“Ese día desperté temprano y recuerdo que le dije a mi esposa: ‘Te quiero mucho y te amo, por favor perdóname por lo que voy hacer’ y ella me respondió, sin considerar las palabras que le decía: ‘Estás muy loco, ya báñate y vete a trabajar’. Salí de casa, en el camino hice varías llamadas, hablé con mi mamá y papá, mis hermanos y varios familiares para despedirme. Llegué a trabajar y comencé mi rutina normal hasta la noche. Durante el día mi esposa me estuvo llamando por teléfono y le contestaba tranquilo como si no tuviera nada en planeado.
“Desgraciadamente ese día tenía la finalidad de quitarme la vida. Realicé mi turno habitual y salí del trabajo en la noche, pasé a comprar un 24 de cervezas -que a diario me tomaba-, y fumé varios cigarros. Regresé a la casa pasadas las once de la noche”, recordó.
Aunque la ansiedad y desesperación lo invadían, “Juan” llegó a su hogar de manera tranquilo y conversó con su mujer, a quien constantemente le decía que la quería mucho y le repetía que lo perdonara.
“No le avisé a nadie, ni escribí cartas o mensajes. Esperé a que mi esposa se fuera a la cama y me recosté junto a ella hasta que se durmió. Pero en mi cabeza tenía pensamientos contradictorios y no me dormí, sino que tomé la determinación de levantarme y dirigirme al patio con una soga en la mano para colgarme”, narró.
“Juan” compartió que nunca había pensado en el suicidio y menos intentarlo, sin embargo la acumulación de sentimientos y malos pensamientos lo llevaron a concretarlo.
“No le encontraba sentido a mi vida, se me venían recuerdos de mi infancia y mis carencias, porque siempre estuve solo y me mantuve solo para salir adelante, creo que era soledad más que nada. Solamente pensaba que no quería vivir más, ya no me
sentía feliz a pesar de tener todo”, mencionó.
Este hombre alto y corpulento, se dirigió al patio trasero de su casa donde tenían un lavadero, se subió y de una de las barras metálicas del techo colgó la soga para amarla de su cuello y cumplir su objetivo al dejarse caer.
Cerca de 15 minutos permaneció colgado hasta que los ladridos de los dos perros que tenían despertaron a su esposa para darse cuenta que “Juan” no estaba en la cama. Comenzó a buscarlo y gritar su nombre en cada rincón de la casa, pero el ruido de los perros la llevaron al patio donde lo encontró colgado.
“Por mi gran peso y estatura no podía cargarme para quitarme la soga por lo que pidió auxilio a gritos y despertó a los vecinos que fueron a ayudarle. Entre cuatro hombres me cargaron pero mi cuerpo ya estaba totalmente relajado, me había orinado y defecado y ya no tenía signos vitales”.
Y aunque fue llevado de inmediato a un hospital cercano, los paramédicos decían que no presentaba signos vitales, pero su
esposa insistió que lo reanimaran, por lo que lo entubaron y por medio de respiración artificial sobrevivió.
Durante 21 días permaneció en coma. Los doctores le decían a su mujer que no tenía caso que continuara así y que estuviera gastando en la hospitalización porque lo mantenían con vida artificial conectado a una máquina y era poco probable que sobreviviera. Sin embargo, ella nunca perdió la esperanza y decidió que permaneciera así hasta que despertara.
La probabilidad de vida para “Juan” era prácticamente nula, ya que con el ahorcamiento se generó una fractura cervical parcial y el 99.9 por ciento de pacientes con estas lesiones quedan con parálisis o mueren.
“Mi caso fue un milagro totalmente, después de esto me acerqué a Dios y no dejo de agradecerle infinitamente cada momento. Los especialistas analizaban mis radiografías con un médico y otro pero no encontraron explicación científica o clínica que indicara la razón por la que estaba vivo. Mensualmente me hacían tomografías computarizadas, rayos X y resonancias magnéticas para observar la evolución de mi fractura y gracias a Dios no quedó ninguna secuela o complicación. Si ven mis placas se observa el desprendimiento de las cervicales del cuello.
“Hoy en día el neurocirujano, incluso la familia y amigos no me creen que haya tenido una fractura de esa magnitud porque todos los pacientes con esta lesión mueren. Soy parte de un milagro, los doctores no se explican lo que me pasó. El pronóstico era que si sobrevivía iba a tener secuelas graves, pero gracias a Dios sigo trabajando y viviendo mi vida normalmente”, compartió.
