
La campaña de la cinta Ted tuvo que ser muy específica: no es una película para niños. Por el contrario, se encargó de enfatizar en el humor adulto que contiene.
La propuesta de Seth MacFarlane, creador de la serie Hombre de familia, es irreverente y –gracias a Dios– fuera de lo común. Ted es una producción inusual, con humor nunca antes visto que rompe con los tratamientos anteriores de las comedias perversas basadas en vistazos paródicos a temáticas infantiles. Por ahí andan montones de cintas que se ríen de Santa Clós y de los súper héroes.
No se había intentado hacer una comedia honesta de un lépero oso peluche y su amistad disipada con un irresponsable adulto instalado en una eterna adolescencia.
La historia es de un surrealismo encantador. Por una peripecia mágica, el oso de peluche se convierte en una persona con sentimientos. Crece, de niño, junto al chico que lo adquirió y se convierten, de grandes, en perfectos parranderos.
Para sobrevivir a esta película, hay que olvidar el mensaje y la moraleja. Los mejores amigos son empedernidos consumidores de enervantes y dipsómanos irreductibles. Como bebés viejos y muy mañosos, su vida se basa en obtener satisfacciones personales. Puro hedonismo.
Nada importa más que estar disfrutando de las delicias que ofrece una vida sin compromisos. Hasta que al amigo de Ted le llega el momento de las decisiones.
Whalberg estuvo muy bien seleccionado como John, el chico que crece atado al peluche. Forman una pareja genial, con mucha más química que con la novia del tipo, bien interpretada por Mila Kunis. Pero no pueden continuar juntos así.
Hay un trío afectivo que no puede dividirse en las fracciones correspondientes a una relación amorosa. Ahí surgen los problemas.
Si bien hay un oso pendenciero, más sorprendente es que también sea un alcahuete perfecto que le arruina la vida al amigo con sus excesos.
John debe tomar decisiones drásticas para avanzar con su vida.
MacFarlane, quien aporta la voz del mono animado por computadora, se divirtió formando el personaje del perdedor John, que es el mismo de hordas de adultos jóvenes que viven extraviados en los nostálgicos 80. No sólo hace que suenen en sub teléfono tonos de Star Wars y Knight Rider. El máximo ídolo de la pareja de idiotas es Flash Gordon, el bodrio de ciencia ficción convertido en cinta ochentena, interpretado por Sam Jones, como el galán interplanetario y Max Von Sydow, como el malvado Ming.
Toda la película es un homenaje a esta película de culto y, en el colmo de la sátira, esta aderezada toda la historia con el soundtrack clásico de Queen.
MacFarlane incluye numerosas referencias populares de la cultura global en los excelentes diálogos que contienen un humor vulgar, muy elevado y sacrílego.
Ted es una excelente película inapropiada para todo el público, divertidísima y original, que refresca los estrenos de otoño. No se había visto así un objeto amoroso, tan adorable pero tan impresentable, en una mezcla irresistible de rechazo y afecto.