
Cuando se cumplen tres décadas de los sacrificios humanos cometidos a finales de los años ochenta en la frontera de Tamaulipas por una banda de contrabandistas y practicantes de brujería, Hora Cero conversó con Francisco Cobos, uno de los periodistas que documentó los terribles acontecimientos.
En 1989 medios nacionales e internacionales divulgaron ampliamente la historia de una secta encabezada por Adolfo de Jesús Constanzo, un espiritista cubano–americano y asesino en serie, quien mutiló a sus víctimas como parte de los rituales.
En un terreno adjunto al rancho Santa Elena de Matamoros, Tamaulipas, encontraron 13 cadáveres y otros 2 en el ejido Santa Librada, en uno de los multihomicidios más espeluznantes de los que se tengan memoria.
Las víctimas fueron policías, contrabandistas, un turista extranjero y un niño, despedazados por órdenes de “El Padrino” y sus ayudantes, entre ellos una mujer, Sara Aldrete, “La Sacerdotisa”, que juntos formaron una banda criminal y diabólica.
A 30 años de distancia en el sitio de los sacrificios aún pueden encontrarse vestigios de la entonces insólita masacre e incluso, fragmentos de hueso.
Desde que se dio por terminada la búsqueda de los desaparecidos, a quienes exhumaron de unas fosas, ninguna autoridad regresó al lugar en que se cometieron los atroces crímenes, donde todavía pueden observarse las marcas que dejaron las retroexcavadoras.
A pesar de que los inculpados aseguraron que había más personas enterradas, el gobierno mexicano decidió culminar el rescate de los restos humanos y dar por cerrado uno de los capítulos más horrendos en la historia moderna de la nación.
Pero en los recuerdos quedó el asombro y el espanto de un suceso que marcó a Tamaulipas para siempre. Por aquel entonces Francisco Cobos fue el periodista enviado por el Diario de Monterrey. En una conversación comparte algunas de sus memorias en torno al sangriento caso.
–A tres décadas de haberse dado a conocer los acontecimientos ¿cómo recuerda los alcances de esta secta conocida como los Narcosatánicos?
“Fue una cobertura que para la época rebasó las expectativas, debido a que la mayoría de los reporteros pensamos que íbamos a cubrir una desaparición de rutina, pero nos encontramos con toda una historia de misterio y terror cuando se supo que el joven turista estadounidense, Mark Kilroy, había sido asesinado para un rito satánico.
“Todo eso derivó en una serie de historias que se prolongaron, incluso, durante varios meses y que dieron origen a varios libros, los cuales hablaban de esa muy rara combinación para la época entre el narcotráfico y el satanismo”, evoca.
–Para los colegas reporteros ¿qué significó hacer una cobertura de un hecho que rebasó fronteras y superó la forma en la que era catalogada la nota roja?
“Obviamente para la fecha fue algo novedoso que nos sorprendió a todos los periodistas y también era algo nuevo sobre cómo el narcotráfico había traspasado ya esa línea en la que secuestraban a personas inocentes que no tenían nada que ver con ese negocio y que no se trataba de una venganza, sino de un secuestro a un objetivo que seleccionaron previamente.
“Y no sólo eso, sino que se encontraron indicios de que hubo mucho más secuestros con ese mismo fin, de sacrificarlos en ritos satánicos, cosa que nos sorprendió bastante”, detalla Cobos.
LA MALDAD NO TIENE LÍMITES
El periodista entrevistado, quien tiene una amplia trayectoria en México, Estados Unidos y Centroamérica (cubriendo guerras, elecciones y desastres naturales, entre otros importantes sucesos), brinda su opinión de lo que es asimilar un suceso en el que hubo seres humanos que pasaron por sufrimientos extremos sin que pareciera que sus verdugos tuvieran remordimientos.
“Es un caso que no se podía digerir fácilmente, yo en lo particular tenía pesadillas. El hecho de ir a ese rancho y ver los lugares donde habían sido sacrificados seres humanos, mirar la excavación con unos trascabos de las autoridades sacando los restos ahí del lugar, repito, no solamente de Mark Kilroy, sino de otras víctimas más, fue algo escalofriante.
