
Cuando era niño soñó en convertirse en policía para servir a su comunidad y creció con ese firme deseo en su corazón. Siempre admiró la disciplina y el orgullo con que se debía portar el uniforme, impecable fuera o dentro de la patrulla.
Un día tomó la decisión más importante de su vida al reclutarse en la corporación de su ciudad y después de muchos años escaló peldaños hasta volverse el jefe del departamento, responsable –entre otras cosas– de orientar, amonestar y sancionar a los automovilistas para prevenir los accidentes de tránsito.
Sin embargo, Leo Longoria jamás imaginó que a pesar de dedicarle tanto esfuerzo a esta misión sufriría en carne propia la irremediable pérdida de un ser amado, víctima de la imprudencia al volante.
Su hija Amanda, de tan sólo 17 años, falleció cuando el auto en el que viajaba se impactó contra un muro de concreto en la intersección del bulevar Bicentennial y la autopista 83 la madrugada del primero de enero de 2005, justamente cuando regresaba de festejar el Año Nuevo.
Este acontecimiento consternó a la población en ambos lados de la frontera y dejó profundamente dolido al jefe de la Policía de Mission, quien no pudo evitar el incidente.
A partir de entonces, Longoria ha redoblado esfuerzos para impedir que más personas mueran en las mismas circunstancias de su hija, mediante campañas que buscan disminuir el consumo de alcohol y drogas. Por desgracia las tragedias automovilísticas se siguen presentando.
Incluso, en el mismo lugar donde Amanda pasó los últimos segundos de su existencia, otro joven conductor pereció en el otoño de 2008, cuando su camioneta cayó de una altura de cinco metros y acabó estrellándose. José Luis Perches, de 24 años, fue declarado muerto alrededor de las cuatro de la mañana.
Para algunos residentes del sur de Texas y norte de Tamaulipas, también es difícil olvidar el deceso de Rubén Valdés Guerrero, un estudiante originario de McAllen, quien volvía con sus cuatro amigos a casa tras una noche de diversión en Reynosa.
Según informes policiacos, la víctima conducía a exceso velocidad y perdió el control de su unidad, la cual se incrustó contra un poste de concreto antes de cruzar la frontera. Sus acompañantes admitieron que habían estado ingiriendo bebidas embriagantes durante horas.
Pero esa fue una más de muchas otras historias en las que automovilistas no mayores de 25 años han quedado entre los fierros retorcidos.
Reportes de prensa revelan que en 2007 el Estado de Texas acumulaba tres mil 363 fatalidades relacionadas al alcohol y el volante, de las cuales 563 correspondían al sur de la entidad, una cifra muy superior con respecto a la media regional en el país.
LA BEBIDA DESTRUYE FAMILIAS
Otro caso igual que dejó sin aliento a la comunidad fue el de Jessica Sánchez, cuya vida terminó por la imprudencia de un conductor borracho el 25 de mayo de 2005.
La joven de 17 años era estudiante de preparatoria en Mission y acababa de conseguir trabajo en la cadena de centros comerciales HEB en Palmview.
Después de ir a cenar con un amigo para celebrar su nuevo trabajo, se dirigió a su casa sin saber que su alegría terminaría de manera abrupta.
En el cruce de la calle Conway con Los Indios un vehículo a exceso de velocidad no respetó las señales y la impactó de lado matándola al instante.
Sus padres dijeron que no se les permitió ir al lugar del accidente porque su hija estaba irreconocible. Para Lydia Sánchez “fue muy duro” aceptar cómo habían terminado los días de la niña que dio a luz y a la que miró crecer por tantos años.
Las canciones del grupo Duelo, de Ramón Ayala y de Britney Spears eran sus favoritas. En el hogar de Jessica esa música dejó de sonar para siempre y su recuerdo inmenso ha hecho más profunda su ausencia.
El causante del accidente fue condenado a 10 años de prisión por homicidio imprudencial, pues iba intoxicado. Irónicamente el padre de éste fue muerto por otro conductor borracho.
Pero sin duda el fallecimiento de la hija del jefe Longoria fue la gota que derramó el vaso… meses después dijo que “las personas no miden las consecuencias y el dolor que pueden originar cuando no manejan responsablemente”.
