
Franci y Christian Malu son dos hermanos aventureros originarios de la ciudad de Quebec, situada en la provincia del mismo nombre al oriente de Canadá. Ambos ya están retirados y, han pasado los últimos años de su vida viajando a bordo de una casa rodante y de una camioneta dotada con recámara, baño y remolque.
Durante la época de frío suelen recorrer miles de kilómetros al sur en busca de parajes más templados, donde convergen con algunos de sus compatriotas y realizan diversas actividades recreativas, como la pesca deportiva, la bicicleta de montaña y el campismo.
Esta es la vigésima séptima vez que ella viene de paseo a México, mientras que para él es apenas la primera. Franci domina el español, mientras que el señor Malu apenas entiende algunas palabras del idioma.
Ellos forman parte de una numerosa comunidad de turistas del norte del continente, quienes cada uno o dos años hacen el largo periplo y permanecen hasta el mes de marzo en territorio nacional, antes de volver a casa en el comienzo de la primera, dejando a su paso una importante derrama económica.
Esta mujer de 64 años se declara amante de la cultura mexicana, de sus tradiciones, su gente, su comida y sus ciudades. Afirma que es aquí donde tiene a muchos de sus amigos y donde considera que algún día morirá.
Dice no darle temor viajar por las carreteras del país (las cuales han tenido fama de violentas) y niega que sea México un Estado inseguro, sino todo lo contrario, porque “peligros hay en todas partes”, opina.
“Para mí éste es un país muy bueno, por sus personas, su calor, sus playas, el mar y sus hermosos ríos. Siempre me han tratado muy bien aquí, al igual que a mi gente. Hay quienes señalan que es riesgoso, pero yo no lo pienso así.
“En este lugar he sido muy feliz y he hallado una gran hospitalidad, la paz y la tranquilidad que no encuentro en otros sitios, ¿qué puedo decir?, es excelente”, pondera esta amigable viajera.
Antes de soltar una carcajada graciosa Franci afirma que le encanta toda la gastronomía azteca, pero en lo particular disfruta mucho de los “tacos al pastor”, los
antojitos y las aguas frescas.
Admite contar con la fortuna de conocer la mayor parte de la
República a través de los viajes que ha realizado durante varias décadas, pero menciona que esta ocasión es algo especial, porque la acompaña su hermano Christian, de 58 años. En veces anteriores ha sido otra hermana la que se traslada con ella.
Ambos se vinieron manejando una distancia de tres mil 600 kilómetros hasta arribar al puente internacional de Reynosa-Mission, donde realizaron los trámites para ingresar a México. Previamente transitaron por los Estados de Nueva York, Pennsylvania, Ohio, Kentucky, Tennessee, Arkansas y Texas, en un periodo de tres días y varias escalas.
Relata que entre sus sitios preferidos se encuentran Puerto Vallarta (a donde se dirigen), Acapulco, Cancún y Veracruz, aunque manifiesta que toda la nación “es muy bonita y agradable” y no se cansa de recomendarle a sus amigos que vengan a visitar México.
AGIL TRAMITE
De modo simpático esta canadiense acepta posar para la cámara y evoca su aparición en el periódico Novedades de Acapulco como asidua turista hace algunos años.
Después de mostrar a su mascota “Chupeta”, una tímida perrita French Poodle de color negro, Franci revela que no tiene hijos, pero que su vida es viajar, disfrutar de la naturaleza y de sus hermanos.
Luego de lanzar un largo chiflido, expresa que a diferencia de hace varios años, hoy es más sencillo para ella y sus connacionales obtener los permisos de Migración y de la Aduana de México, para documentar sus vehículos y definir su permanencia en territorio nacional.
Agrega que hoy su espera en ventanillas se reduce a media hora cuando hay poca fila, reglamentando el camión, la camioneta y un par de motocicletas.
Como buenos anfitriones invitaron una soda al reportero y lo invitaron a dar un recorrido dentro de su casa rodante, un acogedor vehículo marca Fleetwood, el cual cuenta con un sistema hidráulico que le permite expandirse hacia un costado y volverse más amplio una vez que se encuentra estacionado.
Llama la atención que la unidad está dotada con las mayores comodidades: habitación con cama matrimonial, baño con regadera de agua caliente y lavamanos; comedor para cuatro personas; cocina con refrigerador incluido; gabinetes y gavetas, para garantizar una vasta reserva de alimentos; climatizador y suficiente energía eléctrica. Un sueño para cualquier persona con alma de viajero.
Mientras Christian conduce este camión –con motor a gasolina de 8.1 litros–, Franci maneja su camioneta Toyota v6 con camper Winnebago, que también posee un confortable dormitorio, sala y agua potable. Aunque confiesan que sus pensiones no son nada elevadas, al menos pueden equilibrar los costos viviendo en estas casas motorizadas.
Algunas de las actividades que estos canadienses practican en México son la motocicleta, la pesca, la natación, la fotografía y los paseos por diversos rincones emblemáticos de la nación. Ahora que la temperatura alcanza niveles bajo cero en su país (con menos siete grados centígrados a comienzos de diciembre), dicen sentirse más contentos aquí.
