
Convivir con integrantes de la Patrulla Fronteriza es una experiencia que pocas veces puede experimentarse; sin embargo, no es difícil descubrir que detrás de ese aspecto serio y a veces mal encarado, hay seres humanos con lealtad y valores.
Esta corporación –que cumple 87 años de existencia– invitó a los medios de comunicación mexicanos a conocer las aventuras, pero también los peligros, a los que se exponen los migrantes indocumentados, caminando las mismas rutas de quienes buscan su “sueño americano”.
El periplo comenzó en el río Bravo, el punto que divide a México de Estados Unidos, con una caminata entre el monte, en un paraje que está constituido por estremecedoras veredas clandestinas entre mezquitales y huizaches, por las que de día y noche transitan principalmente personas sin documentos legales, la mayoría procedentes de América Latina.
En esa zona es común encontrarse con cámaras de llanta, artefactos de madera o de plástico que sirven para flotar y hasta modernas balsas que son abandonadas a la orilla del caudal.
El intempestivo calor hizo que en pocos minutos los reporteros estuvieran sofocados, como quizás muchos se sienten inmediatamente después de haber surcado la frontera y avanzar varias docenas de metros.
Según cuentan los oficiales “esta zona es sumamente peligrosa, por las bandas dedicadas al tráfico de humanos y trasiego de drogas”, por donde los agentes de la Border Patrol tienen que hacer sus rondas de vigilancia de día y de noche.
Rosalinda Huey, vocera de la División de Comunicación de esta institución federal, perteneciente al Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza, relata algunas de las adversidades con las que a menudo se tropiezan.
“Es muy fuerte en el cuerpo tener que trabajar diferentes horarios y andar en el monte trabajando en el calor y en el frío, pero también es difícil ver a familias que están cruzando para tratar de llegar a una mejor vida y que sean abandonadas por los coyotes”, cuenta.
La Border Patrol patrulla 508 kilómetros de río y 510 de costa con nueve estaciones desde Brownsville hasta Río Grande y Corpus Christi, Falfurrias y Kingsville. En suma son 54 mil 717 kilómetros cuadrados los que están bajo su circunscripción.
Debido a que por aquí predominan extremas condiciones de temperatura durante casi todo el año, esta corporación fronteriza se encuentra equipada para responder a las emergencias. Las patrullas llevan consigo equipo médico básico para asistir a los inmigrantes, mientras reciben atención especializada si es que así lo requieren, como es el caso de alguna fractura, una mordedura de serpiente, hipotermia o deshidratación.
No obstante, Rosalinda relata que irónicamente uno de los mayores peligros no procede de la naturaleza, sino de los mismos traficantes de personas, quienes abusan sexualmente de las mujeres, jovencitas e incluso niños que son mandados a traer por sus familiares desde el interior de Estados Unidos.
Gracias a su condición femenina confiesa que ha podido apoyar a un sinnúmero de víctimas, quienes han tenido la confianza de contarle lo que les ha sucedido.
“Lamentablemente hemos visto muchas situaciones en que las mujeres han sido violadas o maltratadas por los coyotes, o los niños también y eso nos hace sentirnos muy mal y algunas veces impotentes, porque no tuvo que pasar esto… Su sufrimiento pudo evitarse. En esas circunstancias, pues es más fácil confiarle a una mujer lo que ha pasado”, agrega.
LOS PRIMEROS OBSTACULOS
Paralelo al río Bravo se sitúa el “muro fronterizo”, que según los agentes de la Border Patrol hay quienes logran pasarlo a pesar de tener cinco metros de altura.
“Esta pared está ahí para ayudarnos a nosotros a detenerlos por las orillas, pero hemos visto algunos casos en donde usan escaleras para brincarlo, aunque normalmente lo que hacen los inmigrantes es tratar de cruzar por un lado donde no haya muro, que en sí tiene solamente 83 kilómetros de longitud, lo cual representa sólo un 16 por ciento de la distancia que custodiamos por esta franja”, señala.
Para los reporteros, entre los que estuvieron representados medios de información de Reynosa y de Matamoros, la siguiente escala –luego de quedar extenuados de la primera caminata– fue el puesto de control migratorio de Falfurrias, donde agentes especializados rastrean mercancías de contrabando, enervantes e indocumentados.
Este lugar está equipado con la más avanzada tecnología para detectar cualquier anomalía por pequeña que ésta sea.