“Además escuchar los testimonios en ese entonces. Recuerdo que el comandante Juan Benítez (de la Policía Judicial Federal) hizo una conferencia de prensa donde se dieron a conocer las aprehensiones y presentaron a los detenidos, quienes nos narraron con todo lujo de detalle la saña con la que habían sido asesinadas esas personas, entonces fue algo escalofriante que no tan fácilmente digerimos como periodistas quienes, incluso, estábamos incrédulos ante esa versión y que en nuestras redacciones no nos creían de lo que estábamos escribiendo en ese momento.
“Fue un evento muy traumático tanto para la sociedad como para quienes lo cubrimos y a como lo narraban los homicidas, los verdugos no tuvieron remordimientos.
“Recuerdo muy bien que a sangre fría fueron dando los detalles en esa conferencia de prensa que se organizó en las instalaciones de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) en Matamoros.
“Me acuerdo perfectamente que ante el gran número de periodistas que habíamos se hizo desde el techo del recinto. Los policías ahí presentaron a los detenidos y desde ellos escucharon las preguntas de todos los periodistas que estábamos en el patio y fue la única manera en la que pudimos caber todos los reporteros que había de todas partes del mundo”, evoca.
–Con la experiencia que le dan sus años de trabajo como profesional, ¿qué es lo que más le sorprendió de las cosas que pueden llegar a cometer los seres humanos?
“Como periodista verdaderamente me asombro cada vez más las cosas que podemos hacer. En particular ese caso fue algo traumático. Aún hoy la sigo recordando como una de las coberturas más memorables y que más impactaron mi vida. Se sorprende uno de las cosas que pueden hacer las otras personas, pero más lo que pueden llegar a hacer por dinero, porque finalmente los crímenes eran por dinero.
“Es decir, ellos hacían un pacto diabólico, satánico, para poder controlar y protegerse en el negocio, que finalmente su fin era la obtención de dinero. Es increíble cómo puede alguien matar a una persona o varias, torturarlas de esa manera, hacerlas como un sacrificio satánico con el único objetivo de tener protección para adquirir más dinero.
“Ha habido más casos similares, no solamente satánicos. Ahora vemos cómo se ejecuta a las personas, se les tortura, se les desaparece en tambos de ácido y son situaciones que también se salen de la realidad, desgraciadamente lo que vemos que puede hacer una persona por dinero.
“Desapariciones masivas de migrantes, de personas, homicidios, crímenes de niños; incendios como las instalaciones del casino Royale de Monterrey, y que se haga todo eso por dinero, es increíble y no deja de sorprenderme”, expresa.
SE PELIGRA SIN VALORES
NI TEJIDO SOCIAL
En su opinión de periodista Francisco Cobos señala la importancia de la familia y las instituciones sociales, educativas y culturales, para prevenir escenarios que puedan originar comportamientos homicidas.
Y es que detrás de las personas imputadas pareciera que hubo padres que se desinteresaron en las actividades cotidianas de sus hijos. Probablemente don Israel Aldrete, el papá de Sara, se lo va a lamentar toda la vida y cada vez resulta más difícil que la vuelva a ver en libertad.
“El punto de la familia es importante, porque todos sabemos que el núcleo familiar es la base de toda sociedad. Cuando esa base no es firme ocurren casos como el que estamos hablando.
“Efectivamente nadie podía creer que Sara Aldrete, una persona ejemplo en su escuela, con buenas calificaciones, una muchacha muy bonita que todo mundo la seguía. Era una chica popular. Nadie podía creer que estuviera involucrada en ese asunto y menos que ella era una de las líderes.
“Yo creo que los padres fueron los primeros sorprendidos y eso nos habla cómo debemos de estar al pendiente de nuestros hijos. En qué andan metidos y la desintegración de las familias es lo que provoca este tipo de situaciones y lo vemos en el narcotráfico común, en la delincuencia organizada, en los delitos del fuero común los robos, asaltos y quienes se convierten en delincuentes, que regularmente vienen de familias desintegradas.
“Respecto a las instituciones sociales también son muy importantes los programas de prevención que puedan tener los gobiernos municipales, estatales y federales. Que se le destine un presupuesto a la labor de prevención y no sólo eso, sino a lugares de esparcimiento como canchas de futbol, bibliotecas, lugares donde se pueda practicar el deporte, el arte y la cultura.
