
La Noche Más Oscura provocó enfado en el Pentágono. Y cómo no, si la nueva película de Kathryn Bigelow muestra cómo pudo haber sido la investigación ilegal, cruel y despiadada de agentes norteamericanos que a lo largo de una década siguieron la pista de Osama Bin Laden, el hombre más buscado en la historia de la humanidad.
Numerosos documentales de televisión han intentado recrear los hechos que transcurrieron durante la invasión de la casa donde se refugiaba el líder de Al Qaeda y desde donde, supuestamente, seguía dirigiendo a la organización terrorista.
Lo que no se sabía, hasta ahora, eran los detalles de la minuciosa investigación que emprendió una pertinaz elemento de inteligencia que siguió la huella del fugitivo hasta ubicarlo en su cubil.
La cinta inicia con una escandalosa noticia: Estados Unidos practica la tortura en sus interrogatorios. Todos lo saben. Nadie cree los métodos científicos de la inteligencia norteamericana para llegar a la verdad. Lo malo es que ahora, lo que ocurre fue presentado en una película de estudio, y generó protestas del gobierno, porque alguien filtró secretos que debían permanecer en la oscuridad por siempre.
Bigelow no tuvo dudas para reconocer que su país practica procedimientos alternativos de interrogación como le llaman al empleo de métodos para obtener información a través del dolor y la angustia.
Chastain se horroriza, primero, al presenciar una de esas sesiones nauseabundas. Pero luego comienza a mimetizarse con la sevicia y termina por convertirse en un monstruo de refinadas maneras que está dispuesto a conseguir sus objetivos a costa de lo que sea. Su rostro de extraña belleza multiplica la perversidad de sus intenciones en los operativos. Cómo una mujer tan agraciada puede ordenar actos tan inhumanos.
Toda la película es una larga secuencia de hechos de corte detectivezco, como en un largo documental del Discovery Channel que muestra la intimidad de la cacería. Bigelow recrea los escenarios donde los jefes organizaban las detenciones y donde se decidía, de un plumazo, la muerte de numerosas personas.
Todo se permite en nombre de la democracia, todo por hacer que paguen los responsables del atentado del 11 de septiembre de 2001, sostiene el discurso de la cineasta que ganó el Oscar con Zona de Miedo, otro trabajo con la guerra como contexto.
Con un gran trabajo de arte, reconstruye escenarios multitudinarios para enseñar al mundo el peligro al que se expusieron los bravos agentes y el caos que había en un mundo que parece condenado al atraso y la barbarie, como es todo el Medio Oriente.
En el final, viene una precisa recreación de los momentos de la captura. La escena climática en la película toma 25 minutos, pocos minutos menos de lo que le tomó al equipo de SEALs encontrar y aniquilar al malvado terrorista.
El desenlace es una gran pieza de acción rica en detalles y extremadamente tensa.
Bigelow le aprendió bien las lecciones a Greengrass que ya había experimentado con Vuelo 91 la sensación de realidad con un falso documental, éste sobre la tragedia de uno de los aviones de la trágica jornada del 9/11.
La cámara utilizando lentes infrarrojos en todo momento sigue a los guerreros norteamericanos en su camino por encontrar a Bin Laden. Ahora ya se sabe que nunca fue opción detenerlo. Todo el tiempo ellos supieron que lo matarían.
Y así ocurrió. Hubo un encuentro inusual entre los soldados mejor capacitados del planeta y sirvientes que, según se ve, apenas podían sostener un fusil. Y pagaron con su vida haber estado cerca del objetivo más codiciado de la Casa Blanca.
Bigelow no tiene pudor en mostrar los protocolos de combate: a un enemigo hay que neutralizarlo de manera permanente. Es decir, hay que matarlo a sangre fría.
Toda la película es una serie de torturas, archivos que pasan entre escritorios y un gran desenlace.
Jessica Chastain tiene muy poco que hacer como actriz en la aventura. Conduce la acción, pero no se le requirió mayor esfuerzo histriónico. Aunque, bueno, la Academia decidió darle una nominación al Oscar como protagónico.
La Noche más Oscura es una cinta intensa que hecha luz sobre un episodio funesto en la historia de Estados Unidos.
Pero hay que recordar que todo es ficción y que los creadores incluyeron sus propios detalles para fines dramáticos.
De cualquier manera, parece que al ver muerto a Bin Laden, aunque sea en una película, los norteamericanos duermen más tranquilos y sus gobernantes respiran aliviados porque han cobrado venganza.