“A los canadienses nos gusta
mucho México, especialmente a la gente que viene de Quebec. ¡Ah!, yo espero que voy a morir aquí (carcajadas)”, insiste Franci, quien se expresa en un español bastante claro.
Indica que como su lengua natural es la francesa, no tardó mucho en aprenderlo, por lo que ahora espera que su hermano también lo hable de regreso a casa (risas).
Pasada la Navidad, estos hermanos recibirán otro contingente de amigos, que aguardará el fin de año antes de emprender su viaje a México.
EL AFORO AUMENTA
Mientras tanto en las carreteras ya pueden verse caravanas llegando a la frontera. De éstas un porcentaje importante cruza a México y en el caso de Reynosa, utilizan los puentes internacionales de Pharr y el de Mission.
Para darse una idea del beneficio que dejan los visitantes de invierno tan sólo en el sur de Texas, de acuerdo con el último informe del Centro de Investigación de Mercados y Turismo, elaborado por la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad Panamericana, el impacto directo en la economía es de 751 millones de dólares.
El estudio revela que sus gastos mensuales se dividen un siete por ciento en medicamentos, un cuatro por ciento en ropa, un cinco en entretenimiento, un nueve en transporte, un seis en implementos y herramientas; un 15 en centros comerciales, un 10 en comer en restaurantes y un 34 por ciento se concentra en la vivienda.
El informe detalla que el 84 por ciento de los “Winter Texans” hizo un viaje a una ciudad americana de la frontera con México, gastando un promedio de 77 dólares por vez (alrededor de mil pesos).
De las 25 mil personas encuestadas (con la participación de mil 443 estudiantes) se estableció que el 95.8 por ciento planea volver el próximo año y en cuanto a la pequeña minoría que podría no volver argumentó cuestiones de salud principalmente.
La investigación –que contempla los periodos 2011-2012– desvela que el 86 por ciento de los visitantes norteamericanos radican en sus propias casas remolque.
Sus principales razones para venir al sur de Texas fueron en el siguiente orden:
Un 88 por ciento por el clima más cálido que en el norte, un 66 por ciento para convivir con amistades, un 52 por ciento para realizar actividades sociales, un 47 por ciento para vacacionar y un 38.4 por ciento para visitar México.
En cuanto a los lugares de origen un 14 por ciento proceden del Estado de Minnesota, un 14.2 de Iowa, un 8.2 de Wisconsin, un 8.0 de Illinois, un 7.5 de Missouri, un 6.5 de Michigan, un 4.0 de Nebraska, un 10.9 de Canadá y el resto de otras urbes y poblaciones norteamericanas.
Se esconde el delegado del INM
En reiteradas ocasiones se solicitó una entrevista formal con Roberto Olivares, quien es el delegado del Instituto Nacional de Migración (INM), para saber cuánto ha crecido el aforo de ciudadanos del norte de Estados Unidos y de Canadá (quienes vienen de paseo a México en estas casas rodantes, generando un beneficio para la economía); así como también para conocer cuál es el procedimiento de los trámites que realizan; sin embargo, el funcionario se negó a dar entrevistas.
No obstante, uno de los empleados del Instituto señala que entre los meses de noviembre y diciembre se incrementa sustancialmente el número de extranjeros que arriban al país.
Detalla que estos deben dirigirse ante la Aduana de México y presentar su pasaporte para sacar el permiso de estadía, que tiene una duración máxima de seis meses. Los trámites vehiculares también pueden adelantarse en cualquiera de los consulados.
Comenta que cuando es temporada alta se hacen unas filas muy largas, pero lo atribuye al sistema del banco, que es demorado y a la falta de personal.
“O hay veces que llega la gente y se atora, porque no cuenta con todos los requisitos. En algunas ocasiones el título del vehículo viene a otro nombre y resulta que la otra tiene un vencido, y que lo puede sacar la esposa, pero se necesita el acta de matrimonio y eso complica las cosas.
“Y en cuestión migratoria se necesita que la persona traiga su pasaporte y el permiso para que pueda ingresar al resto de la República. Éste depende de los días que viene al país”, indica.
En tanto, en Banejército los solicitantes –dependiendo de la unidad– deben dejar un depósito de al menos 400 dólares (cinco mil 400 pesos) que se les devuelven cuando regresan a la Unión Americana, más 48 dólares (650 pesos) por concepto de impuestos).
Y a pesar de que, debido a la reticencia de las autoridades mexicanas, no se dispone de cifras de cuántos norteamericanos están viniendo a vacacionar en caravanas, lo cierto es que los trabajadores de las aduanas afirman haber notado un repunte importante en este sector, lo cual atribuyen a un mayor vigilancia en las carreteras del país. Según la encuesta de la Universidad Panamericana de Texas, un 38 por ciento de los vacacionistas cruzan hacia México.
Con ello, este 2013 y el inicio del año que entra pinta bien para que miles de personas como Franci y Christian Malu tengan una grata estancia en territorio nacional y diversos municipios se beneficien de los gastos que generen estos grupos de extranjeros, quienes demuestran que siguen
confiando en México.