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A la escuela por primera vez… ¿preparados?

20 de agosto de 2019 por Beatriz Flores

El regreso a clases está a la vuelta de la esquina, pero entre todos los pequeños que retornan a las aulas van los de nuevo ingreso y junto a ellos sus padres, que en ocasiones, se encuentran más nerviosos que ellos.

Adriana Cervantes se preparó con tiempo y adquirió los uniformes para sus mellizos, niña y niño, que ingresarán al segundo grado de preescolar el 26 de agosto, fecha en que inicia el próximo ciclo escolar 2019- 2020.
Mientras los arregla, visualiza el panorama que viene y su emoción se pinta con tonos de alegría y nerviosismo.
Con tres años y nueve meses de edad irán por primera vez al kínder y, aunque ya fueron aceptados y están inscritos, a la madre aún le parecen pequeños, pero entiende que no hay marcha atrás.
Además, confía en que el tiempo que han permanecido en la estancia infantil les sirva en su proceso de adaptación.
“Ellos están actualmente en la guardería y las maestras me dicen que son niños muy participativos, sociables y muy maduros para su edad, además están acostumbrados a la dinámica de seguir horarios, hacer actividades y realizar tareas en casa, así que confió en que eso les ayudará”, mencionó la madre de familia.
Así como ella muchas mamás tienen sentimientos encontrados porque sus hijos entrarán por primera vez al jardín de niños, o incluso a la guardería, de donde algunos pequeños egresan con un certificado que avala el haber cursado el primer grado de preescolar.

A LA GUARDERIA
Cuando Beatriz y Danniel, hijos de Adriana ingresaron a la Estancia Infantil número 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) tenían un año y 11 meses de edad, a diferencia de la mayoría que lo hacen a partir de los 45 días de nacidos.
Por lo que comentó, algunas personas que forman parte del personal administrativo dudaron que los pequeños que siempre habían sido cuidados por su abuela y su tía pudieran aclimatarse favorablemente, pero lo lograron.
En el lugar realizan “actividades que atienden el desarrollo integral del niño y la niña, a través del cuidado y fortalecimiento de su salud. Además se brinda una sana alimentación y un programa educativo-formativo acorde a su edad y nivel de desarrollo”, según la página web del IMSS.
Rosangela Villegas Garza es la directora del Instituto Engrandecer, a donde asisten niños de un año seis meses hasta los cinco de edad, que cursan los niveles de Maternal hasta Kínder 3.
Explicó que los niños inscritos tienen un proceso de adaptación que se trabaja en conjunto con los padres y puede durar hasta dos semanas, pero dependerá de cómo se vaya desarrollando.
“Se les proporciona un horario recortado a tres horas durante los primeros días y sugerimos ampliamente que los papás al despedirse le digan a sus hijos que en unas horas regresarán por ellos, que disfruten su estancia y que la ‘Miss’ será su maestra”, expresó.
Durante el proceso de adaptación, explicó, se utilizan estrategias para motivar al alumno a conocer, aprender y explorar rutinas, actividades y convivencia con sus compañeros.
Advirtió que si los padres se van sin despedirse puede hacer sentir a los hijos abandonados.
La directora del plantel dijo que regularmente son los niños pequeños los que tardan más en acostumbrarse al lugar, aunque no se puede generalizar, pues dependerá del contexto familiar y de la seguridad que les brinden los progenitores al momento de dejarlos.
“Los niños ingresan con asombro a un lugar que están dispuestos a explorar y al ver que hay más amiguitos su reacción es de cautela, pero con unas inmensas ganas de jugar; la mayoría al sentir confort, seguridad y un ambiente ameno, deciden tomar el riesgo y sueltan la mano de mamá para ir a socializar”, apuntó.
Villegas Garza dijo que la labor docente les otorga una serie de estrategias y pautas para identificar los momentos en los que deben actuar, pero además, el amor a su profesión hace que la relación con los alumnos sea amena y agradable.
Externó que siempre hay casos en los que se demora un poco más el proceso de adaptación y recordó uno en el que durante casi tres semanas el niño ingresaba llorando a la escuela y su comportamiento continuaba durante casi todo el día.
Pero los padres de familia fueron constantes en la asistencia y tanto ellos, como las maestras, le brindaron confort y palabras de serenidad hasta que el ingreso al lugar fue con calma y alegría.
“Después de esas semanas, el alumnito entraba solo y desde la puerta le decía a su mamá ‘¡bye mamá!’, o no la dejaba que estuviera mucho tiempo ahí, solo le daba un beso y se iba”, platicó.
Con el paso del tiempo y una rutina establecida la dinámica se vuelve agradable y quedan atrás los llantos.
“Empiezan a conocer el espacio, a sus compañeros y sus maestras y saben que en ese lugar están seguros hasta que llegue mamá o papá a la hora de salida”, externó.

