todo el amor del mundo le ofreció su riñón a Julio. Por fortuna ella fue compatible. El organismo de su esposo lo aceptó muy bien”, mencionó.
Agregó que la pareja ha llevado un tratamiento con toda la consciencia de que los pacientes transplantados deben tener un seguimiento estricto de su procedimiento.
“Él y su esposa lo han sabido llevar y a final de cuentas se refleja en el cuidado que tienen. No han tenido ingresos descompensados a comparación de otros pacientes transplantados, que vienen por falta de atención y cuidados posteriores.
“En este caso Julio, gracias al apoyo, al amor y a la devoción que esta niña tiene para su esposo es que ha salido adelante. Ella es una chica muy emprendedora, que de hecho tiene ventas por Facebook y es una pareja que nosotros admiramos mucho, una pareja joven, una pareja con mucho futuro y eso es muy importante para un paciente renal, tener redes de apoyo, el apoyo familiar, tener esas atenciones, esos cuidados, esos mimos que a veces un paciente necesita”, reconoció.
La jefa de Trabajo Social comentó que precisamente gran parte del éxito posterior al transplante ha sido por los cuidados que se tienen, pero también por el amor que con sus acciones se expresan.
“De verdad es una pareja que nosotros en el Departamento de Nefrología admiramos mucho, que ella por su amor que le tiene a su esposo ahora él esté gozando de una buena salud y lleve su vida normal como cualquier otro ser humano, desde aquí nuestro respeto y reconocimiento”, declaró Flor Martínez en su oficina del Instituto Mexicano del Seguro Social.