La historia de una mujer afroamericana que luchó durante la mayor parte de su vida contra los prejuicios de una sociedad que la juzgaba y denigraba simplemente por ser quien era ante el mundo, a pesar de haber sido víctima del racismo, sexismo, transfobia y discriminación, su capacidad para salir adelante siempre fue mucho más fuerte, catapultándose como uno de los iconos más influyentes de la cultura pop.
A finales de los años 80, Marsha P. Johnson, una mujer transgénero activista de bajos recursos, se convirtió en la voz de toda una comunidad, siendo pionera en las luchas por los derechos de la población LGBTIQ en Estados Unidos, fue nombrada como “la madre de la liberación homosexual” por demostrar que nadie la detendría de participar en las marchas y alzar la voz por las calles, acciones que lograron generar un cambio en la sociedad para que dejaran de considerar la diversidad sexual como un “pecado”.
UNA FAMILIA CONSERVADORA
Bajo el nombre de Malcom Michaels, Marsha nació el 24 de agosto de 1945 en la ciudad Elizabeth, Nueva Jersey, en una familia de bajos recursos. Fue hija del trabajador de la General Motors, Malcolm Michaels Senior y de Alberta Claiborne, ama de casa, siendo la cuarta de siete hijos. A los 5 años, empezó a vestirse con ropa de niña, por lo que sus padres, quienes la criaron bajo un ambiente católico y conservador, siempre terminaban discutiendo con ella. En una ocasión, durante una fuerte discusión, su madre le dijo que ser homosexual era peor que ser un perro.
A consecuencia de las constantes peleas con sus padres, y de no recibir el apoyo que ella necesitaba, en 1966, a la temprana edad de 11 años, Marsha optó por salirse de su casa para mudarse a Nueva York. Durante esos años, su vida fue muy difícil, ya que vivía sola en la calle, pero a pesar de su situación, siempre supo mantenerse fuerte ante cualquier circunstancia.
Con tan solo 17 años, la vida obligó a Marsha a adentrarse en la prostitución, en ese momento no contaba con el dinero suficiente ni con algún lugar para dormir, durante esa época si alguna persona era perteneciente a la comunidad LGBTIQ+, difícilmente sería contratado en cualquier empleo.
Posteriormente, conoció a un grupo de personas de la escena nocturna, las cuales tenían una manera de pensar muy similar a la de ella, y la aceptaban tal y como era, entre ellos se encontraba Sylvia Rivera, mujer transgénero también que se convirtió en la mejor amiga de Marsha.
UNA RECONOCIDA ‘DRAG QUEEN’
Además de ser una activista destacada en la comunidad LGBTIQ+, también participó activamente en la escena drag de Nueva York durante los años 60 y 70 bajo el nombre de “Black Marsha”, realizando diversos performances con la agrupación Hot Peaches, un grupo
de teatro de Nueva York que realizó un espectáculo por semana de 1970 a 1990, a menudo se le comparó con los Cockettes, un exitoso grupo hippie y psicodélico con sede en Cauliflower, California.
Debido a su situación económica, su estilo drag no formaba parte de las dragas que tenían vestuarios costosos, extravagantes y adornos finos, Marsha era conocida por usar una corona de flores y frutas en la cabeza, portar grandes pelucas y usar tacones de plástico. Pero lo que más resaltaba, era su gran sonrisa.
Su estilo único y su presencia carismática en eventos y manifestaciones contribuyeron a su estatus como una figura emblemática, tanto en el activismo como en la cultura drag.
“No era nadie, nadie, hasta que me convertí en drag queen. Eso es lo que me hizo en Nueva York, eso es lo que me hizo en Nueva Jersey, eso es lo que me hizo en el mundo”, declaró.
EL LEVANTAMIENTO DE STONEWALL
Uno de los eventos que marcó un antes y un después para la comunidad LGBTIQ ocurrió durante la noche del 27 de junio de 1969 en el bar Stonewall Inn, ubicado en el barrio de Greenwich Village, en la ciudad de Nueva York, una zona que era muy recurrida por las personas queers. Normalmente, la policía solía irrumpir en el bar alrededor de la 1:00 am para realizar las redadas policiales, ya que en esa época la vida de las personas gays se penalizaba, el bailar entre dos personas del mismo sexo ya era motivo de arresto.
Sin embargo, esa ocasión fue distinta, Marsha y su amiga Sylvia, entre otras personas, tomaron la decisión de enfrentar a la policía, lo que generó que la confrontación se intensificara hasta incluir a una gran ola de personas.
En el enfrentamiento, Marsha lanzó un vaso hacia un espejo detrás del bar y gritó: “Quiero mis derechos civiles”.
Durante esa noche se realizaron 13 arrestos, y los disturbios continuaron hasta la semana siguiente.
A partir de ese acontecimiento, el movimiento de liberación gay comenzó con las protestas en las calles, exigiendo el cumplimiento de los derechos civiles, el matrimonio igualitario, y leyes para prevenir la discriminación.
Un año después, en 1970, Marsha fue una de las figuras más visibles en la primera marcha por el orgullo LGBTIQ.
Después de lo ocurrido en Stonewall, Johnson y Rivera fundaron la organización activista Street Transvestite Action Revolutionaries (STAR), con la finalidad de ayudar a los jóvenes transgénero sin hogar.
STAR fue la primera organización de Estados Unidos dirigida por una mujer afroamericana transgénero, así mismo, se convirtió en la primera en abrir el primer refugio de América del Norte para jóvenes LGTBI.
Por medio del proyecto, acogieron a alrededor de 50 personas trans, queers, travestis y transexuales que habían sido echados de sus casas por su identidad de género.
UNA MUERTE QUE NO HA SIDO RESUELTA
Con el pasar de los años, el nombre de Marsha se convirtió en un una parte fundamental en la lucha por los derechos igualitarios de los homosexuales, lesbianas, transgéneros, transexuales y travestis, así como también se posicionó como una de las figuras más representativas de la escena queer de Nueva York.
Después de pasar la mayor parte de su vida siendo portavoz de toda una comunidad, el 6 de julio de 1992, Marsha P. Johnson a sus 46 años, fue localizada sin vida en el río Hudson, cerca del muelle de West Village.
Las autoridades rápidamente catalogaron el caso como un suicidio, y negaron la posibilidad de ver el cuerpo a su familia, quienes junto a miembros del movimiento de liberación gay realizaron numerosas manifestaciones para que se realizara una investigación más a fondo sobre el misterioso fallecimiento.
En el año 2012, la policía reabrió el caso gracias a la campaña encabezada por Mariah López y Victoria Cruz, defensora de víctimas de delitos del Proyecto Antiviolencia de la Ciudad de Nueva York (AVP), aunque hasta la fecha no ha sido resuelto.
En 2015, se inauguró el Instituto Marsha P. Johnson, el cual tiene como misión el defender y proteger los derechos de las comunidades transgénero, en reconocimiento a la lucha pacífica y al apoyo constante que Marsha brindó a los más necesitados y vulnerables dentro de la comunidad LGBTIQ.
En la actualidad, en la ciudad de Nueva York se encuentran las estatuas de Johnson y su cercana amiga Rivera en Greenwich Village. Estas estatuas se convirtieron en uno de los primeros monumentos en el mundo dedicados a personas transgénero.