
El gran Woody Allen, el judío favorito de Nueva York, el director de cine, el guionista, el músico, el autor de libros, frases y algunos etcéteras más, cumplió 75 años de edad.
Algunos van a celebrar viendo su nueva película, “Conocerás al hombre de tus sueños”, que filmó este año y que es posible que llegue a México este mes, pero en versión pirata. Es protagonizada nada menos que por Josh Brolin, Anthony Hopkins, Antonio Banderas y Naomi Watts.
Mientras que otros ya quisieran ver la cinta que acaba de filmar, “Media noche en París”, con Owen Wilson, Marion Cotillard y Carla Bruni-Sarkozy, una comedia romántica que se estrenará en 2011.
En tanto que los fundamentalistas de su cine sólo esperan su total redención en Blu-ray, el más reciente formato de alta tecnología en DVD.
Desde hace 45 años en que debutara como guionista de “¿Qué tal Pussycat?”, Allen no ha perdido la chispa.
Sería imposible exigirle que siguiera filmando con el mismo ímpetu y sorpresa de tiempos pasados (en filmes como “Annie may”, “Manhattan”, “La rosa púrpura de El Cairo”, “Poderosa Afrodita”).
A cambio, su sentido del humor, la ironía, el sarcasmo y la burla, aunque no en ese orden, permanecen intactos para ese neurótico confeso, que sigue sintiendo pasión absoluta por las mujeres y por el juego del basquetbol.
Sin miedo a la muerte, con dos matrimonios en su espalda y luego de haber sobrevivido a Mia Farrow (que hasta le echó en cara inclinaciones pedófilas ganándole de paso la custodia de sus hijos) y con la reputación mellada por el escándalo de su relación amorosa con su hija adoptiva, Soon-Yi, 35 años menor que él, lo que a la postre lo ha mantenido vivo, sigue filmado mínimo una película al año.
La vida financiera para el ganador de tres Oscares (dos de ellos por “Annie May” y otro por “Hannah y sus hermanas”) que gustoso cambiaría por un clarinete y por los mini conciertos jazzísticos que suele dar en lugares pequeños, ha sido dispareja. Y cuando no ha recibido financiamiento en EU, ha recurrido a las libras esterlinas como cuando produjo su trilogía londinense (“Match Point”, “Scoop” y “El Sueño de Casandra”). También filmó en España mientras se enfriaba el termostato de su escándalo amoroso.
30 AÑOS EN EL PSIQUIATRA
Hasta él, que se pasó 30 años de psiquiatra en psiquiatra, mientras hacía reír a los estadounidenses con el calificativo de “El cómico más famoso y mejor pagado” (cuando escribía en diarios y revistas notas satíricas, y se embolsaba 10 mil dólares por show), tiene derecho a una redención de imagen y de status intelectual.
No ha habido últimamente Oscares ni Globos de Oro, aunque sí –para documentar su depresión—reconocimientos de trayectoria.
Sin embargo, hay otro tipo de compensaciones satisfactorias, como el reconocimiento y la predilección de actores que darían lo que fuera por filmar con él.
La primera dama de Francia, Carla Bruni-Sarkozy, está más que dispuesta a volver a trabajar con el maestro que, muy a tiempo se dio cuenta de que como Allen Stewart Konigsberg no iba a llegar a ninguna parte y se cambió el nombre que ahora suena a leyenda y casi franquicia: Woody Allen.
Algo similar pasó con su filme “Todo lo que usted quiso saber sobre sexo y nunca se atrevió a preguntar”, de 1972.
Y muy a tiempo descubrió el remedio para la depresión: hacer películas sobre el amor, el sexo, la depresión, las relaciones interpersonales y la muerte. Aunque en el corte de caja haya tenido muchas nominaciones por sus excelentes guiones, pero pocos premios en un Hollywood tan académico como corrupto.
¿Será la modestia lo suyo con respecto a memorables cintas que ha realizado, incluso al margen de su fuerte: el humor de diálogos tan feroces como certeros? Parece que no cuando declara: “He filmado muchas películas, pero nunca he sentido que haya hecho una genial de la talla de ‘El ladrón de bicicletas’ o ‘La gran ilusión’”.
De todos modos Woody Allen se llama, y mucho de la personalidad de este genial director que hoy llega a los 75 se puede rastrear y disfrutar (tanto o más que con el humor desternillante y más allá de surrealismo que propone su cine) en libros de su puño y letra, como “Cómo acabar de una vez por todas con la cultura”, “Sueños de un seductor” y “Delitos y Faltas”.
Además, sus frases recurrentes, que son muy socorridas en Internet, lo pintan de cuerpo entero:
“La única manera de ser feliz es que te guste sufrir”, “El amor es la respuesta, pero mientras usted espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas”, “Sólo quien ha comido ajo, puede darnos una palabra de aliento”, “Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida”, “Las canas ya no se respetan, se tiñen”, “No quiero alcanzar la inmortalidad mediante mi trabajo, sino simplemente no muriendo”. Bueno, ya van 75 años.