Tras 21 días su salud comenzó a evolucionar para bien hasta que le quitaron el ventilador, después la sedación y de repente despertó de un sueño profundo.
“Juan” abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba en una cama de hospital donde permanecía amarrado y con collarín. A su alrededor observaba a todos llorando su esposa, padres, y hermanos que comenzaron a gritarle al doctor que estaba reaccionado.
“De pronto observé un túnel blanco con una luz brillante pero nunca llegué a ella. Me sentía un poco mareado y les preguntaba: ¿qué estaba haciendo ahí y por qué me tenían así?, lo que quería era levantarme e irme a mi casa. Ellos no me decían nada de lo sucedido, solamente me comentaron que estaba enfermo porque me había caído.
“Juan” no recordaba nada de aquel fatídico 22 de octubre. Sorprendentemente ese lapso de su vida se borró por completo. Fue hasta cuatro meses después que comenzó a recordar algunos episodios, sin embargo al preguntarle al doctor y a su familia qué había sucedido no querían decirle.
Tiempo después comenzó a tener delirios de persecución, temor, ansiedad, insomnio y otros sentimientos, pero no se acordaba del alcohol, del tabaco y menos del intento
de suicidio.
“Comencé a trastornarme y busqué ayuda profesional porque me sentía muy mal. Hasta ese momento desconocía la razón por lo que acudí con el psiquiatra para que me ayudara a superar lo que estaba sintiendo. Después de varias sesiones él fue quien me dijo que era un hombre afortunado por haber sobrevivido a un suicidio. Obviamente para mí fue una noticia que me hizo entrar en shock no podía creerlo pero poco a poco comencé a recordar lo sucedido. Cada vez me sentía peor al pensar que había atentado contra mi vida y que me salvé, pero también sabía que había una razón por la que no morí”, compartió.
Poco a poco su esposa comenzó a platicarle lo que había pasado, sin embargo, tuvieron que pasar tres años de terapias y un acercamiento a Dios para superar la pesadilla que vivió.
“Antes de ese acontecimiento en mi vida veía los periódicos y pensaba que era algo tonto tomar una decisión así, pero el 22 de octubre me levanté con ese pensamiento y nadie me lo pudo quitar. Afortunadamente y gracias al milagro de Dios estoy vivo, sigo trabajando, ahora tengo dos hijos, mi esposa siempre me ha brindado su apoyo incondicional”, comentó.
POSIBLES FACTORES
“Juan” proviene de una familia de extracción muy humilde que padeció extrema pobreza, siendo esa una razón por la que decidió emigrar de Veracruz a Reynosa a muy corta edad a fin de trabajar para apoyar a sus padres y hermanos menores.
Antes de los 15 años decidió salir de su casa para trabajar, sin embargo la soledad se sumó a las limitaciones y carencias que intentó ocultar con los vicios.
Y aunque con dificultad logró conseguir un trabajo y continuar con sus estudios, conoció de las adicciones comenzando con alta ingesta de bebidas embriagantes que en poco tiempo lo convirtió en alcohólico.
“Tomaba todos los días, no importaba si era de mañana, tarde o noche siempre andaba alcoholizado sin perder la noción de que tenía que trabajar y salir adelante”, mencionó.
A pesar de los vicios, pudo concluir sus estudios y a los 18 años ingresó al nivel profesional; continuó trabajando, pero siguió con los problemas de alcohol, a lo que se sumó el tabaco y drogas.
“Pensaba que era una buena persona y que mis padres me habían dado buena educación pero que mi comportamiento era negativo. Constantemente me preguntaba eso, pero se me olvidaba consumiendo
bebidas embriagantes, tabaco y cocaína. Llegó un momento en el que era tanta mi soledad que creía que mi única salida era refugiarme en las adicciones”, refirió.
Durante sus estudios profesionales, “Juan” comenzó una relación sentimental y a pesar de que su ahora esposa sabía de sus adicciones, tomaron la decisión de unirse en matrimonio a los 23 años.
“Ella siempre supo de mis adicciones y continuamente me alentaba a buscar ayuda para rehabilitarme, yo solamente le decía que sí e incluso me animaba a ir uno o dos meses para posteriormente recaer”, recordó.