“Todo eso ayuda a las mentes de los jóvenes a estar ocupadas y no desviarse a conductas antisociales. Las instituciones juegan un papel muy importante en esto. Hay Estados en México que han hecho esfuerzos y otros donde se carece de mucho en ese sentido. Existen sitios donde casi no hay canchas para jugar y los niños se dedican a lo primero que encuentran a su alcance y muchas veces son las pandillas o el narcomenudeo”, lamenta.
–Al revisar el caso de los “Narcosatánicos” desde el punto de vista procesal pudieron haber inconsistencias… Sara Aldrete sigue sosteniendo que su declaración fue forzada, que se basó también en los testimonios de otros inculpados torturados… Más allá de las pruebas que se presentaron, por lo que ustedes los medios vieron y escucharon ¿cree que ella recibió un castigo justo o fue víctima de las circunstancias?
“Es algo que sale de nuestro alcance. Yo en la cobertura tuve a mi disposición la versión oficial. El comandante Benítez y un fiscal que estuvo a cargo de la investigación fueron quienes dieron a conocer los hechos. Ellos narraron cronológicamente cómo había ocurrido todo.
“Nos mencionaron los nombres de los inculpados y presentaron a quienes habían detenido en ese momento, así como los nombres de quienes estaban prófugos y cuál fue su participación dentro del grupo criminal. Recuerdo que ellos señalaron como cabecillas de la banda a Adolfo de Jesús Constanzo, quien era el que practicaba el culto de ‘Palo Mayombe’ y quien encabezaba estos sacrificios humanos de protección.
“Pero también señalaron como lideresa e, incluso, como sacerdotisa a Sara Aldrete Villarreal. Procesalmente no sabemos después qué pruebas se hallaron. Únicamente tuvimos acceso a la versión oficial de las autoridades y las de las personas que presentaron como detenidos.
“Efectivamente Sara Aldrete ha manifestado su inocencia. No sé si realmente lo sea. Lo que sí sé es que había una relación entre ella y Adolfo de Jesús Constanzo. De acuerdo a las cosas que estuvimos viendo y lo que investigamos después sí tenían una relación. Hasta qué punto, lo desconozco, pero recibió el castigo que marcaba la ley en ese entonces”, considera.
HABÍA MÁS CUERPOS
Sobre qué tan cierto fue que los victimarios aseguraron que había más cuerpos inhumados cuando el comandante Benítez decidió dar por concluida la búsqueda, el periodista dice que esta versión es válida.
“Inicialmente se habló de un número determinado, pero finalmente los restos sacados de las fosas del rancho no fueron los que se habían dicho: alrededor de veinte. Incluso estando yo ahí cuando estaban rescatando los cuerpos pude contar cuatro. Detuvieron la búsqueda, a pesar de las confesiones de que había más, porque finalmente el escándalo fue tan grande que al gobierno la mala imagen se le salió de las manos.
“Empezó a mostrarse un lado malo no solamente en México, sino a nivel internacional de cómo una persona, un joven, había sido secuestrado por narcotraficantes como sacrificio humano. Esa era una muy mala imagen que estaba dando un país que vive en un porcentaje muy amplio del turismo.
“El gobierno decidió que pararan todo y le dieran carpetazo rápidamente para evitar que siguiera creciendo esta ‘bola de nieve’ con esta información que estaba fluyendo desde Matamoros hacia el mundo, hablando de este caso de los Narcosatánicos.
“Detuvieron la búsqueda y yo creo que sí dejaron a más víctimas que sabían que estaban ahí y decidieron mejor ya no seguir buscando, ese es mi punto de vista”, manifiesta.
–Treinta años después Hora Cero estuvo en el lugar de los hechos y un agricultor recuperó un fragmento de hueso. ¿Qué tan probable es que los restos óseos de las víctimas hayan quedado tan despedazados como para dejarlos tan chicos como para caber en la palma de la mano?
“Efectivamente la mayoría de los restos de las víctimas estaban en pequeños fragmentos debido a la manera en como eran sacrificados y a la forma en que eran depositados una vez que los enterraban. A mí me tocó ver cuando iban sacando pedazos pequeños de hueso e, incluso, te podría decir que parecía como que quebraban los huesos. Un fémur o una costilla no estaba entera.
