En un universo paralelo ubicado en la década de los 80, la violencia ahoga a los Estados Unidos. Richard Nixon, el más nefasto de los presidentes, lleva cinco períodos consecutivos. Los superhéroes son una clase incorporada a la sociedad norteamericana, pero son parias, rechazados y en desuso.
Luego de su retiro, alguien decide eliminarlos. Los enmascarados tienen qué reagruparse para protegerse y encontrar a quien está detrás del complot. ¿Alguien puede ayudar a quienes tienen como objetivo cuidar al mundo?
Watchmen: Los Vigilantes, está basado en el polémico cómic de Alan Moore, donde los prohombres son mortales terriblemente imperfectos. Son asesinos, criminales, violadores, pervertidos, infieles, mercenarios.
Su humanidad los hace vulnerables. Confundidos entre la masa son despreciables. No se les tiene miedo, ni respeto.
Zack Snyder trae esta fábula decadente para público adulto de casi 2 horas 40 minutos para presentar a los que, se supone, deben ser los verdaderos héroes americanos: hombres violentos, dispuestos a aniquilar el mal. Pero al hacerlo contagian a la sociedad entera con su violencia, y convocan al caos y la anarquía.
Los Watchmen se ocultan bajo el atuendo tradicional. Son musculosos y sensuales, pero la lucha por la supervivencia los ha vuelto insensibles, temerosos y hasta deshonestos.
No son antihéroes: son héroes malditos, apropiados para la nueva generación que crece con el terrorismo, el Internet y la sensualidad prematura.
El Comediante es depravado y sádico; Silk Spectre II es provocadora e infiel; Ozymandias, busca la paz del mundo pero a un costo elevadísimo; Nite Owl II es, simplemente, un hombre mediocre; y Rorschach, es un resentido social tendiente a la violencia.
Por encima de todos ellos está la figura del Doctor Manhattan, el hombre más inteligente del planeta, capaz de manipular las moléculas y hacer, prácticamente, lo que decida su voluntad.
El espectáculo aquí es la trasgresión de las reglas del cómic. Quienes buscaban que Snyder repitiera la magia visual de 300 se sentirán decepcionados. Hay algunos guiños de triquiñuelas visuales y recursos de digitalización sorprendentes. Pero el alma de esta oscura aventura está en la sorpresa que despierta constantemente el comportamiento errático de Los Vigilantes. El director triunfa en la proeza de llevar a la pantalla una historia que había sido catalogada como imposible de filmar.
Lo hace con una grandilocuencia que, por momentos, desborda el concepto mismo de la obra literaria.
Hay desnudos, escenas de sexo y violencia extrema. Aunque es una historieta, obviamente no es un producto para niños.
Watchmen no es para todos los gustos. Le encantará a los fans de los comics.