Lo preocupante es que tan sólo hace un par de años la ciudad de Mission sumaba 278 detenciones de conductores alcoholizados.
Para Longoria no es fácil comprender si esos números se deben a que se aplica con más peso la ley, a que hay mayor cantidad de autos en la ciudad o si ha crecido el número de violadores a las reglas de tránsito.
Asombrosamente en ese periodo la vecina ciudad de McAllen acumulaba más de mil detenciones a ebrios, de los cuales un 82 por ciento eran hombres entre los 20 y 24 años de edad.
NO SE PUEDE TAPAR
EL SOL CON UN DEDO
Para Leopoldo “Polo” Palacios, mayor (alcalde) de Pharr y propietario de una escuela que brinda capacitación a los automovilistas privados de su licencia, el primordial motivo de los accidentes en jóvenes en el Valle de Texas se debe al hecho de manejar intoxicados.
Con 30 años al servicio público de la ciudad, el mayor ha sido testigo de numerosos casos de personas muertas bajo los influjos de las bebidas embriagantes. Por ello, hace énfasis del daño que se puede provocar si se decide desafiar las reglas de conducir.
“Muchos no han tenido la oportunidad de asistir a una conferencia para saber cómo afecta al cuerpo humano y al cerebro no estar en su sano juicio. Nosotros –como autoridades– estamos fomentando que la gente se eduque y razone del peligro que esto representa para sí misma, para los demás y para su propia familia.
“Por desgracia no tenemos fondos económicos suficientes para poner anuncios preventivos de televisión y radio; no obstante, las compañías de cervezas sí gastan mucho dinero en promocionar sus productos, mostrando el lado bonito del artista, del futbolista, del hombre de negocios; haciendo creer que después de consumir licor van a conectar un jonrón o meter un gol”, dijo.
Palacios fustiga que “dichas empresas no le dicen a los consumidores que con tres cervezas ya están perdiendo el conocimiento y las capacidades de reacción a la hora de tomar el volante”.
El edil señala que las televisoras son copartícipes de los accidentes vehiculares, pues defienden la publicidad que invita al vicio, pero “no enseñan que un joven tomado agarró su carro y mató a tres personas; o que salió de una fiesta y falleció al chocar con un poste de luz”.
Añade: “No muestran el retrato completo de lo que pasa cuando se abusa del alcohol y las drogas. Es algo que repercute para toda la vida, porque alguien que es arrestado dos o tres veces tendrá un récord negativo a la hora de pedir trabajo. Esos arrestos lo van a molestar para siempre”.
Desde el año 2000 “Polo” Palacios recibe un grupo considerable de automovilistas imprudentes detenidos por la policía, a quienes instruye para que vuelvan a manejar.
“La gente que viene aquí es porque los manda la Corte y no porque quieran presentarse. Hay quienes se enojan por lo que les enseñamos, porque si les quitamos la bebida es como si a un niño le retiras la mamila y llora.
“Unos cursan 12 horas de ley, mientras que otros cumplen con 30. De ellos la mitad regresa a clases nuevamente entre seis meses y un año”, detalla.
Según el munícipe texano, las estadísticas hablan por sí solas, pues en el rango de los 19 y 21 años de edad (que representan el 10 por ciento de las personas quienes poseen licencias de conducir en todo el Estado) un 100 por ciento de los accidentes en coche cobran víctimas fatales.
“Después de los 26 años va disminuyendo el número de percances, puesto que los muchachos se hacen más conscientes y cuidadosos y ya están cansados de pagar multas”, dijo.
De acuerdo al Departamento de Transporte de Texas en 2009, 27 mil 108 percances de tráfico tuvieron que ver con el alcohol y 956 tuvieron resultados fatales.
LAS SANCIONES
Palacios subrayó que para menguar las muertes sobre ruedas se ha incrementado la vigilancia en las calles texanas con más patrullas, simultáneamente con el cumplimiento cabal de la ley.
“El primer arresto alcoholizado incluye una multa de dos mil dólares (unos 25 mil pesos mexicanos) y si no se aprueba el examen se debe acudir a las clases de 12 horas para recuperar la licencia. También hay que comprar un seguro de dos años por si se le causa un daño a alguien”, explica el alcalde de Pharr.
