
Aunque se dijo que el pasado proceso electoral fue organizado por los ciudadanos, hubo un grupo de personas que cumplieron su obligación pagando una cuota de sudor, lágrimas y hasta sangre… y hoy están en el desempleo.
Son los Capacitadores Asistentes Electorales (CAE) y los Supervisores Electorales (SE), quienes se encargaron de todo el trabajo operativo de preparación de las pasadas elecciones del primero de julio y hoy ya no tienen trabajo, pues el contrato de servicios profesionales que firmaron con el Instituto Federal Electoral (IFE) expiró el pasado 15 de julio.
De acuerdo a datos del IFE, el pasado 1 de julio casi 600 mil ciudadanos fungieron como funcionarios de casilla encargados de recibir, contar y registrar los votos.
Los encargados de buscar y capacitar a estos voluntarios fueron precisamente los capacitadores electorales y sus supervisores, por lo que al arranque del proceso electoral se lanzó una convocatoria nacional para contratar a más 35 mil personas para que cumplieran con esta labor.
De acuerdo al IFE, la función de los Supervisores Electorales era apoyar a las juntas distritales en la coordinación de los trabajos de capacitación y asistencia electoral, además de supervisar y verificar la eficacia y calidad de las actividades desarrolladas por los CAE bajo su responsabilidad.
Y es que el Capacitador Asistente Electoral (como representante del IFE), tenía como función principal sensibilizar, convencer y capacitar a los ciudadanos sorteados como funcionarios de casilla, así como de realizar las tareas de asistencia electoral para la preparación y desarrollo de la Jornada Electoral.
“Ambos cargos contaron con horarios más o menos flexibles (sobre todo el CAE) pero se trata de empleos de tiempo completo de mediados de febrero a mediados de julio”, aseguró la autoridad electoral.
Aunque en teoría las personas que buscaban estos empleos lo hacían para cumplir con el deber cívico de auxiliar en la preparación de las elecciones, la realidad es que la gran mayoría lo hizo como una opción para salir del desempleo.
De esta forma empleados de maquiladora, maestros, licenciados y hasta criminólogos, aplicaron y consiguieron un puesto como supervisores o capacitadores.
De acuerdo a un tabulador del IFE, los sueldos de estas personas se fijaban de acuerdo a la zona económica en la que vivían. De esta forma un supervisor podía ganar entre seis mil 656 pesos mensuales y ocho mil 320.
En el caso de los capacitadores, los sueldos estaban en el rango de los cinco mil 218 pesos mensuales y seis mil 857.
Además de sus honorarios, los supervisores y capacitadores recibieron un dinero extra conocido como “gastos de campo”, cuyo monto dependía de la distancia que había entre las casillas que les tocaba recorrer y la cabecera municipal.
De esta manera, si la casilla estaba a 30 minutos o menos de la cabecera, el supervisor recibía dos mil 748 pesos extras al mes, mientras que el capacitador obtenía mil 960.
Lo máximo que se otorgaba como “gastos de campo” era para los que tenían sus casillas a más de cuatro horas de recorrido de la cabecera. En este caso se asignaban cinco mil 882 pesos mensuales a los supervisores y cuatro mil 470 a los capacitadores.
MIL Y UN HISTORIAS
En Reynosa, cabecera del Distrito Electoral II, se contrató a un total de 95 capacitadores y 12 supervisores electorales. Lilia del Carmen Flores Rendón y Nallely García Alcalá fueron solo dos de ellos.
Entrevistadas en las instalaciones locales del IFE, donde se encontraban concluyendo su trabajo una vez terminado el proceso electoral, ambas mujeres que aún portaban el característico chaleco color rosa que las distinguió (hoy descolorido por el uso y los rayos del sol), manifestaron sentirse orgullosas de la labor que realizaron.
En el caso de Flores Rendón, esta no fue su primera vez como capacitadora electoral, pues en la pasada elección del año 2009 cumplió con esta labor por lo que en 2012 decidió repetir la experiencia.
Esta secretaria jubilada, tuvo a su cargo la llamada Zona I, que contempla las secciones electorales 969 y 970 que, en resumen, alberga algunos sectores del casco viejo de Reynosa, incluyendo el infame barrio de “Cantarranas”.
Diariamente, esta mujer recorría las calles de estas secciones buscando a los ciudadanos que habían sido sorteados como funcionarios de casilla, convenciéndolos de que debían de acudir a cumplir con su responsabilidad cívica y capacitándolos sobre la labor que realizarían el 1 de julio.
“Todos los días iba y venía por las calles del barrio, yo creo que hasta las piedras ya me conocían”, indicó.
Indicó que contrario a lo que podría pensarse, el barrio donde le tocó trabajar era tranquilo y los únicos que le hicieron pasar momentos complicados, fueron los perros de algunas de las viviendas a donde acudió a tocar la puerta.
Flores Rendón lamentó que en estos momentos muchas de las viviendas del centro de la ciudad estén abandonadas, lo que complicó su labor para encontrar a los ciudadanos que participarían como funcionarios electorales.
“El problema es que hay muchas casas solas y sus dueños no han actualizado sus datos ante el IFE, entonces cuando acudía a los domicilios me encontraba que no había nada y entonces tenía que buscar a otro ciudadano”, expresó.
Para esta capacitadora, la labor que realizó no fue sencilla, pues fueron cientos de kilómetros los que tuvo que caminar bajo el ardiente sol de Reynosa que, obviamente, le cobró su cuota.