“Estaban quebrados los huesos, no sé si era para desaparecerlos en lo más posible y recuerdo haber visto en una bandeja donde los iban juntando uno por uno hasta completar el de una víctima.
“En aquel entonces no había la tecnología como hoy, entonces era más rudimentaria la identificación de los cuerpos. Las autoridades estuvieron poniendo los fragmentos de hueso en tinas y en recipientes donde los fueron juntando y de ahí armaron como un rompecabezas para ver cuántas eran las víctimas que estaban sacando en ese momento.
“Sí creo que todavía pueda haber en el lugar fragmentos de hueso porque la búsqueda se canceló repentinamente y porque hay muchas versiones que indican que ahí todavía quedan enterrados restos de personas”, agrega.
–Le ha tocado hacer mucho trabajo de campo como periodista pero ¿cuál fue el aprendizaje que le dejó el caso de los “Narcosatanicos” y haber estado ahí donde los integrantes de esta secta llevaron a cabo sus rituales.
“El aprendizaje que me dejó esta cobertura es que el periodista debe de estar preparado para enfrentarse a todo. Es decir, llegar y enfrentarse a una noticia de esa naturaleza. Tienes que estar preparado para digerir esa información y poder publicarla.
“Debes llegar a un lugar con los ojos bien abiertos, porque no sabes a lo que te vas a enfrentar y aparte tienes una responsabilidad de
reportearlo y escribirlo bien y de la mejor manera posible, porque en ese momento no sabes si tienes un hecho histórico entre tus manos, entonces hay una responsabilidad de cómo escribir la historia cuando hay ese tipo de coberturas que marcan toda una época.
“Eso me enseñó a ser responsable con la información que manejas y a siempre estar preparado para poder enfrentarte a cualquier tipo de información”, comenta Cobos.
LOS PRIMEROS ‘NARCOSATÁNICOS’
Acerca de si aquella banda de narcotraficantes encabezada por Adolfo de Jesús Constanzo fue pionera en adoptar la brujería y las prácticas de ocultismo para buscar protección “sobrenatural” el periodista reconoce que su forma de adoración antecedió de alguna forma a lo que apareció después.
“No está relacionado directamente con la ‘santa muerte’, pero sí con la supuesta protección. Es decir, hoy en día he tenido acceso a
información de muchos miembros de los cárteles que tienen videntes o sacerdotes cubanos de ‘Palo Mayombe’. Los Narcosatánicos no necesariamente fueron el inicio de la santa muerte, pero sí el comienzo de una tendencia a buscar protección sobrenatural en un negocio que por su mera naturaleza es peligroso y en que se puede enfrentar de un momento a otro la muerte o la cárcel.
“Sí fue el inicio de una inclinación de los miembros del narcotráfico a buscar esa protección de sus actividades. Y obviamente están enfocados hacia el lado oscuro, salvo excepciones que hemos conocido, como los Arellano Félix, que se acercaron a la iglesia católica con un cardenal muy famoso que les brindaba protección y les bautizaba y hacía homilías con exclusividad.
“Pero sí hay una parte de la delincuencia organizada que se inclina por la protección sobrenatural con cuestiones satánicas, de la ‘santa muerte’ o relacionadas con esa parte de la superstición. Sí marcó una época y un inicio en esta clase de prácticas en las que se combina el narcotráfico con el satanismo o la protección sobrenatural”, sopesa.
A 30 años algunos de los integrantes de esta secta siguen presos, como Sara Aldrete, Álvaro De León, Elio Hernández, Serafín Hernández y David Serna.
Otros más quedaron prófugos y el cerebro principal, Adolfo de Jesús Constanzo, murió en la Ciudad de México el 6 de mayo de 1989 cuando fue descubierto por la policía.
Al ver que su final estaba cerca, le ordenó a su mercenario que lo matara. Se encerró en un armario junto con Martín Quintana (su mayordomo y pareja sentimental) y Álvaro De León descargó sobre ellos su poderosa arma. Las autoridades lograron ingresar al escondite y detener al sicario, junto con Sara Aldrete y Omar Ochoa, el otro integrante de la secta.
Seguramente pasarán los años y esta historia seguirá fresca en la memoria de Francisco Cobos y de la opinión pública que recuerda los lamentables homicidios perpetrados por los temidos “Narcosatánicos”.