Pero en caso de que el problema del alcohol esté muy arraigado en los conductores el juez puede ordenar la instalación de un aparato en el coche para que éste no encienda si están tomados.
“Es una máquina a la que hay que soplarle para poder echar a andar la unidad”, detalla.
Además, los infractores tienen que reportarse una vez al mes para hacer una obra comunitaria y cubrir los costos de la Corte. Si se requiere salir de la ciudad los permisos son de 20 o 30 días, no más.
Para ir a México también es necesario solicitar autorización y si con todo ello se vuelve a violar la ley la multa asciende a los cuatro mil dólares e incluye, regresar a la escuela a ver si el infractor empieza a componerse.
“La tercera felonía (detención) por conducir embriagado (sic) equivale de 10 a 12 años de castigo más 10 mil dólares de multa. Posteriormente se puede solicitar una licencia de manejo, aunque hay que estarse presentando una vez por mes durante seis años y someterse a chequeos de orín para averiguar si éste no contiene alcohol o droga.
“Por el vicio una persona debe hacer gastos considerables, en vez de darle ese dinero a su familia. Es cuando se da uno cuenta que el alcohol no es nada bueno cuando se sube uno al coche”, sopesó el entrevistado.
En el caso de los conductores mexicanos que violentan las normas de tránsito en Texas algunas sanciones también aplican, sobre todo las de cárcel cuando se comete una falta mayor y de las multas económicas no se escapan.
“Yo sugiero que los padres de familia hagan su parte, impartiendo valores morales para evitar que sus hijos se involucren en un accidente de auto, porque cuando entra a nuestro cuerpo la marihuana o el alcohol éste comienza a fallar.
“Es como si a un coche le quieres meter agua en vez de combustible, se va a descomponer; de igual manera le sucede al cuerpo con la droga. El organismo está diseñado para recibir carne, leche, frutas y verduras para que siga funcionando”, asegura Palacios.
En Estados Unidos manejar intoxicado es un crimen de “tercer grado” en las penitenciarías del Estado y si el conductor mata a alguien bajo tales efectos puede pasar hasta 20 años en prisión.
Relativo al consumo de alcohol permitido al volante en Texas el límite es de .08 grados de concentración, sin considerar la ley de Cero Tolerancia. Las cifras de muertes relacionadas al licor indican que cada 40 minutos una persona fallece en la nación en ese renglón, dejando un impacto de gran alcance en las familias de las víctimas.
LAS HERIDAS NO CIERRAN
Esto mismo lo pudo comprobar Yusmen Sáenz, cuando su hija Yaneth de 11 años fue atropellada y muerta por un conductor ebrio en 2004, sin poder hacer nada al respecto. La menor acostumbraba salir a jugar junto con su hermanito Julio con las bicicletas que recibieron en la última Navidad.
Las carcajadas inocentes de los niños surcaban el tranquilo vecindario de La Joya, una pequeña población ubicada a 35 kilómetros de la frontera con México, ante la mirada de su madre, pero de pronto un coche que apareció al final de la calle comenzó a acelerar con rapidez.
Los vecinos le gritaron al chofer, mientras Yusmen corrió por sus hijos, pero el vehículo se estrelló directamente contra Yaneth, quien salió disparada por el aire. Lo peor estaba por venir: su sangre comenzó a escurrir en el suelo, mientras la familia llamaba a los servicios de emergencia.
La niña seguía consciente cuando fue ingresada al hospital, por eso Yusmen pensó que no iba a morir; sin embargo, el auto le causó graves lesiones internas. Después se supo que el conductor era una mujer de 23 años, quien fue condenada a 12 años de cárcel, porque Yaneth finalmente no sobrevivió. Murió momentos después por la culpa del alcohol.
Para la familia Sáenz la vida no volverá a ser la misma. La imprudencia le arrebató lo que más amaban. Sus oraciones son para no desfallecer ante el recuerdo diario de esta tragedia a la puerta de su casa.
En tanto, mientras se continúen violando las leyes de conducir en ambos lados de la frontera, seguramente seguirán habiendo jóvenes y personas inocentes que mueran bajo tales circunstancias.