Entre otros dispositivos posee con un sistema de rayos X que puede escanear hasta un tráiler en cuestión de segundos. La unidad canina también tiene mucho trabajo, con perros adiestrados para actuar en indagaciones y también en tareas de rescate.
“Contamos con un equipo que es de búsqueda y está entrenado en trauma y salvamento. Tenemos perros que patrullan, una enfermera y dos paramédicos que están preparados para atender a quien lo necesite”, destacó la portavoz de la Patrulla Fronteriza.
Cabe hacer mención que los agentes fronterizos también se despliegan por barco, lancha y helicóptero. En este sector compuesto por 34 condados, se encuentran destacamentados dos mil 400 oficiales, muchos de los cuales son rotados al punto de inspección de Falfurrias.
SACANDOLE LA VUELTA
Luego de hacer una breve escala en este sitio, los reporteros fueron trasladados a una zona que es corredor natural para los indocumentados hacia el norte.
Esta se ubica alrededor del “checkpoint”, como también se le nombra a la garita, donde prosiguió la siguiente etapa del recorrido, en medio de terrenos semidesérticos y muy calientes. Sin lugar a dudas caminar por ahí sin agua es retar a la muerte.
“Esta es una de las muchas rutas que toman los inmigrantes hacia el norte del país, es una de las muchas entre los ranchos que rodean el punto de revisión.
“Ellos se esconden entre los arbustos para tratar de no ser aprehendidos por la Migra. Como pueden ver el terreno es casi todo arena y es muy difícil caminar en esto, por lo cual dichos factores hacen que llegue pronto la deshidratación y posiblemente hasta la muerte si no son rescatados a tiempo”, menciona el agente Ernesto López.
Los papalotes son sitios estratégicos para la Patrulla Fronteriza, pues cuentan con un sistema que ayuda a localizar a personas extraviadas.
“Todos ellos están programados en los GPS de nuestros agentes, así que (los inmigrantes) nos dan el número si es que llevan consigo algún teléfono, nosotros lo ponemos en el GPS y en minutos estamos aquí para socorrerles. En caso de no tener manera de comunicarse, estas torres poseen cámaras que asimismo los detectan.
“Las instalaciones de gas también nos ayudan para encontrar a la gente. Entre mejor nos describan el área es mayor la posibilidad de encontrar a alguien”, explica por su parte Rosalinda Huey.
Aquí los indocumentados deben caminar entre los matorrales con el peligro de que los muerda una culebra de cascabel o un alacrán, que en la temporada de calor aparecen con mayor frecuencia. El riesgo es muy latente…
“En este trabajo si no tiene uno miedo es algo malo, porque entonces eso quiere decir que estamos muy plácidos y confiados y jamás debemos ser así, porque nunca sabemos con quien nos vamos a encontrar o a que nos vamos a hacerle frente.
“Por ello siempre que ando en el monte con mis compañeros sí hay como una presencia, un miedo; no de que no podamos hacer nuestro trabajo, pero de que algo puede pasar y siempre estamos preparados para que si algo sucede poder responder”, manifiesta la oficial.
Ricardo Cantú, otro de los agentes fronterizos que vigilan el área, sugirió que los inmigrantes sobre todo hispanos, deben quedarse en su país y no perder la vida por unos dólares. Dijo que no vale la pena morir por dinero sin importar cuanto sea.
“Los peligros son muchos, aquí caminando pueden enfrentarse a temperaturas extremas de más de 100 grados Fahrenheit (alrededor de 38 grados Centígrados). Es muy caliente el ambiente y sin agua la deshidratación puede ocurrir en cuestión de minutos.
“Si tienen que hacerlo para encontrar mejores condiciones de vida entiendo, pero nosotros también tenemos el trabajo de pararlos”, comenta.
Dice que alrededor del 50 por ciento de los detenidos son hombres, el 40 mujeres y el resto niños. Agrega que el 90 por ciento son ubicados alrededor de la garita de Falfurrias.
CONFIGURACION DE LA FRONTERA
Aunque en el trayecto los agentes no detectaron grupos de migrantes es muy común encontrarse vestigios de que ahí los hubo, como son prendas de vestir, botellas vacías, latas de comida y zapatos.
