
Como cualquier mago que hace salir de su chistera infinidad de objetos y animales, un hombre misterioso, sin identidad, irrumpe en la monotonía de Zoe para transportarla a otra dimensión, donde ocurren cosas maravillosas e increíbles.
Zoe, una niña aburrida y triste, toma el sombrero que le regala el extraño y el sombrío entorno provocado por la falta de comunicación familiar se convierte en un paraíso que reta los más ambiciosos sueños lúdicos que una mente infantil puede tener.
Esta no es la trama de una película o cuento, es la introducción de Quidam, el espectáculo del Cirque du Soleil, concebido por Franco Dragone y que desde el pasado jueves 24 de enero se estrenó en esta ciudad, luego de exitosas temporadas en Guadalajara y el Distrito Federal.
La Gran Carpa instalada en el Parque Fundidora ha sido el escenario donde desfilan los 51 artistas que integran el elenco de esta producción vanguardista, ya que con anterioridad estuvo Saltimbanco y también Delirium, aunque esta última, dada sus dimensiones, se presentó en la Arena Monterrey en abril de 2007.
Quidam, a diferencia de Saltimbanco -que en agosto de 2005 asombró al público norestense en su primer visita a esta ciudad-, es un concepto opuesto, ya que además de otra visión que ofrece el mismo Dragone, se percibe un contra sentido en el manejo de las emociones.
Bob Mackenzie, gerente general de Quidam, había declarado hace un par de meses que Franco Dragone se inspiró durante una tarde lluviosa y fría en Nueva York, al ver que una enorme cantidad de personas pasaba una al lado de la otra sin ni siquiera mirarse.
Esta impresión quedó plasmada definitivamente en su trabajo en escena cuando presenta el ambiente de una familia incomunicada, cuyos miembros sufren de un mal común de los habitantes de una gran urbe: la indiferencia.
El tono reflexivo que envuelve esta temática, simbolizada por el misterioso hombre del sombrero y paraguas, contrasta con el despertar de los sentidos que provocan las sorpresas de los números circenses.
MARIONETAS HUMANAS
En algunos actos se utiliza un teleférico construido para ofrecer una mayor espectacularidad a lo que ocurre a nivel de piso. Este transporte elevado permite a los artistas ingresar al escenario sin obstruir la visi-bilidad del público.
El complejo sistema consta de cinco carriles de aluminio en siete secciones de 5.7 metros, una longitud total de 36.6 metros y en cada uno de los rieles viajan dos tipos de carro: uno que transporta el equipo acrobático, artistas y utilería y el otro los eleva o desciende en alguna parte específica del escenario.
Gracias a dicho despliege técnico, el director recurre a cientos de posibilidades para presentar diversas variantes de las rutinas que ya son practicadas en la mayoría de los circos de renombre alrededor del mundo.
Además de las tres mujeres que intercambiaron aros “voladores” (Oksana Pyllypchuk , Megan Miller y Kristina Besstchetahya), se desplazaron algunos personajes que pendían de cables como si fueran marionetas humanas.
SUELO MOVEDIZO
Otro de los efectos especiales que distingue a esta producción es la plataforma giratoria de 10.3 metros de diámetro, en la cual los protagonistas de Quidam se mueven en todas direcciones.
El suelo movedizo es la base del escenario que mide 22.8 metros de largo y 22.5 de ancho y se requieren entre cinco y ocho días para montarlo y dos para desarmarlo.
Sobre esta mutante superficie tuvieron un lucimiento especial los ejecutantes del salto de cuerda, a cargo de Kata Bamhegyi y Norhisa Taguchi, acompañados de gran parte del elenco.
Saltar la cuerda es un simple juego de niños que se realiza en forma universal, pero que en este caso deja a más de uno boquiabierto, ya que la perfección con la que alternaban las cuerdas, sin tocarlas, mereció una de las mayores ovaciones durante toda la presentación.
Mención aparte fue el grupo de niñas chinas que demostraron su habilidad con los diábolos, una especie de yo-yo gigante que lanzaban al aire y atrapaban con cuerdas con peculiar gracia y exactitud.
Chen Liu, Deng Lu, He Yuxiao y Lui Quianying son las jóvenes promesas de la compañía, pues sin importar su corta edad dan muestras de disciplina y
profesionalismo.
MUTIS Y CARCAJADAS
La participación de un cómico, figura infalible dentro del circo, cumple muy bien su cometido en Quidam, al invitar a los asistentes a formar parte de su sección.
Sin dificultad, las personas acceden a seguirle la corriente al payaso, que igual prentende ir en un auto invisible o ser director de una película muda.
Lo contrario ocurrió con la pareja formada por Jérome Le Baut y Anna Vicente, quienes lograron un mutis general entre los espectadores al realizar con precisión quirúrgica los movimientos balanceados de sus anatomías, fusionando ambos cuerpos en uno solo.
Tal como lo hicieron sus compañeros, la contorsionista Isabelle Vaudelle enmudeció a quienes presenciaron su acto en el que sube, desciende y se sostiene sobre largas telas de seda.
No menos importantes y mágnificas fueron el resto de las intervenciones de los artistas, así como de los músicos que animaron la función, sobre todo al sonorizar las partes claves del espectáculo.
Monterrey, al igual que Guadalajara y el Distrito Federal, ya forman parte de la lista de grandes ciudades en las que Cirque du soleil visita con sus diversos “performances” , ya que el público mexicano los esperará siempre con los brazos abiertos.