
Todo estaba dispuesto para una gran noche en el Auditorio Banamex. Por primera vez en su carrera, Interpol -la banda “indie” más importante en la escena musical actual-, se presentaba ante sus fanáticos en la ciudad de Monterrey, quienes respondieron entusiastas a la cita programada para la noche del pasado 2 de julio.
Sin embargo lo que pudo haber sido un gran concierto, terminó en una enorme decepción por culpa de una gripa, infección en la garganta, o simple carraspera del vocalista Paul Banks, quien decidió terminar con el recital cuando el grupo apenas llevaban una hora y 15 minutos sobre el escenario.
Tras doce canciones (ocho menos de los que normalmente tocan en su gira 2011), los más de seis mil 500 asistentes se encontraron con la sorpresa de que el concierto había terminado mucho antes de lo esperado.
“Disculpen, pero tenemos que suspender el concierto. Tenemos un enfermo en la banda. Gracias”, dijo el vocalista de la banda en un perfecto español, idioma que domina gracias a los años que vivió con su familia en España y México.
La noche había iniciado bien, con un público desbordado en una alegría que fue suficiente para hacerlos reconocer el esfuerzo de Rey Pila -que en vivo se escucha mucho mejor que en estudio- y School of Seven Bells -una banda de origen norteamericano cuyos temas pareciera que se quedan atorados, siempre a un paso de llegar a una intensidad que nunca estalla-.
A las 10 de la noche en punto, Interpol tomó el escenario y fue recibido estruendosamente por su audiencia, que no dejó de cantar y saltar desde que escucharon los primeros acordes de “Sucess” (de su nueva producción discográfica) y, posteriormente, el neo clásico “Say Hello to the Angels”; temas que al igual que los del resto de la noche, no se escuchaban tan bien debido a la evidente enfermedad del cantante.
Sin embargo esto a nadie parecía importarle, pues todos en la audiencia estaban más ocupados celebrando cada una de las frases en español con las que Banks agradecía su entrega.
Sin más parafernalia que un juego de luces rojas, azules, moradas y verdes (nada de pantalla, juegos pirotécnicos o imágenes en tercera dimensión) Banks y el resto de sus compañeros: Daniel Kessler en la guitarra, Sam Foragino, en la batería y el nuevo integrante del grupo, Brad Traux en el bajo, demostraron por qué son una de las agrupaciones más influyentes en el rock actual, con un sonido que ha sido copiado (pero nunca igualado) por decenas de artistas nacionales y extranjeros.
Conforme avanzó la noche, la banda neoyorkina repasó lo más importante de su discografía, logrando una conexión con su público que celebraba cada nota y cada estrofa de sus temas.
Pero la carroza de cristal se convirtió en una horrible calabaza después del primer encore, cuando el grupo regresó para interpretar “Take You On A Cruise” y “Evil”, lo que presagiaba un final apoteósico.
Desgraciadamente para los fans, Banks no pudo más y tras anunciar que el recital había terminado, salió del escenario no sin antes recoger el sombrero que alguien le aventó como regalo.
Incrédulos, los fanáticos se quedaron en su sitio, esperando el tradicional regreso de la banda que nunca sucedió. Incluso, hubo quienes no podían creer que la noche había terminado, ni siquiera cuando los “roadies” comenzaron a desmontar el equipo.
Así, con un profundo sentimiento de decepción, los más de seis mil 500 fanáticos de Interpol se quedaron con las ganas de mucho más, envidiando a los asistentes a los recitales de Guadalajara y el Distrito Federal, quienes sí disfrutaron del set completo.
Incluso no faltó quien parafraseara a Johny Rotten la noche del último concierto de los Sex Pistols en San Francisco: ¿Ever get the feeling you’ve been cheated? (¿Alguna vez han sentido que los acaban de engañar?).