En este palmo de geografía fueron arrestadas en 2010 cerca de 60 mil personas, 19 mil de otros países no mexicanos. En ese mismo lapso se detuvieron a inmigrantes de 73 nacionalidades y se confiscaron más de 400 toneladas de drogas. El promedio de aseguramientos de inmigrantes oscila aquí entre los 50 y 100 diarios, muchos de los cuales están ya en etapa de resequedad y falta de energía.
“Nosotros como Patrulla Fronteriza vimos que había necesidad de ayudar a la gente que viene ilegalmente que se hallaba en necesidad de socorro, es por eso que surgió en el año de 1998 la Iniciativa de Seguridad en la Frontera.
“Hemos tenido que rescatar personas del río, también hemos visto a personas que se hallan en las áreas de Falfurrias; después de caminar días se perdieron y están deshidratadas; tienen hambre y ampollas en los pies, por lo que deben de ser rescatadas del monte y hay veces que no las encontramos a tiempo desafortunadamente.
“Cuando nos topamos con gente así, que está perdida por días y necesita atención médica, eso es muy difícil para nosotros, porque como quiera somos humanos y entendemos que ellos (los migrantes) son humanos también y no estamos aquí para maltratarlos o ser duros con ellos, sino para regresarlos a sus países, pero haciéndolo de una manera humanitaria”, afirma.
Alex Jara, perteneciente al área de atención médica de la Border Patrol, cuenta que en este trabajo es muy común advertir la presencia de familias, muchas de las cuales se trasladan entre la inhóspita vegetación, por abruptos caminos de nopales y espinos, llevando consigo niños a los que también ponen en peligro.
Refirió en que una persona bajo las condiciones de un fuerte sol como el que prevalece a mediados del año por esta región puede descompensarse en menos de dos horas y media.
“Ya no pueden avanzar por la insolación y si pasa algo así es mejor es simplemente buscar ayuda, salir a los caminos principales y esperar ahí tal vez”, indica.
Este elemento, con más de 10 años en la corporación, cuenta que le ha tocado muchas veces ver que entre los grupos de indocumentados van niños y bebés sufriendo ante los embates del filoso invierno o de los rigurosos rayos del sol, pasando hambre y heridos por las astillas de los matorrales. Encontrar cadáveres de menores es para él una de las cosas más espantosas.
“Hay momentos en los que de verdad a uno no le faltan las ganas de llorar, al descubrir como los padres, los familiares o los mismos polleros arriesgan a los pequeñitos. Como ser humano eso duele mucho”, expresa.
MORIR EN TIERRA AJENA
Cabe mencionar que en los últimos seis meses 20 inmigrantes han fallecido en el área del Valle del Río Grande –por distintas circunstancias– y 70 más han sido rescatados a punto de morir.
“Los coyotes los van a meter en ‘trailas’, en carros, en cajuelas y a ellos no les importa en que condiciones vayan las personas; por ello, si los quieren poner en un lugar como esos no lo permitan, porque nunca saben si cuando a ellos los trate de parar la policía o la Patrulla Fronteriza van a huir a toda prisa.
“También pueden abandonar el carro y ustedes se van a quedar en la cajuela, porque todos los demás van a correr”, advierte la portavoz de la Border Patrol.
En ese sentido, para que los inmigrantes mexicanos, salvadoreños, guatemaltecos, hondureños o de cualquier nacionalidad (ya que también esta zona tiene un elevado flujo de asiáticos) no pierdan la vida intentando internarse en la Unión Americana, la Patrulla Fronteriza instaló cuatro unidades de emergencia conocidas como faros, en donde sólo basta aplanar un botón para poder ser rescatados en un lapso no mayor a los 20 minutos.
“Si necesitan ayuda deben tocar el interruptor y quedarse cerca; si tienen que buscar sombra háganlo, pero quédense en un lugar donde puedan ver a los agentes y viceversa, porque van a venir a rescatarlos.
“Ellos tienen que responder un 100 por ciento para cada vez que el botón rojo se aplana”, detalla Rosalinda.
Cabe decir que la Border Patrol cuenta con 20 mil agentes distribuidos en todas las fronteras de Estados Unidos. Al menos el cinco por ciento de estos son mujeres.
Finalmente el recorrido terminó después de avanzar tres kilómetros en cuatro etapas y con alrededor de 12 litros de líquidos bebidos por persona. Afortunadamente sin incidentes que lamentar, pero con pocas ganas de volver a exponerse a condiciones tan desfavorables.