
Brad Pitt trajo a Corazones de Hierro al letal Aldo Raine, que brilló hace años, con brutalidad y cinismo, en Bastardos sin Gloria. El efecto de Tarantino llega con el astro en esta nueva aventura, en el corazón del territorio nazi, donde un grupo de soldados con mucho menos gloria tiene que emprender una misión suicida, para cortar el paso a los muchachos del Reich.
La cinta dirigida por David Ayer es extremadamente violenta, con una profusión hemática en pantalla, y una de las mayores aproximaciones a lo que fue el fenómeno real de la lucha en el frente de batalla.
El director, que se ha dado a conocer principalmente como guionista, con trabajos como Día de Entrenamiento, entrega una película que contiene un maravilloso despliegue visual que envuelve una trama muy pequeña, en la que se pretende demostrar el auténtico horror de la guerra.
Pitt comanda una columna de soldados aliados en Alemania. Está al mando del tanque bautizado como Fury. Junto a él están tres hombres que no se le separan, y un novato, que deberá cruzar por el baño de sangre, buscando mantener su alma a salvo de la crueldad.
La cinta de temática adulta, y destinada a los estómagos reforzados, muestra lo que es una larga jornada de combate en el interior de un tanque Sherman. Con un implacable manejo de terminología, así como usos y costumbres de la guerra, Ayer enseña la peor cara del conflicto bélico escenificado en Europa.
Es, el drama, un cruce de caminos de Rescatando al Soldado Ryan, Pelotón, Bastardos sin Gloria, con algo de condimento de la antigua Cruz de Hierro, con todo y la descarga gráfica de truculencia habitual en las historias de Sam Peckinpah.
El comando, primero, tiene que saltar las líneas enemigas para rescatar a un comando rezagado. Luego es enviado, con varias unidades, a hostilizar una avanzada de alemanes, aunque al final Fury se queda solo y el escuadrón de heroicos desarrapados debe contener, a base de plomo y fuego, el paso de un pequeño ejército enemigo perfectamente armado.
Toda la cinta es una descarnada exhibición de fuerza mortal. Como dice uno de los personajes: ahora verás lo que está dispuesto a hacer un hombre para lastimar a otro. No hay honor en las trincheras, sólo el instinto de la supervivencia y la necesidad, cada vez más acuciante, de pólvora, sangre, asesinato.
El discurso de Ayer, pese a todo, es antibélico. La elocuencia de las imágenes, es de una palpitante realidad. La ambientación y los efectos hacen este documento fílmico uno de los más verosímiles. Los soldados y sus vehículos están llenos de mugre, y sangre, como sus conciencias.
Hay una reiteración en mostrar los efectos devastadores de la guerra en las personas. Aunque hubo motivaciones políticas y países vencedores, todo el campo de batalla quedó tapizado por víctimas. Los héroes fabricados ganaron sus medallas con destrucción.
Corazones de Hierro es una gran aventura de la Segunda Guerra Mundial. Los efectos especiales son impresionantes y tal vez sobrecargados. Las balas trazadoras en colores fluorescentes hacen suponer que, a veces, intercambiaban tiros láser aliados y germanos.
Es interesante y trepidante.