
Mediodía en la sierra de Durango, el sol cae a plomo sobre la polvorienta calle principal de este pueblo de casas de madera y adobe. Una ligera brisa que pasa por aquí sólo sirve para levantar una nube de tierra que no molesta al hombre de gabardina y sombrero negro, que enciende un cigarrillo mientras espera en medio de la vía.
De una vieja casa adornada con un letrero donde se lee: “Sheriff”, emerge otro personaje, quien porta un sobrero color crema y en cuyo pecho puede observarse una estrella de metal de cinco puntas que, a juzgar por el óxido, ha visto mejores días.
Con paso lento, el del sombrero claro se coloca en medio de la calle, sin retirarle la mirada al hombre de negro que lo estaba esperando. No cruzan palabras, saben que no es necesario.
Haciendo gala de una increíble velocidad de manos, ambos desenfundan los Colts calibre .44 que portan en sus pistoleras de cuero. Un disparo que suena como un trueno rompe el silencio que reina en el pueblo y que no es perturbado más que por un ligero silbido del viento pasando.
Durante un par de segundos, el tiempo parece detenerse. Ambos hombres, pistola en mano, permanecen inmóviles hasta que el de negro se dobla y cae muerto sobre la polvosa calle.
Al unísono, las familias que presenciaron la escena estallan en júbilo. Los niños, ríen; los papás, aplauden, todos están contentos con el resultado pues, después de todo, “el bueno” ganó.
Nadie está asustado con la balacera, de hecho, todos viajaron hasta acá para presenciar el enfrentamiento, uno de los muchos espectáculos que se ofrecen en Villas del Oeste, el parque temático que el gobierno de Durango instaló para aprovechar la infraestructura que el cine dejó en esta región.
EL ATRACTIVO: BALACERAS Y CALLES POLVOROSAS
Unos dicen que es por la belleza de la sierra, otros que es por la luz, lo cierto es que esta parte de México fue, durante muchos años, una de las más importantes locaciones de cine tanto para la industria de Hollywood como la nacional.
Villas de Oeste y Chupaderos, son dos poblados ubicados a 40 kilómetros de la ciudad de Durango, siguiendo la carretera a Parral, Chihuahua.
Aquí existe un rancio legado, gracias a las aproximadamente 150 películas que se han filmado en este lugar desde el año 1955, cuando el actor norteamericano Robert Wagner llegó para filmar “La Ley del Bravo”.
Sin embargo, el huésped más reconocido de estas tierras no fue otro sino que el legendario John Wayne, quien quedó tan prendado con la belleza de la Sierra Madre Occidental, que compró un rancho que posteriormente llamaría “La Joya” donde filmó siete películas: “Los Hijos de Katie Elder” (1965), “Asalto al Carro Blindado” (1967), “Los Indestructibles” (1969), “Chisum” (1970), “El Gran Jack” (1971), “Ladrones de Trenes” (1973), y “La Soga de la Horca” (1973)
En el predio, de poco más de mil hectáreas de extensión, Wayne erigió un pueblo típico del Viejo Oeste que le sirvieron tanto a él, como al resto de la industria fílmica para realizar películas tan memorables como “La Pandilla Salvaje” de Sam Peckinpah, “Las Armas del Diablo” con Glenn Ford, “Camino de la Venganza” con Burt Lancaster, y “Bandidas” con Penélope Cruz y Salma Hayek.
Pero no sólo Hollywood aprovechó las bellezas naturales de esta parte de México, la industria cinematográfica nacional también aprovechó el set para hacer películas como “El Tunco Maclovio” con Julio Alemán y “El Topo” de Alejandro Jodorowsky.
Gracias al “boom” cinematográfico que se vivió en esos años, era común ver por Durango a estrellas de la talla de Richard Boone, George Montgomery, Clark Gable, Dana Andrews, Chuk Connors, Charlton Heston, Richard Harris, Stela Stevens, James Garner, Antony Queen, Robert Mitchum y William Holden, entre muchísimos otros.
Tras la muerte de Wayne en 1979 vino un descenso en la actividad fílmica en Durango y muy pocas producciones aprovechaban la existencia de Villas del Oeste y Chupaderos, por lo que poco a poco comenzaron a deteriorarse.
EL RESURGIMIENTO
En el marco de la conmemoración del 450 aniversario de la fundación de Durango, el gobierno del Estado encabezado por Jorge
Herrera Caldera destinó 19 millones de pesos para la realización de un programa de rescate integral de los sets cinematográficos de Chupaderos y Villas del Oeste.
Las obras contemplaron la reparación de las fachadas de los edificios, la remodelación de las zonas aledañas a los sets y la construcción de un camino que conecta ambos lugares.
“Queremos que sea una visita obligada para visitantes nacionales e internacionales, pues es un lugar con tradición histórica cinematográfica y con esto pretendemos resaltar y potenciar para atraer inversión turística y más visitantes”, enfatizó el mandatario estatal.
Desde entonces este legendario paseo recibe hasta 500 visitantes en temporadas bajas, pero en los períodos vacacionales la afluencia supera los mil asistentes que disfrutan de las diferentes atracciones que se ofrecen en este lugar.