
Los Juegos del Hambre, Sinsajo – Parte 2 (JHS2), marca el final de una exitosa tetralogía que tuvo una progresión irregular.
En este epílogo, que se formó del último libro de la escritora Suzzane Collins, dividido en dos partes, se obtiene una vibrante conclusión llena de violencia social y acción, con un mensaje sobre los riesgos del totalitarismo y la tentación, siempre presente, de la represión ante el intento popular de obtener soberanía.
La oscareada y sobreexpuesta Jennifer Lawrence ofrece una actuación soberbia al interpretar a la aldeana convertida en guerrera, empujada por la necesidad de sobrevivencia en el futuro distópico, en el que la vida debe ser encausada únicamente mediante la supervivencia darwiniana.
En esa asfixiante realidad, un inescrupuloso dictador, caracterizado por el solvente Donald Sutherland, somete a la población a los perversos juegos del hambre, para obligarlos a eliminarse, ante las cámaras de televisión del universo conocido. Lawrence, la Sinsajo Katniss, sobrevive a la competencia y se convierte en líder de la rebelión.
A diferencia de la anterior entrega, que se concentró más en el discurso que en la progresión dramática, ahora la actividad es agotadora. Katniss es el objetivo de las fuerzas leales al dictador y ella, dispuesta a la inmolación, debe llegar hasta el Capitolio para asesinarlo.
La fierecilla impresiona. No sólo es una bella chica, si no que evidencia una temeridad suicida en el combate, que inspiran a toda una generación. Pero también, en su círculo íntimo manifiesta una fragilidad emocional, que la hace conmoverse fácilmente por el dolor ajeno.
La chica está llena de ocupaciones y casi no descansa. Tiene que encabezar la revuelta, salvar al mundo, buscar venganza, preocuparse por sus amigos, analizar los intereses políticos de quienes la respaldan. Y su corazón está dividido entre dos galanes, que se disputan sus favores.
Los Juegos del Hambre Final presenta una larga travesía llena de acechanzas, hacia el corazón del poder, en el palacio donde despacha el déspota. Como fue desde el inicio de la serie, la cinta es, una vez más, como un largo videojuego, en el que un grupo de jóvenes valientes deben sortear peligros con los que van disminuyéndose en número, o ganando puntos para avanzar.
La estructura de la película sigue siendo la de un reality, en el que los chicos encabezados por Katniss están obligados a pasar por trampas cada vez más sofisticadas. Avanzan, mientras una cámara siempre presente, como el ojo del Gran Hermano, registra todo, desde todos lados, con una mágica incomodidad que anticipa la intrusión electrónica, que ya se percibe en la actualidad.
La chica, pese a todo, nunca es enteramente libre para actuar. De manera permanente es asesorada por una auto proclamada presidenta de la rebelión, en otra gran interpretación de Julianne Moore, que hace el papel de política de intenciones ambiguas, que impulsa a Katniss y pretende manejarla, sin que queden claros sus propósitos.
La sombra de la duda, acompaña siempre a Moore, asesorada por el desaparecido Philip Seymour Hoffman que, en su actuación postrera, demuestra que fue uno de los más grandes histriones que arrojó Hollywood en el nuevo milenio.
Expuesta como figura de medios, incluso como celebridad entre la juventud, Katniss sucumbió alguna vez a los delirios de la fama y la posibilidad de la grandeza. Sin saberlo, prostituyó su imagen para beneficio de personas que la manipularon. Sin embargo, la chica maduró y se convirtió, también, en una analista fría y calculadora.
Afortunadamente, por encima de las deliberaciones políticas, se impone la acción. En el cierre, JHS2 se convierte en una seguidilla de escenas que aportan interesantísimos giros a la historia hasta llegar a una secuencia climática final inesperada. Los personajes escondidos revelan su verdadero rostro. La infracción al orden hace que cada actor salga de su cubil y rebele sus intenciones. En el mundo del poder, nada es lo que parece.
La historia concluye con una serie de acontecimientos irónicos, que indican que la subversión es el camino correcto ante el autoritarismo. Los Juegos del Hambre deja su propia lección, como un mensaje preventivo sobre los riesgos de la concentración del poder. En este, como en cualquier sistema donde la democracia se encuentra amenazada, los jóvenes están obligados a comandar la respuesta, tomando las armas si es necesario.
Katniss, con toda su carga simbólica, es un llamado a la insurrección. El ciudadano común debe responder, con hechos, si observa cómo el mando opresor lo amenaza, o le resta cuotas de libertad. Ella, al final, demuestra que es mucho más astuta de lo que se suponía, porque aprende bien de los embustes de los que fue objeto y su mente consigue mimetizarse con la de los políticos para entender su juego y obtener ventajas.
Pero también Los Juegos del Hambre es un mensaje preventivo ante la intrusión del sistema de gobierno en la vida personal, íntima, inviolable de la sociedad. Las colectividades no deben permitir que una cámara hurgue en sus existencias, como ocurre hoy, con exposiciones obscenas de los espectáculos de realidad televisados, afortunadamente cada vez con menor frecuencia.
JHS2 es una interesante historia. La más exitosa y emocionante de cuantas aventuras juveniles se encuentran hoy en pantalla,
disputándose los favores de los cinéfilos jóvenes.