A pesar de contar con el apoyo de su familia y asistir a algunos centros de rehabilitación, llegó un momento en el que “Juan” no le veía sentido a la vida.
“Pensaba que solamente tenía un trabajo, profesión, buenos ingresos y una esposa, pero también llegaba el momento en el que no sabía qué estaba haciendo en este mundo. Solamente le daba mortificaciones a mis
padres, a mi mujer y familia. Me iba de la casa a trabajar pero nunca sabían cuándo iba a regresar por mis adicciones. Se me juntaron los problemas y comencé a sentirme presionado sin encontrar una salida”, relató.
LA MISION
Después de ese fatídico 22 de octubre, la vida de “Juan” cambió para siempre.
De entrada dio un giro radical a su comportamiento, ya que dejó todas las adicciones. Actualmente se dedica a estudiar teología con el objetivo de ayudar a más personas que tengan problemas de vicios o depresión.
“Siento que es una oportunidad muy grande que Dios me ha dado y si el Señor me puso en este camino de continuar, lo tengo que hacer con una misión. Bajo la ciencia médica no existía ningún pronóstico de que sobreviviera, por eso tengo el deber de ayudar a más personas”, señaló.
Actualmente ejerce su labor profesional y además colabora como misionero en una iglesia por lo que generalmente acude a las zonas más marginadas de Reynosa, donde puede observar de primera mano la pobreza, hambre, drogadicción y delincuencia, entre otras carencias.
“Quiero compartirle a todas las personas que están pasando por una depresión o una situación que los haga pensar en el suicidio que no existe problema tan fuerte que Dios no pueda solucionar. Les puedo aconsejar que se acerquen a Dios y que tengan comunicación con su familia y amigos para sentirse apoyados antes de tomar la puerta falsa”, concluyó.
AUMENTAN LOS SUICIDIOS
Según los datos de la Procuraduría General de Justicia en el Estado, de enero a septiembre de este año se han registrado 16 suicidios en el área urbana de Reynosa, los cuales la mayoría son de hombres que murieron por ahorcamiento.
Para el especialista en Psiquiatría, Amadeo de León Carrillo, quienes buscan la “puerta falsa” comúnmente son adultos entre los 30 y 40 años, sin embargo, hace dos años los habitantes de la región se asombraron al conocer dos suicidios de niños con escasos nueve años.
Señaló que regularmente los jóvenes lo intentan más que los adultos, pero logran perpetrarlo en menor porcentaje.
“Lo que pasa con los adolescentes es que el futuro lo ven muy breve en preparatoria, universidad o si están solteros. Sus ‘problemas’ o frustraciones son que no los dejan salir con la novia o el novio, ir a una fiesta, o comprarse un teléfono o un carro dependiendo de las condiciones. Por lo que al magnificar estas restricciones creen no encontrar una salida o también lo utilizan como un chantaje al pretender resolver su conflicto quitándose la vida”, detalló.
El médico especialista indicó que otro factor que lleva a las personas a atentar contra su vida, es la depresión.
Detalló que existen varios tipos de depresión: la endógena, que forma parte de un trastorno bipolar y provienen desde adentro el metabolismo cerebral que se altera al disminuir ciertos niveles de neurotransmisores como serotonina, adrenalina, dopamina, que hacen que la persona se sienta deprimida sin tener ningún problema externo.
“Pueden tenerlo (un problema) pero no son tan severos como para que piensen en quitarse la vida, pero se salen de la realidad. Sin embargo, en ocasiones ese sufrimiento y pensamientos los hacen sentirse culpables de cosas que no tienen nada que ver con ellos, como la devaluación de dólar, una desgracia acontecida en otro país, entre otras que los hacen sentir una gran culpa. En ocasiones inclusive intentan matarse o a sus hijos sobre todo los pacientes que tienen una depresión psicótica.
“Es un poco difícil generalizar, habitualmente es un sufrimiento tan grande en el que presenta una sensación de desesperanza e impotencia ante los problemas de salud, económicos, emocionales, familiares y/o por un padecimiento mental. Es tan grande la angustia que lamentablemente toman esta decisión, aunque cada uno tendrá sus motivos personales”, refirió.