“Puedo decir que me acabé tres pares de zapatos y tuve algunas quemaduras por el sol, además que en una ocasión tuve un accidente y yo misma tuve que cubrir con los gastos de las curaciones, porque aunque aquí te los pagan, tienes que comprobar los gastos y cumplir con una serie de trámites que tardan mucho y uno necesita la atención de inmediato”, indicó.
Flores Rendón expresó que más allá de los problemas que enfrentó durante el tiempo en el que fue capacitadora electoral, le quedan muchas satisfacciones de haber participado en las pasadas elecciones.
“Te puedo decir que lo más lindo de todo fue el trato de la gente, hubo gente muy buena, muy cooperativa”, indicó.
Debido a su experiencia, es por lo que esta mujer tiene una opinión muy fuerte respecto a las protestas y acusaciones que han surgido en contra del IFE una vez que concluyeron las elecciones por parte de varias organizaciones sociales, entre las que se encuentran el movimiento #YoSoy132.
“Todo lo que han dicho del IFE son mentiras, esos son jóvenes borregos que se están dejando influenciar por personas mucho más inteligentes que ellos, te puedo decir que el instituto trabajó de una forma 100 por ciento legal, nosotros lo vimos y no podemos mentir, esta labor nos ha dejado muchas satisfacciones y la verdad tantas mentiras que se dicen me asquean”, expresó.
Ahora que su contrato como capacitadora electoral ha terminado, Flores Rendón indicó que buscará otro trabajo, sin embargo, nunca olvidará la experiencia que le ha dejado esta labor.
“La satisfacción que nos queda es en lo cívico, no lo económico”, finalizó.
EL CARIÑO DE LA GENTE
Antes de trabajar como capacitadora electoral, Nallely García Alcalá laboró como operaria en una empresa maquiladora, por lo que su experiencia en labores electorales era nula.
Sin embargo, la necesidad generada del desempleo la llevaron a meter su solicitud que finalmente le dio un trabajo dentro del IFE, como encargada de unas secciones electorales en el sector de la colonia Industrial, paralela a las vías del ferrocarril.
Para esta joven la experiencia, aunque intensa, fue gratificante, pues a lo largo de su labor se dio cuenta de la solidaridad que tienen los residentes de esta ciudad.
“En muchas ocasiones me tocaron personas que me invitaban un vaso de agua e incluso un plato de comida. Me sucedía cuando alguien estaba haciendo carne asada con su familia.
“Incluso hubo una ocasión en la que estaba descansando en una banqueta y una señora me invitó a pasar a la cochera de su casa para no estar debajo del sol, además salió con una jarra de limonada con hielo y me dijo que me quedara sentada, que ella iba a ir a misa y podía quedarme en su cochera, nunca olvidaré ese detalle”, expresó.
García Alcalá, aseguró que al no contar con un horario fijo de trabajo, tenían que distribuir su tiempo de acuerdo a las horas en las que sabían que iban a encontrar a las personas seleccionadas como funcionarios de casilla.
Esto quiere decir que tuvieron que trabajar o muy temprano (a las seis de la mañana), o muy tarde (hasta las once de la noche), pues esos eran los únicos momentos en los que podían encontrar a los insaculados.
Además, en muchas ocasiones ellos mismos tuvieron que apoyar a quienes aceptaron participar como funcionarios de casilla, como sucedió incluso el mismo día del proceso electoral.
Ese día, ante la falta de viáticos y comida adecuada para quienes recibieron y contaron los votos, tuvo que disponer de su tiempo y su dinero para atender a la gente bajo su responsabilidad.
“Ese día mi mamá preparó platillos y se los llevamos a mis funcionarios de casilla para que tuvieran qué comer. Todo eso lo pagamos con nuestra bolsa”, indicó.
LES PASO DE TODO
Las experiencias de Flores Rendón y García Alcalá son apenas algunas de las historias que los capacitadores electorales viviendo a lo largo del tiempo en que cumplieron con su función.
Por ejemplo está la capacitadora que un día, durante sus recorridos, encontró una vivienda donde se encontraba una señora de la tercera edad abandonada y peligrosamente desnutrida.
Cuando investigó lo que sucedía, los vecinos le comentaron que los hijos de esta mujer casi nunca la visitaban y mucho menos le dejaban dinero o alimentos para que se nutriera.
Fue entonces cuando la capacitadora decidió llamar a las autoridades del DIF, quienes de inmediato rescataron a esta mujer, quien ya se encuentra en un albergue.
También está la historia del capacitador electoral encargado del área del ejido Las Calabazas, a orillas del río Bravo, quien literalmente se perdió en esta árida zona en su búsqueda de un domicilio.
No fue sino porque mientras avanzaba gritaba el nombre de la persona que estuvo buscando, por lo que alguien lo localizó y le ayudó a salir del lugar en donde se encontraba.
Para hacer las cosas peor, hubo un día en que un perro guardián de una vivienda lo mordió en un tobillo y otro en que un grupo de hombres armados lo interceptaron para preguntarle lo que estaba haciendo en esta zona, al final lo dejaron ir y no lo volvieron a molestar.
Estos y otros obstáculos, fueron los que tuvieron que sortear los capacitadores electorales quienes pueden ser considerados como los verdaderos responsables de que las elecciones se pudieran haber realizado.
Irónicamente, estos “héroes electorales” hoy están desempleados, buscando una nueva forma de ganarse la vida.