
La vulgaridad de ‘Un gallo con muchos huevos’ puede arrancar algunas carcajadas.
La nueva cinta animada de la franquicia de los hermanos Riva Palacio Alatriste sigue anclada en el doble sentido y en el juego de palabras, que se deriva del uso constante de la palabra huevo, en singular y en plural. Los personajes de esta historia son los productos de gallina y su mención, como permanente sinónimo de testículos, da para numerosos chascarrillos y líneas que pueden parecer ingeniosas a un público obsequioso.
Todo comenzó como un chiste gráfico animado que comenzó a circular en Internet con huevos que hacían albures. Los Riva Palacio decidieron convertirlo en una cinta que se convirtió en éxito de taquilla en el 2006 en ‘Una película de Huevos’. Repitieron la fórmula en ‘Una película de huevos y un pollo’, en el 2009.
Y ahora le dan una variación al mismo tema, con Bruno Bichir como la voz del huevo que, con el paso de los años, rompió el cascarón y que ahora estelariza la aventura en forma aviar.
Un gallo con muchos huevos es un esfuerzo mexicano por hacer animación, con recursos tecnológicos elementales, con posibilidad de competir, en calidad, con los grandes estudios norteamericanos. Y como en las anteriores propuestas de la serie, sigue sin definir el público al que va dirigido. Hay numerosos chistes gruesos y gráficamente pesados, que pueden resultar incómodos para los niños y los papás.
El humor adulto se torna por momentos cargado, con alusiones a los genitales, a las flatulencias y a alusiones sexuales, aunque, como en toda la serie, por ser la narración animada, se invita a los niños a que la vean. El lugar donde se desarrolla la acción se llama Tepizcolohoyo, por ejemplo.
En esta ocasión, Toto es exhibido como gallo extremadamente torpe. Cuando la granja de su dueña se encuentra en peligro de ser rematada, el joven de tiernos espolones es obligado a enfrentarse en un redondel con una máquina asesina, un gallo corpulento, una especie de Mike
Tyson emplumado al que debe derrotar para ganar la apuesta que permitirá a la dueña conservar el lugar.
La historia no tiene mayores variantes, ni más inteligencia que cualquier episodio de aventuras de media hora de la barra vespertina de los canales infantiles como Cartoon Network, Discovery Kids, Nick Jr. Hay una gran apuesta por generar chistes con las repetidas alusiones a películas, con personajes fácilmente reconocibles, como Rocky, El Padrino y un parecido muy cercano a Kung Fu Panda.
Lo mejor de la cinta es la interpretación de Bichir, un gran dominador del oficio cinematográfico que aporta gracia y frescura al personaje Toto. Con el poder de su voz y enorme carisma consigue transmitir esa condición de inútil del aprendiz de gallo, que se esfuerza primero por ser un buen despertador, luego, por vencer a sus miedos hasta conseguir,
airoso, triunfar ante un oponente formidable y monstruoso.
Aparecen voces de Sergio Sendel, Omar Chaparro, Carlos Espejel, Angélica Vale, Facundo y Ninel Conde.
Un gallo con muchos huevos es una cinta que se monta en las cuchufletas coloradas, en una versión light de películas mexicanas de albures de los 80. La vulgaridad de las imágenes hace que, en algunos pasajes, parezca un cómic dirigido a obreros. Hay algunas imágenes inquietantes de mujeres obesas, a los que se les bambolean los senos, con evidente mal gusto.
La película es un largo chiste sobre la proclividad del mexicano a festejar la palabra huevos.
Y parece que ha tenido aceptación.