Explicó que en la especialidad de Psiquiatría se dedican a detectar cualquier síntoma que indique que una persona desea quitarse la vida, ya que su labor es evitarlo en lo posible por medio de medicamentos o internamiento.
De León Carrillo añadió que otro trastorno que induce al paciente al suicidio es esquizofrenia por los delirios, voces o que ven personas que les ordenan que se hagan daño a ellos mismos o a otras personas.
“En otras ocasiones puede tratarse de una combinación de factores psicológicos con el abuso de sustancias, bebidas alcohólicas, conflictos económicos, familiares, divorcio, entre otras, que en ocasiones se conjugan y hacen que la persona tome la determinación de quitarse la vida”, señaló.
Asimismo resaltó la importancia de no subestimar a una persona que manifiesta, comenta o publica sus intensiones de querer acabar con su vida.
“Es algo tan difícil de creer que una persona cercana vaya a tomar una decisión de esta magnitud, pero si existen antecedentes, intentos o alguna enfermedad psiquiátrica es necesario tomar las medidas pertinentes, sin subestimar o dejarlo pasar. Algunas veces no lo andan diciendo ni lo divulgan, pero en otras ocasiones dejan una nota o avisan a alguien, por lo que es necesario estar atentos”, mencionó.
El psiquiatra refirió que en el caso de los adolescentes, que muchas veces se dejan influenciar por las modas en las redes sociales donde han creado una especie de clubes clandestinos que los inducen a este tipo de conducta.
Aumenta el suicidio entre jóvenes
En la actualidad adolescentes entre 12 y 17 años están sufriendo tales niveles de depresión, que han llegado al grado de intentar quitarse la vida, aseguró la psicóloga del Centro de Integración Juvenil, Sandra Lozano Medina.
“Estamos viendo un aumento considerable de la depresión en jóvenes, cuando antes ésta sintomatología la detectábamos en personas adultas y mayores. Creemos que se debe al estilo de vida que se ha modificado económicamente por lo que el padre y madre trabajan o tienen la necesidad de salir fuera de casa por mucho tiempo, lleva a los jóvenes a no encontrarle importancia a la vida, no sentirse amados, resguardados, protegidos y obviamente se buscan a personas amigos o amigas en la calle que los llevan a tener muchas situaciones de riesgo, entre ellas el uso de drogas”, mencionó.
Aunque no se tiene una estadística reciente cada vez son más los jóvenes que deciden irse por la puerta falsa debido a problemas que parecieran no ser tan graves para los adultos, pero que en ellos significaba demasiado y no encontraron una salida o un apoyo para superarlo.
La especialista explicó que la depresión es un trastorno que puede prolongarse por más de seis meses en aquella persona y no siente un bienestar y tiene sensaciones de desesperanza, que piensa que todo está en su contra o que el mundo se le viene encima.
“Es tanto lo que se cierran a una solución que los lleva a aislarse del mundo, agredir a los demás y en ocasiones a lastimarse. Ultimamente lo que hemos visto es que los adolescentes o jóvenes se empiezan a autolesionar como parte de este problema tan grande y pueden llevar incluso al suicidio”, mencionó.
Resaltó que el suicidio puede generarse por múltiples factores, ya que no necesariamente aplica en quienes tienen dificultades económicas o familiares, sino que llaga el momento en el que no encuentran sentido a nada y ya no quieren seguir.
“En el caso de las mujeres, suelen pasar por situaciones biológicas a nivel hormonal, con diversos estados de ánimo, en otras puede ser la indiferencia de la pareja, la falta de satisfacción personal o profesional. También puede tratase de una persona bastante culta hasta alguien con muchas carencias económicas”, refirió.
Algunos rasgos que se llegan a presentar son cambios en el comportamiento, aislamiento, silencio excesivo, llanto, agresividad, desesperación, irritabilidad o falta de satisfacción por lo que realiza en su vida cotidiana.
En otros casos, dijo, muchas personas empiezan abusando del uso del alcohol por este tipo de estados y la combinación con algún tipo de droga.
“Lo primero es observar si algún familiar o amigo está pasando por un proceso de esta naturaleza, de ser así es necesario buscar apoyo en alguna dependencia de salud o en los Centros de Integración Juvenil a fin de orientar tanto a los padres como a los jóvenes a fin de encontrar la manera de que puedan salir adelante con ese problema”, concluyó.