DIRECTO AL PREESCOLAR
Valeria nunca se ha separado de su mamá y ahora en agosto, con tres años y ocho meses de edad ingresará al kínder.
Mayra se encuentra un poco nerviosa, quizás más que su hija, pues el que no haya asistido a una estancia o guardería cree que pudiera influir negativamente al momento de dejarla en el lugar.
“Siempre estoy con ella y está muy acostumbrada a mí. Mi temor es que sufra por la separación y por cómo vaya a reaccionar cuando llegue la despedida”, expuso.
La madre de familia dijo que ya ha hablado con Valeria sobre el tema, le ha explicado las actividades que realizará y cómo se llevará a cabo el proceso, y la emoción en el rostro de la pequeña la hace confiar en que todo saldrá bien. “Mi temor es que sufra cuando nos separemos y llegue la despedida, pero se que en cuanto vea su salón y a sus compañeros se pondrá feliz porque está muy entusiasmada”, declaró.
Dijo también que, en caso de que no quiera quedarse en el kínder tratará de animarla a ingresar y le recordará que a la hora de salida volverá por ella. La profesora Priscila Guadarrama tiene 12 años desempeñándose como maestra de preescolar y ha trabajado tanto en escuelas privadas como de gobierno.
Manifestó que durante este tiempo ha podido constatar que aunque algunos niños de preescolar lloran mucho el primer mes, después se adaptan al ritmo de trabajo de los profesores y además, son más respetuosos que los de otros niveles educativos.
Mencionó que el que el menor haya asistido previamente a una estancia infantil marcará la diferencia en su comportamiento siempre y cuando los padres de familia les brinden atención y apoyo en el seguimiento de las actividades escolares en casa.
“Me ha tocado ver niños que vienen de guardería con pésimas conductas y cero interés en actividades escolares, pero al hacer la entrevista a los padres como parte de la evaluación inicial me doy cuenta si es a causa de ellos o la escuela”, manifestó.
La maestra del Jardín de Niños “Juan Escutia” dijo que es común que los alumnos lloren, sobre todo si no se les ha hablado sobre su ingreso a la escuela y los episodios pueden durar desde cinco minutos hasta uno o varios días.
Incluso, comentó que, hay quienes no lloran el primer mes pero si durante el segundo, porque es cuando “les cae el veinte” de que tendrán que pasar ese tiempo en la escuela.
“Pero también hay casos en los que los niños llegan tan entusiasmados que se adaptan desde el primer día y es ahí cuando nosotras decimos: ‘¡veinte niños como él o ella!’, porque no se batalla nada”, señaló.
Guadarrama agregó que la primera semana es para adaptación con juegos, canciones, explorar los juguetes y los cuentos.
“Me fascina la primera semana y en general la hora de leer cuentos, ya que soy una ‘drama queen’ me tiro al piso, hago voces, caras chistosas, inclusive los invito a escondernos bajo las mesas”, expresó la docente.
Sin embargo, a muchos padres también les cuesta manejar y controlar sus emociones y cuando ven que los niños están en crisis se estresan y deciden ya no llevarlos a la escuela.
Pidió a los padres brindarles seguridad a sus hijos explicándoles que el kínder es un lugar en el que aprenderán, jugarán y tendrán muchos amiguitos.
“Sobre todo deben decirles que mamá y papá los aman muchísimo y es muy importante que al terminar la clase les pregunten qué hicieron, cómo les fue y que vieron en su clase, pues así los niños se sentirán felices y seguros al siguiente día”, sentenció.

LA EXPERTA DICE…
La psicóloga Arely Martínez Jiménez dijo que en ocasiones, los niños ven como un castigo el que sus padres los dejen en la escuela. Creen que no los quieren o que hicieron algo mal.
“Lo asocian a un abandono y piensan que no volverán a ver a sus padres, por eso experimentan un sentimiento de angustia y además, muchas veces los mayores provocamos esas inseguridades”, explicó.
Esto sucede, detalló, cuando le decimos al niño cosas como “te voy a dejar aquí porque te portaste mal” o “te va a llevar el policía porque no haces caso”, sin pensar en las consecuencias que esto pueda tener.
También el ver a mamá o papá llorando influye, pues si el niño estaba tranquilo ellos con su llanto le transmiten la idea de que pasará algo malo o no tan agradable.
“La imaginación de los niños es inmensa, pueden pasar muchísimas cosas por su cabecita”, comentó la especialista.
Dijo que se debe platicar previamente con los hijos para darles la confianza y seguridad de que no les pasará nada malo y de que lo que harán en la escuela les ayudará a ser mejores niños, que será divertido y que además conocerán a niños de su edad que podrán ser sus amigos.
“Hay papás que, incluso, utilizan a la escuela como una motivación para sus hijos y les explican que eso les ayudará en su camino para lograr ser doctor, maestra o lo que ellos quieran ser cuando sean grandes”, refirió.
También remarcó la necesidad de comentarles que podrán tener clases de pintura, música, educación física, entre otras y además, un receso en el que comerán y jugarán con sus compañeros.
La organización que los padres tengan es muy importante y además los hijos lo perciben, por lo que establecer rutinas y explicarles el por qué de ellas ayudará a entender el proceso.
Otra sugerencia de Martínez Jiménez es llevar a sus hijos a alguna escuela para que vean que los niños entran contentos y que al salir sus padres los están esperando y que no han sido abandonados.
“Si ellos ven que los pequeñitos salen con trabajitos en sus manos podemos explicarles que fue lo que hicieron durante el día y que cuando él o ella vayan también podrán hacer actividades tan bonitas como esas”, precisó.
Por lo que la responsabilidad, de acuerdo con los expertos, no es solamente ir y dejar a los niños a la escuela, especialmente en sus primeros días de clases, sino apoyarlos para que su adaptación sea positiva.

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