Dos semanas transcurrieron para que una recién nacida fuera privada de su derecho a la vida por culpa de su “desequilibrada” madre, quien le asestó profundas heridas con arma blanca la mañana del jueves 29 de mayo en McAllen, Texas.
Aún días después, la historia de Gabriela Yamileth Corona ha generado una ola de consternación en ambos lados de la frontera por las magnitudes de la tragedia, al tratarse de una bebé y la horrenda forma en que se presentó su fallecimiento.
Encontrada alrededor de las 11:20 horas entre los matorrales de una bodega de ropa sobre la calle 20, en el centro de la ciudad, la menor –quien estaba empapada en sangre–, fue declarada sin vida por las autoridades policiales que la rastrearon arduamente.
Minutos antes su progenitora Angélica Gutiérrez Acosta reportó al 911 que Gabriela Yamileth le había sido “arrebatada” de sus brazos frente al centro de asistencia para niños Women´s Infant and Children´s (WIC, por sus siglas en inglés), ubicado en el 220 del bulevar Bicenntenial y la calle Bemount.
Sin embargo, las indagatorias arrojaron que esta mujer de 22 años, originaria de Reynosa y quien vivía en unión libre (en suelo texano) incurrió en contradicciones a la hora de emitir su declaración, en la reconstrucción de los hechos.
A medida que transcurrían las horas decenas de civiles se aglomeraron en el punto donde fue hallado el cadáver de la menor para hacer oración, encenderle veladoras, dejar muñecos de peluche, flores y ropa de bebé, en señal de duelo.
Ese mismo día Gutiérrez Acosta aceptó la participación en el crimen de su propia hija, por lo cual quedó bajo arraigo por “homicidio calificado”.
En documento expedido por la Corte Municipal seriado con el caso 08-54594 del Condado de Hidalgo se establece que la homicida actuó de manera “intencional y a sabiendas del modo con que provocó el desafortunado incidente”, perpetrado con un “cuchillo de cocina”.
Todo indica que fingió el plagio de su descendiente para evadir la responsabilidad penal.
Arturo Corona, padre de Gabriela Yamileth, está sujeto a una investigación por el Departamento de Policía de McAllen, para precisar si tuvo intromisión en este asunto. No se tuvo acceso a la escena del crimen, la cual es estudiada por la justicia según se configuró en el escrito oficial.
Trasciende además que la bebé sólo tenía un día de haber salido del Hospital Regional de esta ciudad cuando ocurrió su desafortunado deceso.
CASOS INSOLITOS
El despliegue mediático para cubrir el asesinato de la recién nacida fue sustancioso, pues desde enero de 2003 no ocurría un suceso similar en el Valle de Texas.
Aquella ocasión el matrimonio conformado por Angélica Camacho y John Allen Rubio, de Brownsville, le quitaron la vida a sus tres hijos y el método fue el mismo que hoy, cinco años después, Gutiérrez Acosta empleó para la ejecución de su bebé.
Aún cuando un sector de la población se ha pronunciado a favor de la pena de muerte para la joven asesina, falta que un juez estatal determine si atravesaba depresión posparto o alguna deficiencia mental a la hora de cometer el agravio.
Entretanto Carlos Ochoa, magistrado de la Corte Municipal, le fijó a Gutiérrez Acosta una fianza de un millón de dólares (alrededor de un millón 100 mil pesos mexicanos).
Y le otorgó derecho de solicitar ayuda consular, al ser originaria del vecino país del sur.
Extraoficialmente se cree que México apelará para que no se le dicte la sentencia de muerte, dado que su postura siempre ha sido en contra de tal medida; no obstante, los mismos oficiales que investigan el caso dijeron que a la criminal se le impondrá como mínimo la cadena perpetua.
Al respecto, la cónsul Miriam Medel, comentó en entrevista a Hora Cero que antes de imponérsele condena a la madre de Gabriela Yamileth su oficina no puede articular postura alguna.
Dijo tener conocimiento del caso y que empleados de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ya han hablado con Gutiérrez Acosta para saber como se encuentra.
La funcionaria reiteró que de ninguna manera el Consulado desea entorpecer el proceso penal de la señalada y hasta el cierre de esta edición sigue en espera.
SANGRE FRIA
Durante los poco menos de cinco minutos que salió ante el juez, a la infanticida se le vio seria, vestida con una blusa color blanco y cabello suelto.
A la prensa no se le permitió más que tomar video e imágenes de Gutiérrez Acosta, separada por un cristal, esposada y custodiada por dos agentes de seguridad.
La pregunta obligada que hasta hoy sigue sin respuesta es ¿por qué cometió el brutal ilícito en contra de la indefensa Gabriela Yamileth y luego intentó fabricar pruebas?
Fichada como: “Acosta Angélica, con rasgos raciales de hispana, sexo femenino, un peso de 140 libras, una estatura de cinco pies y cuatro pulgadas; y color de ojos cafés, al igual que su cabello”, esta mujer abandonó la pequeña sala con la misma sangre fría con la que entró. No dio muestras de angustia ni de dolor.
Según las mismas autoridades la infanticida radicaba de manera ilegal en Estados Unidos, país en el que los cargos por asesinato calificado no distinguen nacionalidad.
Actualmente Gutiérrez Acosta se encuentra en la cárcel del Condado en Edinburg, a la espera de la primera audiencia de su juicio, que se estima será en un plazo menor a tres meses, tiempo suficiente para que la defensa (que ella misma solicitó) presente pruebas a su favor.
De acuerdo a las leyes en Texas, el asesinato de la menor Gabriela Yamileth es suficiente para que el fiscal investigador solicite la pena capital.